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ytim27 de Septiembre de 2013

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CARACTERISTICAS INTELECTUALES

El desarrollo intelectual del niño, que en muchas ocasiones se ha reducido al estudio de la inteligencia, es uno de los aspectos que continúan preocupando a los psicólogos, pedagogos e investigadores. Hay varias razones que contribuyen al in¬terés por la investigación y estudio sobre aspectos referidos a la inteligencia o al desarrollo mental, como también se le co¬noce.

En primer lugar, existe la necesidad de sacar el provecho máximo a las habili¬dades del niño; de adecuar los planes de estudio a las características de los esco¬lares; desconocer, por parte de los padres, el potencial de sus hijos; de demostrar, por parte de ciertos grupos interesados, la superioridad o debilidad mental de grupos étnicos o sectores económicos.

Desde sus orígenes, el estudio de las diferencias individuales basadas en la inteligencia ha estado rodeado de misterio, controversia y ambigüedad, entre otras, por las siguientes razones.

No existe un consenso con respecto a lo que se entiende por inteligencia, con relación a su medición, aunque hay mu¬chas definiciones y pruebas para evaluar lo que cada uno considera se llama inteli¬gencia. En algunos casos, pensamiento e inteligencia se ven casi como sinónimos como, por ejemplo, cuando Jean Piaget habla del desarrollo de la inteligencia, haciendo un análisis de las etapas del desarrollo del pensamiento.También encontramos el uso de términos como deficiencia mental en con¬traposición a genialidad, debilidad supe-rimidad mental, retardo mental, etc. Pero el problema, en general, gira en torno a una concepción de inteligencia y a los ins¬trumentos para evaluarla

Los estudios sistemáticos referidos a la inteligencia se remontan a los efectua¬dos por Sir Francis Galton (1822-1911), quien llevó a cabo muchas pruebas para medir lo que él consideró eraVinteligencia: la habilidad para construir y manipular ideas, habilidad que—descansaba en 1-a-s sensaciones básicas (Royer, 1984). Sin embargo, Galton no pudo probar sus hipó¬tesis,pues no necesariamente los indivi¬duos que él consideró como altamente in¬teligentes puntuaron bien en sus pruebas.

El salto cualitativo en las inves¬tigaciones sobre superioridad o deficiencia mental (inteligencia, como preferimos lla¬marla), se dio en Francia con los estudios de Alfred Binet, alrededor de 1900e A Di¬net se le encargó el diseño de programas para los escolares franceses que presen¬taban fracasos en su rendimiento aca¬démico, tendientes a identificar temprana¬mente sus dificultades. Diseñó una escala, con varias subpruebas, llamada Escala né¬trica de inteligencia, con el objetivo de determinar cuáles estudiantes aprenderían y cuáles no.

Aunque la prueba inventada por Binet sirvió de base a otras escalas- de inteligencia como la Terman (Universidad de Stanford), y esta a otras más, el pro¬blema de la definición no fue resuello. Así, es célebre la frase de Binet_, que cuando se le pregunta su concepción de inteligencia responde: inteligencia es una cosa que mide mi test (definición tautologica).

Entre los estudios significativos con respecto a la inteligencia, se destacan los de David Wechsler (1939), quien hizo una escala para adultos conocida como el WAIS; también, la escala para niños desarrollada por él en 1949 y abreviada, WISC, sigue siendo utilizada después de haber sufrido varias revisiones.

No se puede ignorar tampoco el trabajo de J.P. Guilford (1967-1968), quien estuvo interesado en evaluar la ejecución de las personas en varias tareas cognitivas, que nos dieran una idea de la tridimensio-nalidad del funcionamiento intelectual fananic-nlcio clel material, operaci,5n neen"--1 requerida, producto).

Hoy en día, algunos tienden a ver el funcionamiento intelectual y, por ende, la inteligencia, desde la perspectiva de las teorías del procesamiento de la informa¬ción. Se asume que en la base del funcio-namiento intelectual existen procesos referidos a la memoria, el procesamiento de información, habilidades para captar y discriminar, que también tienen que ver con el aprendizaje.

Evaluar el funcionamiento inte¬lectual de cualquier persona siempre será un problema, porque el conflicto de cuánto es heredado o cuánto aprendido aún no se dilucida.

Muchos grupos discriminados de las sociedades desarrolladas como negros, mujeres, latinos, sectores marginales e indígenas han cuestionado los efectos negativos que las pruebas de inteligencia tienen en sus oportunidades académicas y laborales.

