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TEORIA DE LA AGRESIVIDAD


Enviado por   •  24 de Febrero de 2015  •  7.517 Palabras (31 Páginas)  •  343 Visitas

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La teoría de la agresividad en Donald W. Winnicott

Raquel C. Chagas Dorrey*

* Doctorado en Pedagogía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Maestría y especialidad en Psicología Clínica Infantil por la Universidad Autónoma de Morelos. Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Directora General del Centro Universitario E. Kant. CE: chagasraquel@hotmail.com

Introducción

Para dar cuenta de la complejidad que implica el tema de los comportamientos agresivos de los niños en la escuela es preciso preguntarse cómo se construye la subjetividad en nuestra época, signada por la inestabilidad de los afectos y de los vínculos intersubjetivos. Los pequeños se encuentran desvalidos y carentes del sostén necesario que debe proveer el adulto para permitirles procesar las situaciones que exceden su capacidad de elaboración. El predominio de relaciones simétricas entre padres e hijos, o peor aún, de simetrías invertidas, conlleva el peligro de niños faltos de los cuidados imprescindibles para su desarrollo psíquico.

En la era en que prevalece la tecnología de la comunicación es llamativo que en las relaciones humanas reine el silencio, tanto de parte de los adultos, a quienes se les dificulta tanto escuchar a los hijos como proporcionarles elementos que les permitan poner en palabras lo que sienten, como de parte de los niños, que desprovistos de la capacidad de decir, expresan sus afectos con conductas impulsivas.

El psicoanálisis ha hecho aportes importantes relacionados con la constitución del sujeto y con la agresión, lo que lo convierte en una valiosa herramienta para la comprensión de la violencia en los vínculos interpersonales y la búsqueda de alternativas de intervención en esta problemática.

Donald Winnicott es uno de los autores que se ha ocupado de estudiar el tema de la agresión en el niño vinculada con la estructuración del psiquismo. Sus aportes en torno a este tema marcan una notable diferencia respecto de la forma en que otros psicoanalistas abordaron el concepto de agresión, como veremos más adelante.

Los aportes de Winnicott fueron más allá de la clínica psicoanalítica y se acercan a los padres y educadores con sus reflexiones y sugerencias respecto del cuidado y crianza de los niños a fin de favorecer un ambiente que responda a sus necesidades físicas y afectivas.

Donald Woods Winnicott nació en Plymouth, Inglaterra, el 7 de abril de 1896 y falleció el 25 de enero de 1971. En su momento fue el único psicoanalista de niños que también era médico pediatra, profesión que continuó ejerciendo durante toda su vida. Ocupó importantes puestos en la Sociedad Británica de Psicoanálisis y fue su presidente durante dos periodos. Su extensa obra aportó ideas originales sobre el desarrollo temprano, principalmente sobre la vulnerabilidad del niño y la importancia de su dependencia de la madre.

Algunos conceptos importantes de la teoría winnicottiana son los de: falso self, objeto y fenómenos transicionales, y su particular perspectiva sobre la agresión.

Para Winnicott el verdadero self se refiere al aspecto más singular de cada ser humano, a lo original de cada uno y lo más auténtico. Se basa en el gesto espontáneo del bebé vinculado con su omnipotencia. Siempre que la madre pueda ser el espejo que le permite al bebé crear la ilusión de que él creó al objeto (objeto subjetivo), dará el espacio para que luego el verdadero self sea creador y le permita al sujeto sentirse real. Inicialmente elself tiene sus raíces en el cuerpo y los cuidados maternos contribuyen a que se logre la unidad de lo psíquico con lo somático.

Cuando la madre no es suficientemente buena, es decir, cuando no puede adaptarse a las necesidades psíquicas de su hijo y no puede identificarse con él en el periodo de dependencia absoluta (primer semestre de vida), es decir, cuando la madre no toma en cuenta las necesidades del bebé e impone las suyas, el niño deberá someterse a esta situación para sobrevivir y dará así lugar a un falso self que cumplirá la función de proteger alverdadero self y actuará como una defensa para reaccionar contra esta intrusión negativa del ambiente, intentando suplir las funciones de sostén que la madre no suministró. Más aún, cuando la intrusión de la madre es sorpresiva y desmesurada uno de los efectos es el odio; se altera así la realidad psíquica y se interfiere en el establecimiento del self, derrumbándose también la fe, la confianza, la capacidad de crear y la ilusión.

Objetos y fenómenos transicionales

Luego de la ilusión omnipotente de haber creado al objeto subjetivo y creer que es uno con la madre, el bebé va descubriendo que está separado de ella y asume su dependencia. La desilusión le crea angustia, sobre todo cuando la madre se separa de él y/o antes de dormir, y se manifiesta en actividades específicas, como llevarse algún objeto a la boca, sostener una tela con la que se acaricia o emitir sonidos bucales. A estas experiencias que suponen una actividad de fantaseo, Winnicott las llamó fenómenos transicionales. En esta época, que se extiende desde los cuatro o seis meses a los ocho o doce, el bebé puede descubrir un objeto suave al que se aferra, frecuentemente antes de dormir, o cuando está triste. Este objeto, designado objeto transicional, es la primera posesión no-Yo y es tan especial para el niño que no cederá a compartirlo con nadie.

En la teoría el objeto transicional aparece como un ejemplo concreto aprehensible empíricamente al que Winnicott recurre para explicar los fenómenos transicionales. Aunque no siempre existe un objeto como el osito, la sabanita o la cobija, sí es ineludible la creación de esta zona intermedia entre lo subjetivo y lo objetivo, que funciona como puente entre ambos y que constituye los fenómenos transicionales. El espacio que ocupa esta zona de transición se ubica entre la realidad interna y la realidad externa, representa a la madre para el niño y precede al reconocimiento de la realidad exterior (Winnicott, 1981 [1951]).

Winnicott se refiere al destino del objeto transicional diciendo que no se olvida, sino que progresivamente va perdiendo su significación y deja de ser necesario para el niño, aunque el espacio transicional perdurará durante toda la vida y será ocupado después por el juego, por las actividades recreativas y posteriormente por la cultura, el arte, la religión, la actividad onírica e incluso la producción científica.

El objeto transicional posibilita la aparición del espacio de ilusión en el que se desplegará el juego: en él el niño dramatiza, representa y escenifica su fantasía. Así, cuando el juego se expresa como

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