Una Mente Prodigiosa
ALEX901028 de Marzo de 2015
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1- La mente y la menoria
La mente
Es la facultad que tiene cada una de nuestras células para poder pensar, razonar, memorizar, imaginar, aprender, sentir, elegir, etcétera. Como en el cerebro poseemos infinidad de células más que en el resto del cuerpo, tenemos la sensación de que nuestra mente reside ahí, y ello es en cierto modo correcto.
Nuestra mente es compleja y tiene capacidades conscientes y sub¬conscientes. Por este motivo puede actuar de ambos modos.
La CONSCIENCIA la usamos exclusivamente para razonar y para elegir, y a veces también para pensar (el pensamiento está con¬trolado básicamente por nuestro subconsciente).
En el SUBCONSCIENTE, en cambio, reinan sensaciones diferentes, y aquí es donde residen principalmente la memoria, los sentimientos y la imaginación, por lo que es donde nos vamos a centrar de manera especial.
El INCONSCIENTE podríamos definirlo como una parte del mencionado subconsciente, de difícil acceso, donde se archivan los traumas pasados como mecanismo de defensa.
La memoria
Es la capacidad mental que nos permite guardar o retener una in¬formación o conjunto de datos.
La memoria está intrínsecamente relacionada con el concepto de APRENDIZAJE, siendo este el conocimiento y el razonamiento de lo memorizado.
La memoria funciona como un almacén (entran y salen datos con¬tinuamente), y, como dije anteriormente, reside en la parte de la mente que llamamos subconsciente. Buena prueba de ello es que todo lo que vamos viendo o detectando por cualquiera de nuestros sentidos a lo largo del día es almacenado o memorizado inconscientemente, nosotros no lo provocamos, y ni siquiera nos damos cuenta.
En cualquier momento del día podremos recordar fácilmente qué hemos estado haciendo en sus horas previas, o incluso en días pasa¬dos, y lo sabremos con facilidad, ya que lo hemos ido memorizando según iba transcurriendo ese tiempo. Este hecho ha sido posible gra-cias a un proceso de memorización totalmente inconsciente.
Otra forma de demostrar que esa capacidad de almacenaje de da¬tos reside en el subconsciente viene dada cuando a veces, en distintas circunstancias nos vemos incapaces de controlar nuestra memoria. Por ejemplo, en la realización de ciertos exámenes importantes la ma¬yoría de las personas pueden padecer esa especie de parálisis cerebral, o de bloqueo mental, que, causado por un exceso de presión y de ten¬sión emocional, llega incluso a impedir el correcto funcionamiento de nuestra memoria (al igual que el de otras facultades mentales).
Si nuestra memoria fuese usada y controlada conscientemente, nunca se nos quedaría en blanco ni tampoco nos jugaría malas pasa¬das. ¿Cuántas veces se nos han quedado ciertos datos en la «punta de la lengua» y cuanto más nos esforzamos en intentar recordarlos más nos cuesta? ¿Quién no ha sido algunas veces traicionado por su me¬moria?
Por residir la memoria en el subconsciente, nunca podremos do¬minarla al 100 %, aunque con práctica y entrenamiento sí lo haremos en un 99,9 % de las ocasiones.
Bien, ya sabemos que nuestra memoria es un almacén que sirve para guardar información. Da igual que esta esté almacenada en forma de datos visuales, auditivos o de cualquier otro tipo. En cualquier caso, lo que de verdad nos interesa a nosotros ahora es conseguir sus llaves de acceso y, con ellas, el control absoluto de ese almacén. Por tanto, vamos a conocer sus mecanismos, a saber cómo funciona y también por qué motivos nos puede fallar a veces. En resumen, se trata de poder sacar el máximo rendimiento de nuestra memoria y de usarla de la manera más eficaz posible.
TIPOS DE MEMORIA
La memoria podemos clasificarla de dos formas distintas:
A) Atendiendo al tiempo que somos capaces de retener la
B) información memorizada:
— De CORTO PLAZO, cuando, por ejemplo, nos dicen todos los dígitos de un número de teléfono y sucede que, si no los ano¬tamos inmediatamente, se nos olvidan, pues solamente somos capaces de poder retenerlos durante unos pocos segundos. A veces nos repetimos dicho número para nosotros, de forma in¬cesante, para escucharlo de nuestra propia voz y así poder re¬cordarlo mejor hasta que lo anotemos.
— De MEDIO PLAZO, cuando la información se retiene uno o dos días a lo sumo.
— De LARGO PLAZO, cuando es retenida meses o años y solo requiere de pequeños estímulos para mantenerla nítida en nues¬tro recuerdo. A modo de ejemplo puede valemos el nombre de la ciudad donde nacimos, la imagen de la cara de un hermano o la voz de nuestro padre.
