Un GRAN día

Un GRAN día

Camille miro a sus nuevos estudiantes a través del cristal de la ventana y un temor repentino se posó en su pecho. Ella era la primera hada en ser aceptada como maestra en aquel prestigioso colegio de gigantes. Y su temor se incrementó aún más cuando noto que había al menos de 15 de ellos dentro del aula. Pero se negó a dejar que el miedo la apartara de su camino, la realidad era que a pesar de su pequeñísima estatura ella era una de las mejores en su campo, su metodología no incluía la amenaza de reprobar a sus estudiantes, su estrategia metodológica estaba basada en el respeto y la tolerancia, en otras palabras, ella amaba lo que hacía y amaba hacerlo bien; además Camille nunca había sido una cobarde y no iba a empezar ahora cuando tenía un reto tan importante por delante, incluso si existía la enorme posibilidad de que alguno de sus nuevos estudiantes  la aplastara por accidente al confundirla con una mosca, apartando esa idea de su mente y tomo un pequeño pomo situado junto a uno mucho más grande y que estaba incrustado en una  puerta descomunal,  lo hizo girar y otra puerta, una  exactamente de su tamaño se abrió dentro de la más grande para permitirle entrar. Probablemente pensó, la habían instalado después de ser aceptada dentro de la institución y lo agradecía porque eso iba a ahorrarle muchos problemas. Tomó una profunda inhalación y se adentró en el salón de clases,  como esperaba nadie notó su llegada, los jóvenes gigantes continuaron hablando y gastándose bromas entre sí sin percatarse de la pequeña profesora que volaba lentamente hacia su nuevo y exageradamente grande escritorio. Camille aterrizó con suavidad y sus traslucidas y pequeñas alas cayeron con suavidad a su espalda, se fijó en la madera que estaba tan cuidadosamente pulida que incluso pudo ver su propio reflejo mientras avanzaba hacia un aparato ubicado cerca de una de las esquinas de la mesa.  

Era algo muy parecido a un gramófono, salvo que en lugar de estar apoyada sobre una  pequeña caja de madera de roble, la enorme bocina estaba ajustada al escritorio, y en lugar de diafragma, aquel gramófono modificado, terminaba en una pequeña boquilla que se ajustaba perfectamente a su estatura.

Cerró los ojos un momento antes de hablar en la boquilla.

―Buen día, estudiantes.

Hubo un incómodo silencio al tiempo que quince pares de ojos se enfocaron en la enorme bocina ubicada sobre el escritorio, un segundo después se fijaron en ella.

Un terror frio la recorrió.

― ¿Quién dejo entrar a la pulga? ― pregunto un joven gigante del fondo del salón, un coro de risas le siguió al comentario.

Camille apretó los dientes, aquello no había empezado precisamente bien, aunque teniendo en cuanta el contexto en el que se estaban desarrollando las cosas supuso que hubiera podido ser peor.  

―Soy Camille Fairy― dijo, pasando de la ofensa. ―Y  a partir de hoy tengo la grata responsabilidad de ser su nueva profesora.

Silencio…

Se aclaró la garganta y su voz volvió a resonar en el aula gracias al efecto de la enorme bocina.

―Escuchen― su voz fue tranquila aun cuando los gigantes la miraban con incredulidad y recelo, y comprendió que en esos momentos ellos podían estar incluso más asustados de lo que ella lo estaba, ―Amo enseñar, amo dar todo lo que este en mis manos, aun cuando son muy pequeñas, para ayudar a nuevas mentes a mejorar. Amo brindar todo mi conocimiento en pro del aprendizaje de otros. Entiendan, esto es tan extraño para mí como para ustedes, pero les prometo que daré todo lo que tenga que dar para aportar en el proceso de su educación y espero que podamos llevarnos bien y que me permitan aprender de ustedes tanto como ustedes podrán aprender de mí.

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