Tener Y Ser Erich Fromn
GeovannaSV20 de Enero de 2014
3.614 Palabras (15 Páginas)339 Visitas
INTRODUCIÓN: LA GRAN PROMESA, SU FRACASO Y NUEVAS OPCIONES
EL FIN DE UNA ILUSIÓN
LA GRAN promesa de un Progreso Ilimitado (la promesa de dominar la naturaleza, de
abundancia material, de la mayor felicidad Para el mayor número de personas, y de
libertad personal sin amenazas) ha sostenido la esperanza y la fe de la gente desde
el inicio de la época industrial. Desde luego, nuestra civilización empezó cuando la
especie humana comenzó a dominar la naturaleza en forma activa; pero ese dominio
fue limitado hasta el advenimiento de la época industrial. El progreso industrial, que
sustituyó la energía animal y la humana por la energía mecánica y después por la
nuclear, y que sustituye la mente humana por la computadora, nos hizo creer que
nos encontrábamos a punto de lograr una producción ilimitada y, por consiguiente,
un consumo ilimitado; que la técnica nos haría Omnipotentes; que la ciencia nos
volvería omniscientes. Estábamos en camino de volvernos dioses, seres supremos
que podríamos crear un segundo mundo, usando el mundo natural tan sólo como
bloques de construcción para nuestra nueva creación.
Los hombres y, cada vez más, las mujeres tenían un nuevo sentimiento de libertad;
se convertían en amos de sus vidas: las cadenas feudales hablan sido rotas y el
individuo podía hacer lo que deseara, libre de toda traba, o así lo creía la gente.
Aunque esto sólo era verdadero en relación con la clase alta y la media, sus logros
podían hacer que los demás tuvieran fe en que posteriormente la nueva libertad
llegaría a extenderse a todos los miembros de la sociedad, siempre que la
industrialización continuara progresando. El socialismo y el comunismo rápidamente
cambiaron, de movimientos cuya meta era una nueva sociedad y un nuevo hombre
en movimientos cuyo ideal era ofrecer a todos una vida burguesa, una burguesía
universalizada para los hombres y las mujeres del futuro. Se suponía que lograr
riquezas y comodidades para todos se traduciría en una felicidad sin limites para
todos. La trinidad "Producción ilimitada, libertad absoluta y felicidad sin
restricciones" formaba el núcleo de una nueva religión: el Progreso, y una nueva
Ciudad Terrenal del Progreso remplazaría a la Ciudad de Dios. No es extraño que
esta nueva religión infundiera energías, vitalidad y esperanzas a sus creyentes.
Lo grandioso de la Gran Promesa, los maravillosos logros materiales e intelectuales
de la época industrial deben concebirse claramente para poder comprender el trauma
que produce hoy día considerar su fracaso. La época industrial no ha podido cumplir
su Gran Promesa, y cada vez más personas se dan cuenta de lo siguiente:
o La satisfacción ilimitada de los deseos no produce bienestar, no es el camino de la
felicidad ni aun del placer máximo.
o El sueño de ser los amos independientes de nuestras vidas terminó cuando
empezamos a comprender que todos éramos engranes de una máquina burocrática,
y que nuestros pensamientos, sentimientos y gustos los manipulaban el gobierno, los
industriales y los medios de comunicación para las masas que ellos controlan.
o El progreso económico ha seguido limitado a las naciones ricas, y el abismo entre
los países ricos y los pobres se agranda.
P s i K o l i b r o 5
o El progreso técnico ha creado peligros ecológicos y de guerra nuclear; ambos
pueden terminar con la civilización, y quizás con toda la vida.
Cuando fue a Oslo a recibir el Premio Nóbel de la Paz (1952), Albert Schweitzer
desafió al mundo "a atreverse a enfrentar la situación... El hombre se ha convertido
en un superhombre.., pero el superhombre con su poder sobrehumano no ha
alcanzado el nivel de la razón sobrehumana. En la medida en que su poder aumente
se convertirá cada vez más en un pobre hombre... Debe despertar nuestra conciencia
el hecho de que todos nos volvemos más inhumanos a medida que nos convertimos
en superhombre".
¿POR QUÉ FRACASÓ LA GRAN PROMESA?
El fracaso de la Gran Promesa, además de las contradicciones económicas esenciales
del industrialismo, surgió junto con el sistema industrial debido a sus dos principales
premisas psicológicas: 1) La meta de la vida es la felicidad; esto es, el máximo de
placer, que se define como la satisfacción de todo deseo o necesidad subjetiva que
una persona pueda tener (hedonismo radical); 2) El egotismo, el egoísmo y la
avaricia, que el sistema necesita fomentar para funcionar, producen armonía y paz.