Los estudios de Jensen en 1969 en los Estados Unidos levantaron una gran polémica, al afirmar que las diferencias intelectuales entre negros y blancos eran de origen genético. Indicaba que era poco lo que se podía hacer por los negros, pues había una determinación racial, condenan-dolos así a la discriminación educativa y social. Otros estudios han probado lo con¬trario (Kamin, 1974; Scarr-Salapatek, 1971; Weinberg, 1974), por lo que la controversia continúa; se manifiesta la vulnerabilidad de la investigación en que los prejuicios y las ideas preconcebidas de los investigado¬res siempre pueden influenciar negativa¬mente a muchos grupos, generalmente a los que tienen menor poder e influencia.

La definición de superioridad, o inferioridad intelectual, depende de pruebas aun son impresisas e insuficientes: estos instrumentos únicamente son un cri¬terio estático para evaluar un funciona¬miento, que es dinámico, y que a la vez está influenciado por un contexto. En muchas ocasiones los sujetos podrían pun¬tuar mal en las pruebas por factores como desinterés, falta de concentración, cansan¬cio, errores en la aplicación de las pruebas, problemas en la interpretación de los resul-tados, dificultades para comprender las instrucciones, lenguaje o, vocabulario diferente entre el evaluador y el evaluado, grupo social de pertenencia del sujeto al que se le aplica la prueba, para quien estas no tienen sentido o no son familiares para él o por el nivel educativo, tensión, etc.

Establecer categorías con relación a grados de inteligencia a nivel intelectual en el que se ubican las personas siempre es riesgoso, por los problemas señalados ante¬riormente y por las discrepancias en cuan¬to a las definiciones de inteligencia.

Adoptaremos, en el análisis de este tema, la definición dada por Scarr, Carter¬Salzman en 1982.

Inteligencia es aquellos atributos que se centran alrededor de habilidades de razonamiento, conocimiento de la cul¬tura y habilidad para alcanzar solucio¬nes innovativas a los problemas.

(Bernstein, p. 368)

Esta definición enfatiza la capacidad de pensar, pero no excluye la capacidad de adaptación y de acomodarse a ciertos requerimientos culturales, así como el aprendizaje.

La mayoría de las clasificaciones y caracterizaciones sobre la inteligencia par¬ten de las pruebas que se han usado para medirla, aunque una clasificación muy conocida es la de la Asociación Americana de Deficiencia Mental. En esta se toman en cuenta dos criterios básicos: la medición de la inteligencia, tal como se presenta en las pruebas clásicas, y las conductas adap¬tativas de los sujetos (cómo se ajustan los sujetos a los distintos requerimientos so¬ciales).

Desde esta perspectiva, se con¬sidera que una persona es deficiente men-tal cuando su coeficiente intelectual (C.I.) es menor de sesenta puntos en una escala de cien puntos.

El cálculo del coeficiente intelectual es hecho por el especialista con base en ta¬blas dadas para tal efecto. Ha habido cam¬bios en las definiciones de coeficiente in¬telectual acordes con el desarrollo de las teorías e investigaciones, especialmente con la aparición de las teorías de proce¬samiento de la información, en las que el razonamiento, la codificación y la solución de problemas es muy importante. Anteriormente, el coeficiente intelectual se cal¬culaba dividiendo la edad mental entre la edad cronológica, y el resultado se multiplicaba por cien. En la actualidad, el coe¬ficiente intelectual se calcula sumando los puntos que cada sujeto obtiene en cada subprueba correspondiente a su edad. Estos puntajes brutos se comparan con los puntajes brutos obtenidos por los otros sujetos. El puntaje promedio bruto obte¬nido por ies -ajetos-tn cada nivel de- edad se le asigna el coeficiente intelectual de 100. A los otros puntajes brutos se le asig¬nan valores que reflejan cuanto se desvían del promedio obtenido por los sujetos de la respectiva edad.

Este procedimiento se basa en el co¬nocimiento de que el coeficiente intelec¬tual, como cualquier otra característica fí¬sica o psicológica, sigue una curva normal o una distribución de campana, en la que la mayoría de las personas obtienen punta¬les que se ubican en el centro de la curva. Por lo tanto, el coeficiente intelectual indica la posición relativa de cada persona con respecto a la población de la misma edad. (Bemstein y otros, 1988).

a. Clasificación de la deficiencia mental

C.I Nivel de deficiencia Características

50-70 leve La mayoría de las personas con deficiencia mental se ubican en esta categoría. No muestran señales físicas de anormalidad. Los que se ubican en los puntajes superiores en esta categoría pueden lle¬var a cabo tareas como establecer una familia, te¬ner trabajos de tipo mecánico y llevar a cabo cierto aprendizaje escolar l En los niveles inferiores sólo siguen instrucciones de asuntos muy concretos y bien definidos.

35-49 moderada Tienen problemas con la coordinación física: Se les puede entrenar para cuidar de su propio cuer¬po (hábitos de higiene básicos) y para aprender al¬gunas habilidades rudimentarias de escribir

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