Teoria Y Tecnica Psicoanalitica
MAR1F3R16 de Noviembre de 2012
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TEORIA Y TECNICA PSICOANALITICA
Todo ser humano, tenga o no conciencia de ello, ha elaborado su propia teoría psicológica, su propio forma de interpretar el sentido de su conducta y de la ajena. También nuestros pacientes lo tendrán, y su teoría puede desempeñar un papel significativo en la psicoterapia. En consecuencia, una de nuestras principales tareas como terapeutas reside en descubrir, dilucidar y abordar las teorías sobre la conducta humana que se ha forjado el paciente. Esto es obvio en el caso del paciente con rasgos paranoides; pero también es válido para los pacientes narcisistas, obsesivos, histéricos, etc. Los pacientes no solo pueden sufrir el efecto de sus reminiscencias, sino también el de sus teorías.
Nosotros también podemos sufrir los efectos de las teorías que aplicamos. Una teoría clínica puede distorsionar la correspondiente observación y llevarla por un camino erróneo, y efectivamente ocurre. Es por tal razón que debe valorarse y fomentarse nuestro sentido crítico, y evitar que en el campo de observación interfieran indebidamente ciertas teorías, cosa que puede lograrse de varias maneras. Una de ellas es extraer la menor cantidad de inferencias posibles; otra, no olvidarnos de limpiar el cristal de nuestros anteojos.
Lo que necesita un terapeuta no es una amplia gama de teorías y puntos de vista, sino un único punto de vista coherente, que no esté restringido por límites rígidos e impermeables. Debería adherir a una teoría que tenga sentido para él, que satisfaga sus exigencias intelectuales y sus requerimientos filosóficos. Pero su adhesión a dicha teoría no deberá asumir proporciones ideológicas, porque con ello no haría sino trasformarla en un dogma. La flexibilidad y el equilibrio, la apertura a nuevas ideas son virtudes primordiales; pero la flexibilidad puede convertirse en inestabilidad, la apertura en anarquía intelectual, y finalmente en confusión.
Un buen terapeuta psicoanalítico conducirá el análisis haciendo escasa o nula referencia a sus hipótesis o conceptos teóricos (como “complejo de Edipo”, “angustia de castración”, etc.). El terapeuta servirá de su teoría como simple guía, para organizar su comprensión de las experiencias reales del paciente y la imagen que éste tiene de sí mismo.
En vez de referirse a “impulsos orales” y “deseos de muerte”, alude a experiencias cotidianas concretas como el deseo de ser mimado y reconfortado, o de herir a alguien. En ves de referirse a la “angustia de castración” del paciente, alude a su temor de ser un ente incompleto, distinto de los demás, o quizá de estar loco. La “escena primaria” se convierte en el mero temor de ser testigo de algo prohibido, y excitante hasta lo insoportable. Y todas esas conductas se hallan concretamente vinculadas a la realidad actual del paciente, no a un pasado remoto. Por supuesto, nadie niega que surjan de la historia anterior del paciente; pero esto puede no tener ninguna importancia para el trabajo que, sesión tras sesión, se realiza con respecto a dichas experiencias. A veces, las experiencias tempranas o “primarias” simplemente se añaden a todo como una capa de azúcar (la “cubierta intelectual”) a una torta ya horneada.
La técnica es la manera de asegurar logros y que se cumplan al máximo nuestros propósitos analíticos a la vez que mantenemos un grado óptimo de tacto. La técnica tradicional está caricaturizada sin piedad, se convirtió en objeto de burla en las películas de Hollywood o aún de telenovelas colombianas. La técnica es importante en psicoterapia, y una buena técnica es indispensable para una buena terapia.
Hay terapeutas que adoptan, sobre la técnica, el criterio aventurado de que “todos los caminos conducen a Roma”, en vez de aceptar, juiciosamente, que en realidad solo algunos caminos pueden llevarnos a la
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