Es bien sabido que los ricos a través de la historia han practicado el hedonismo
radical. Los que contaban con recursos ilimitados, como la élite de Roma, de las
ciudades italianas del Renacimiento, y de Inglaterra y Francia en los siglos XVII y XIX
trataron de encontrar un sentido a la vida en el placer ilimitado; pero aunque el
máximo placer (el hedonismo radical) fue el objetivo de ciertos grupos en
determinadas épocas, con una sola excepción anterior al siglo XVII, la teoría del
bienestar no fue sustentada por los grandes Maestros de la Vida en China, la India, el
Cercano Oriente y Europa.
Esa cínica excepción es el filósofo griego Aristipo, discípulo de Sócrates (primera
mitad del siglo IV a. de c.) quien enseñó que sentir el máximo placer corporal
constituye la meta de la vida, y que la felicidad es la suma total de los placeres
gozados. Lo poco que sabemos de este filósofo se lo debemos a Diógenes Laercio,
pero basta para mostrar a Aristipo como el único hedonista real, para el que la
existencia de un deseo era la base del derecho para satisfacerlo, y así conseguir la
meta de la vida: el placer.
Epicuro difícilmente puede ser considerado un representante del tipo del hedonismo
de Aristipo. Aunque para Epicuro el placer "pura' era la meta más elevada, para él
este placer significaba .'ausencia de dolor" (aponia) y tranquilidad del alma
(ataraxia). Según Epicuro, el placer que significa la satisfacción de un deseo no
puede constituir la meta de la vida, porque este placer necesariamente es seguido
por algo no placentero, y esto aparta a la humanidad de su meta real: la ausencia de
dolor. (La teoría de Epicuro se semeja a la de Freud en muchos aspectos.) Sin
embargo, parece que Epicuro representaba cierto tipo de subjetivismo opuesto al
pensamiento de Aristóteles, hasta donde los contradictorios informes sobre la
filosofía de Epicuro nos permiten hacer una interpretación.
Ninguno de los otros grandes maestros enseñó que la existencia real de un deseo
constituyera una norma ética, sino que se interesaban por el bienestar óptimo de la
humanidad (vivere benc). El elemento esencial de su pensamiento era la distinción
entre aquellas necesidades (deseos) que sólo se sienten subjetivamente y cuya
P s i K o l i b r o 6
satisfacción produce un placer momentáneo, y las necesidades que están enraizadas
en la naturaleza humana y cuya satisfacción fomenta el desarrollo humano y produce
eudaimonia, o sea, "bienestar". En otras palabras, se preocupaban por distinguir
entre las necesidades puramente subjetivas y las necesidades objetivamente válidas:
la mayor parte de las primeras es dañosa para el desarrollo humano, y las segundas
están en armonía con los requerimientos de la naturaleza humana.
La teoría de que la meta de la vida es satisfacer todos los deseos humanos fue
francamente proclamada, por primera vez desde Aristipo, por los filósofos de los
siglos XVII y XVIII. Este concepto pudo surgir fácilmente cuando "ganancia" dejó de
significar "ganancia del alma" (como en la Biblia, y más tarde en Spinoza) y llegó a
significar ganancia material, económica, en el periodo en que la clase media se libró
no sólo de sus grilletes políticos, sino de todos los vínculos con el amor y con la
solidaridad, y creyó que vivir sólo para uno mismo significaba ser más y no menos.
Hobbes consideraba que la felicidad es el progreso continuo de una codicia
(cupiditas); La Mettrie hasta recomendaba las drogas, que por lo menos ofrecían la
ilusión de la felicidad; para Sade la satisfacción de los impulsos crueles era legítima,
precisamente porque existían y debían ser satisfechos. Estos pensadores vivieron en
la época de la victoria final de la clase burguesa. La que había sido práctica no
filosófica de los aristócratas se convirtió en práctica y teoría de la burguesía.
Desde el siglo XVIII se han desarrollado muchas teorías éticas: algunas fueron
formas más respetables del hedonismo, como el utilitarismo; otras fueron sistemas
estrictamente antihedonistas, como los de Kant, Marx, Thoreau y Schweitzer. Sin
embargo, en la época actual, en general desde el fin de la primera Guerra Mundial,
se ha regresado a la práctica y a la teoría del hedonismo radical. El concepto de un
placer ilimitado forma una extraña contradicción con el ideal de un trabajo
disciplinado, similar a la contradicción entre la aceptación
...