B) Atendiendo al sentido por el que percibimos el tipo de la in¬
formación a memorizar. Así, la memoria puede ser:
— VISUAL, es la más importante y poderosa de todas, y gracias a
ella podemos recordar las cosas que vemos. En el caso de un
estudiante que está leyendo un texto, su mente puede proceder
a transformar esas palabras que ve escritas en imágenes, las
cuales forman la llamada memoria fotográfica (que no debe ser
confundida con la memoria eidética), siempre y cuando esta
persona haya conseguido adquirir la destreza necesaria.
Mientras una persona está leyendo se van produciendo una serie de enlaces, más o menos lógicos, de todos los datos que lee. Estos son interpretados por su mente subconsciente junto con los datos que esa persona memorizó anteriormente o que ya tenía adquiridos desde una época pasada. A la comprensión de los datos que la mente es capaz de retener o de asimilar es a lo que vamos a denominar aprendizaje.
El estudiante solo aprende cuando es capaz de razonar y de com¬prender lo que está memorizando. Esto es posible si trabaja con datos a los que llamaremos secuenciales, los cuales estudiaremos más adelante. Hay otro tipo de datos (llamados datos puros) que no pueden ser ra¬zonados y que, por tanto, no pueden aprenderse, aunque sí pueden
memorizarse fácil y profundamente en la memoria de largo plazo. Tam¬bién los veremos en breve.
Observemos con atención cómo distinguimos claramente entre los conceptos de memorizar y de aprender. Muchas personas pueden ha¬ber memorizado datos, pero a lo mejor ni siquiera saben que los han memorizado, con lo cual no han aprendido absolutamente nada. Para aprender hay que poder entender y razonar lo que ha sido memorizado, y además se ha de tener una clara consciencia de esos datos. La acción de aprender crea experiencia, es decir, aquella persona que ha apren¬dido algo podrá deducir sus conocimientos en el futuro cuando sea ne¬cesario, pudiendo entonces usarlos para algún fin. En cambio, el que ha memorizado a lo bruto, sin entendimiento, será incapaz de respon¬der acertadamente cuando alguien le formule una pregunta planteada de forma distinta a como él la memorizó.
Ahora quisiera desmitificar lo que normalmente se entiende por memoria fotográfica, es decir, lo que supuestamente poseen ciertas personas que, de una manera más o menos mágica y en un abrir y ce¬rrar de ojos, les permite ir haciendo «fotografías» de todo lo que ven, por ejemplo de una habitación, y retener esa información nítidamente en su recuerdo, como si la estuviesen volviendo a ver. Esa idea es completamente falsa y nadie puede hacer eso. Me incluyo yo también, por supuesto.
Sí es cierto que todos tenemos la capacidad para hacer o recordar pequeños flashes fotográficos, pero estos solo perduran unas déci¬mas de segundo en nuestra memoria, aunque pueden ser desarrollados con el entrenamiento. Constituyen la memoria eidética.
En cualquier caso, la memoria más fuerte será aquella basada en imágenes, y más aún la que se componga de imágenes que posean movimiento, lo que yo denomino vídeo mental. Sin duda, esta es la mayor arma memorística que todos los humanos poseemos para memorizar y también para poder leer velozmente. Fíjate, por ejemplo, lo bien que se nos queda la información de una película que estamos viendo en el vídeo de nuestra casa. Ello es así porque precisamente es¬tamos viendo esas imágenes en realidad. Pues bien, nosotros somos capaces de forzar la aparición de tales imágenes mentales aumentando la rapidez de nuestra lectura, incrementando así la velocidad de me¬morización de una manera impresionante.
El resto de los sentidos que poseemos también pueden hacemos memorizar una información, pero estos son realmente mucho menos eficaces. Siguiendo con ellos, y por orden de importancia, nos encon¬traríamos en el siguiente lugar con la memoria que funciona a través del oído, y que se denomina:
— AUDITIVA, una memoria muy usada diariamente y que nos
permite, por ejemplo, memorizar y recordar una canción.
Fíjate que en primer lugar se memoriza y posteriormente se re¬cuerda, por lo que, lógicamente, no podremos recordar nada que no hayamos memorizado con antelación. A veces puede llegar a cos¬tamos recordar una información ya memorizada, debido a ciertos mecanismos de censura inconsciente que poseemos y que son en rea¬lidad sistemas defensivos que utiliza nuestra mente de vez en cuando (para algunas personas lo hace con más frecuencia de la que ellos quisieran).
— GUSTATIVA, sin necesidad de explicarla. ¿Quién no es capaz de recordar el sabor de su comida preferida? Sobre todo cuando la está comiendo otra vez.
— OLFATIVA, gracias a ella y a nuestro olfato podremos me¬morizar y recordar los olores.
— TÁCTIL, recordando mediante el tacto las sensaciones que un día percibimos a través de nuestra piel.
Finalmente, hay otro tipo de memoria interesante, la llamada me¬moria QUINESTÉSICA, la cual nos permite realizar todo tipo
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