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Transferencia


Enviado por   •  18 de Agosto de 2014  •  1.678 Palabras (7 Páginas)  •  207 Visitas

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"El amor es una significación (y esto es) un término vacío. El deseo tiene un sentido (...) pero el amor es vacío" (J.Lacan, 1977)

La transferencia es entonces dentro del dispositivo analítico el punto nodal para poner en acto el inconsciente y acceder a él en la práctica clínica, por ello el deseo del analista en tanto acto transferencial no estará dirigido a convertirse en soporte de identificación, sino a ser de semblante en tanto supuesto saber.

La puesta en juego de la transferencia al mismo tiempo que hace posible la puesta en acto del inconciente también descubre aquello que está desconocido para ese sujeto “que no sabe que sabe” en la medida que el sujeto responde transferencialmente poniendo al analista en el lugar de sostenimiento identificatorio, es de esto, que el psicoanalista “saca provecho” puesto que, lo interesante del quehacer clínico es sostener precisamente la posición de semblante. El dispositivo analítico lo hace posible debido a que en el transcurso del análisis, el amor del analizante se moviliza de diversas maneras, tan es así, que el analista renunciará a la demanda propiamente hecha por el paciente, en este mismo sentido Lacan apuesta a que el deseo del analista estará en dirección al “deseo-no-curar”, con esto Lacan plantea que la dirección y el deseo del analista es llevar un análisis hasta sus últimas consecuencias rompiendo precisamente con el deseo de querer el bien del otro.

En otras palabras, el amor del analista es un amor fundado en lo que Lacan llamará “dar al otro lo que no se tiene” que transcurre más allá de la simpleza yoica. ¿Qué es lo que no se tiene? El saber, sobre ese que llega a la clínica, es sin duda, una demanda de amor y ¿Con qué se responde? Paradójicamente y transferencialmente con aquello que sostenga el lugar del semblante, a saber, una renuncia al lugar del deseo-no-saber aprehendido en el goce, es decir, gozar de ese saber que no nos pertenece en la medida que es producto de la identificación narcisista del analizante, sin embargo, no-ser el Otro para el analizante implica renunciar también al deseo-no-sostenerse como portador de la verdad última, implica no más “que tú analizante desees saber”, que es en contrapunto a lo que denominaría Lacan con ese “no querer saber” llamado-represión.

Por otro lado, podemos decir que la transferencia en psicoanálisis es el artefacto que abre las posibilidades para que ese saber ofrecido al analista sea orientado, no a saber quién o a qué se dirige, más bien qué objeto lo causa en aras de la satisfacción vía goce. Es decir, la clínica bajo transferencia nos coloca en la posibilidad de hacer hablar al síntoma que estaba esperando bajo la primacía del significante amo, es decir, que este síntoma también se encontraba al acecho de un encuentro memorable con el destinatario adecuado, a saber, el analista; es también hacer posible una nueva relación con lo real y desarticular aquello que anuda la estructura fantasmática, como respuesta al lugar que el sujeto ocupa en el campo del otro, como límite propio de su deseo para servirse de un goce que imaginariamente lo seduce a estar en el mismo lugar donde se proyecta la mirada del campo del Otro, un campo distanciado del sujeto no por las condiciones mismas que él le otorga, si-no paradójicamente, por el distanciamiento que hace el sujeto más allá de la misma lógica fantasmática, para dar paso no solo a una nueva relación con lo real sino de igual manera a una relación inédita con las fuerzas psíquicas que se resisten a la muerte y que se anudan al deseo.

De esta manera el analista se pone en juego a medida que es soporte del amor transferencial, dado por aquel que se interroga sobre sí, por aquel que trae consigo un saber que ignora, que al parecer no lo involucra y que al menos para él no es voluntario aun teniendo un propósito especifico no sabido, puesto que es un saber Icc. Es en virtud de ello que una demanda desde este lugar hace posible la clínica de la transferencia.

Puesto que, como es bien sabido quien hace una demanda es por que algo no marcha igual como lo hacia hasta entonces, es la manifestación de algo que se encontraba a la espera y como diría Lacan en la zona larvaria, sin haber salido a la luz y que quizás le pertenezca a la posición del analista.(1) Se puede decir que, aquello que se manifiesta sorpresivamente, converge, tropieza y esto que se produce cobrará efectos de hallazgo en la exigencia misma de su realización.

Pero para esto dice Lacan en el seminario XI, después del apólogo al restaurante chino citando a Tiresias, indica que, en la cita con la transferencia, es preciso que el analista sea más que el ciego que adivina, se trata que el analista “tenga tetas” que vía su presencia se ofrezca como objeto. Es decir, la investidura libidinal que se pone en marcha por el amor y la pulsión, tendrán aquí su despliegue, claro está, y tanto el paciente como el analista tendrán que vérselas en esta “condición de amor”, pero a decir verdad, las posibilidades que muestra esta “condición

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