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Teoría Queer

floricientahdp19 de Abril de 2015

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Carlos Fonseca Hernández

María Luisa Quintero Soto

Teoría Queer: la de-construcción de las sexualidades periféricas

ta la reproducción del deseo prohibido y se incrementa mediante

las renuncias que realiza. Lo anterior significa que nunca se renun

-

cia al deseo, sino que se reafirma y se preserva en la propia estruc

-

tura de la renuncia. La prohibición rechaza y consiente el deseo

homosexual simultáneamente.

La declaración de la homosexualidad perturba la integridad y los

fundamentos del orden social, con lo cual la represión del discurso

homosexual garantiza la sociabilidad mientras ésta permanezca en

silencio. El hecho de decir que se es homosexual no es en sí mismo

un acto homosexual, ni mucho menos un ataque homosexual. Para

Butler, la homosexualidad sólo es un comportamiento sexual en un

sentido muy restringido, ya que subyacen representaciones en torno

a ella que no son propiamente de homosexualidad. Nombrar esta

palabra ataca las fronteras de lo social; se malinterpreta como una

seducción o una agresión; se entiende que se trata de un acto reali

-

zado y transmitido –bajo la metáfora del sida–, en un intento de re

-

ducir a la homosexualidad dentro de un conjunto patológico de fi

-

guraciones que la define como una acción agresiva y contagiosa. El

oído paranoico cierra la brecha entre la verbalización de un deseo

y el deseo que se verbaliza.

El imaginario colectivo limita el estallido de la homosexualidad

porque concibe la propia palabra como un fluido peligroso, una

sustancia contagiosa; implícitamente comparada a partir de la me

-

táfora del sida, y creerá que se “transmite” como si fuera una en

-

fermedad. La afirmación “soy lesbiana” no es en cierta forma un

acto, sino una manera de hablar ritual que conlleva el poder de ser

lo que se dice, no una mera representación de la sexualidad, sino

una acción y, por tanto, una ofensa, cuyo peligro radica en la posibi

-

lidad del contagio. Butler (2000a) reitera: si digo “soy homosexual”

delante de ti, tú te ves envuelto en la “homosexualidad” que yo ex

-

preso; se supone que lo dicho establece una relación entre el hablan

-

te y la audiencia, y si el hablante proclama su homosexualidad la

relación discursiva se constituye en virtud de esa manifestación, y

esa misma homosexualidad se transmite en un sentido transitivo.

Butler descubre interesantes revelaciones sobre la homofobia:

• En

primer

término,

cuestiona

si

la

prohibición

de

la

homose

-

xualidad es la homosexualidad en sí misma: ¿con cuánta

Fonseca Hernández y Quintero Soto

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precisión puede interpretarse el sentirse despreciado u ofen

-

dido como una variante de la homosexualidad? La homofo

-

bia que se manifiesta en el desprecio, en la ofensa, es la for

-

ma externa imaginada que adopta la prohibición contra la

homosexualidad.

• La

vulnerabilidad

social

del

homosexual

a

la

ofensa

es

pro

-

yectada en una opinión generalizada de los

o

tros como seres

con un comportamiento represor y despreciativo. En la idea

de los

o

tros como seres que regulan, observan y juzgan des

-

cansa la fragilidad de los homosexuales.

• La

sublimación

psíquica

de

la

homosexualidad

crea

la

no

-

ción de lo social, un escenario imaginativo que se convierte

en la “conciencia”, y que prepara al individuo para la cohe

-

sión social sobre la que se sostiene la ciudadanía –la incor

-

poración a la ley y su adhesión.

• El

desprecio

y

las

ofensas

no

son

sólo

los

efectos

de

un

deseo

que se ha vuelto sobre sí mismo, más el efecto de los juicios

de los

o

tros. Más bien, son la coincidencia del juicio de los

o

tros y ese volverse contra sí mismo, lo que conforma el es

-

cenario imaginario del deseo condenado que registra psíqui

-

camente las ofensas y el desprecio.

Butler (2000a) concluye que los sentimientos homosexuales son

necesarios para el amor a la humanidad en la forma en que éstos se

“combinan” eufemísticamente con los instintos de la propia conser

-

vación para producir “hombres”. La conservación del “hombre pro

-

piamente dicho” depende de desviar, y mantener desviada, su propia

homosexualidad. El ideal del yo (o concepto de sí mismo) se forma

mediante la eliminación de grandes cantidades de deseo homosexual.

Sin embargo, esta homosexualidad no es sencillamente reprimida o

desviada, sino que se vuelve siempre sobre sí misma. El ideal del yo en

la homosexualidad y su prohibición se “combinan” en la figura del

sujeto heterosexual. En este sentido, resulta interesante subrayar que

en la Teoría

Queer

la desviación se produce, a diferencia de lo plan

-

teado por Goffman,

d

urkheim o Merton, a través de alejar el natural

deseo homosexual para crear “verdaderos hombres”.

Teoría Queer: la de-construcción de las sexualidades periféricas

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S

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h o m o f ó

B I

c o

En el texto “Critical

Queer

” (“Críticamente subversiva”), Judith

Butler (2002) señala que el término

queer

ha operado desde una

práctica lingüística cuyo objetivo ha sido la degradación del sujeto

al que se refiere. Ha constituido al personaje señalado mediante ese

insulto degradante. Butler señala que la resignificación de

queer

adquiere todo su poder a través de la invocación repetida que rela

-

ciona a la palabra con acusaciones, patologías e insultos.

Queer

es

un vínculo entre significados homofóbicos que intentan resignifi

-

carse.

Para Butler las normas de género sólo funcionan exigiendo la

encarnación de algunos ideales de femineidad y masculinidad, que

casi siempre van unidos a la idealización de la unión heterosexual.

En esta acepción la enunciación performativa “¡es niña!” anticipa

el decreto: “

y

o os declaro marido y mujer”.

d

e ahí la delicia de los

cómics en los cuales se replica por primera vez al bebé de la forma

siguiente: “¡es lesbiana!” Según Butler (2002), lejos de ser una bro

-

ma esencialista la apropiación

queer

de la expresión performativa

imita y expone tanto al poder vinculante de la ley heterosexuali

-

zante como a su expropiación.

d

ar nombre a la niña es el comien

-

zo del proceso por el cual se le impone la “femineización”. La femi

-

neidad no es el producto de una elección, sino la llamada forzosa de

una regla cuya compleja historicidad es inherente a las relaciones

de disciplina, regulación y castigo. Este acuerdo con las reglas del

género es necesario para que tengamos derecho a ser “alguien”.

d

e

esta adhesión a las reglas depende la formación del sujeto. Por lo

tanto, de ninguna manera el género debe entenderse como una

elección o un artificio que podamos intercambiar. Por ello no es

posible concebir al género como un rol o como una construcción

con la cual uno se viste cada mañana. No existe ese “alguien” que

va al guardarropa del género y deliberadamente decide de qué gé

-

nero va a salir ese día. Butler sugiere que la libertad, la posibilidad

y la capacidad de acción se establecen dentro de un espacio funda

-

do en las relaciones de poder. En “Críticamente subversiva” Butler

asevera que la

performatividad

del género sexual no consiste en

elegir de qué género seremos hoy. Performatividad es repetir las

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reglas mediante las cuales nos concretamos. No se trata de una

construcción absoluta de una persona sexuada genéricamente, sino

de una repetición obligatoria de normas anteriores que configuran

al individuo. Estas normas conforman y

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