VIOLENCIA
hoyonegro17 de Septiembre de 2013
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El estudio del desarrollo de la personalidad ha sido un tema de gran relevancia dentro de las ciencias humanas, sobre todo de la Psicología; estos estudios han permitido desarrollar diferentes técnicas de estudio y teorías sobre la misma, que a su vez han permitido a las ciencias humanas y sociales entender cómo se forma la personalidad y los factores que la afectan. Comprender un fenómeno es el primer paso para intervenir en él. En este caso, sería de gran valor para evitar el deterioro de la personalidad de los niños si es que existe.
La violencia intrafamiliar es un tema que en los últimos años ha crecido notablemente debido a la falta de conciencia que tienen los ciudadanos. Comprenderlo e identificarlo, puede ser a simple vista fácil, pues hasta con una simple palabra se puede causar un daño irreparable. Es un problema social de grandes dimensiones que afecta sistemáticamente a importantes sectores de la población, especialmente a mujeres, niñas, niños, ancianos y ancianas
El propósito de esta investigación es conocer los rasgos de personalidad de niños con padres violentos, para identificar los estilos de personalidad promovidos en esas circunstancias. Conocer los estilos de personalidad, que son resultado de tener padres con conductas violentas, permite entender cómo afecta el desarrollo de la personalidad de un niño.
Debido a que no se toma en cuenta los efectos que generan la violencia intrafamiliar en el desarrollo de aspectos psicológicos que influyen en la personalidad, se han elaborado teorías sobre el desarrollo de la personalidad que responden a muchos factores. En cuanto a los efectos de la violencia ejercida de un padre sobre un niño aún no se conocen los factores que intervienen y tienden a confundirse los elementos entre sí.
Influencia familiar en la socialización durante la niñez
La conducta social de los niños se desarrolla mediante un proceso de socialización a lo largo de la vida, por el cual el sujeto adquiere las habilidades, los roles, las expectativas y los valores del grupo cultural o social al que pertenece. La socialización es importante porque ayuda al sujeto a ser un miembro útil y aceptable de la sociedad, que propicia y contribuye a la cultura. En cualquier parte del mundo, los padres reconocen cuán importante es la socialización; lo cual se manifiesta en los objetivos que comparten para el desarrollo del niño. Por ejemplo, los padres desean que su hijo sea saludable y se desarrolle físicamente bien, asimismo que se capacite, de tal manera que en la edad madura llegue a la autosuficiencia económica y piense y actué satisfactoriamente dentro de la estructura cultural; en este sentido, los padres tienen interés especial en inculcarle la moral, los códigos, las leyes, la religión y una ideología política (LeVine, 1974).
El proceso de socialización comienza en la infancia conforme se establecen las relaciones entre padres e hijos. En la niñez la socialización es, en algún grado, un proceso recíproco o de intercambio, en el cual el niño y las personas con las que se relacionan se influyen mutuamente: se socializan recíprocamente.
Las relaciones entre padres e hijos
Las relaciones que los padres establecen con sus hijos pueden variar en calidad y cantidad. Muchos psicólogos se han abocado al examen de la calidad de las relaciones entre padres e hijos, y en cómo esa calidad afecta el desarrollo social del niño. Algunas veces, las interacciones son afectuosas, tolerantes y proteccionistas; pero otras, son hostiles, déspotas, de rechazo o indiferencia. Sin embargo, casi todas las familias muestran una amplia gama de interacciones.
Cuando los padres acuden a la técnica del empleo de la fuerza, pretenden disciplinar a sus hijos mediante la mayor fuerza física que poseen, al amenazarlos con aplicar algún tipo de castigo. Con esta técnica, los padres con frecuencia pierden la calma y, algunas veces, abusan verbal o físicamente del niño.
Según Hoffman (1970), cuando se utiliza esta técnica disciplinaria con exceso, los niños tienden a ser coléricos y violentos. Además, los niños controlados por el empleo de la fuerza, generalmente, fracasan en su intento por lograr la internalización de las normas morales. Estos niños tienen una mayor propensión a ceder a las tentaciones y, después de cometer una "fechoría", están menos dispuestos a sentirse culpables o a confesar su error. En vez de ello, observan las claves externas para juzgar si su conducta será o no castigada; sin embargo, lo anterior no significa que el castigo provoca solo un impacto negativo en los niños. En efecto, aunque el castigo frecuente o demasiado severo es dañino, el moderado puede ser un recurso idóneo en determinadas circunstancias.
El tamaño de la familia
Mientras mayor es el número de hijos en una familia, menores son las oportunidades que tienen los padres de interactuar con ellos de manera individual. Los padres de familias más pequeñas tienden a relacionarse afectuosamente con cada hijo y a percibir mejor sus necesidades específicas (Bossard y Boll, 1960).
Pero conforme el tamaño de la familia aumenta, en particular a partir del sexto hijo, cambian las actitudes y la conducta de los padres. En efecto, los padres con muchos hijos tienden a ser menos afectuosos, pasan menos tiempo con cada niño y emplean la disciplina con castigo físico. Conforme la carga de trabajo de los padres en el hogar se incrementa, disponen de menos tiempo para tratar a cada hijo. Además las responsabilidades del cuidado del niño en las familias grandes recae en los hermanos mayores, que no tienen la capacidad para desempeñar esas responsabilidades, ni la de emplear al razonamiento cuando el hermanito se porta mal (Bossard y Boll, 1960).
Conducta antisocial: la agresión
Esta se refiere a las actividades negativas que promueven relaciones desconsideradas y antagónicas entre las personas. Esta clase de conducta incluye el egoísmo, el robo, el engaño, el ataque deliberado contra lo que la otra persona cree de ella misma, los insultos verbales y la violencia. La conducta antisocial más estudiada es la agresión física y verbal.
Con el propósito de definir la conducta agresiva, se debe convenir en que una serie de acciones que causan daño físico o psicológico a otra persona, como cuando un niño golpea, patea, lanza objetos, insulta y aun amenaza. La agresión se distingue de la seguridad de sí mismo, pues ésta involucra luchar por los derechos individuales sin ser hostil. La conducta agresiva es la intención de causar daño a otras personas.
Una causa es la frustración, es decir, el estado en el cual uno encuentra un impedimento para alcanzar un objetivo. Existen pruebas de que los niños con frecuencia agreden en tales circunstancias (Berkowitz, 1973). Aun en severas condiciones de frustración, los niños se abstienen de utilizar la violencia si tienen otra alternativa. Otro factor que parece contribuir a aumentar la conducta agresiva es la rivalidad.
Cuando existe competencia, se da más la agresión; las personas atacadas tienden a devolver el ataque, aun si el incidente fue accidental.
La agresión puede expresarse a través de la hostilidad y el esfuerzo por conseguir un determinado objetivo. Feedback (1964) propuso una distinción entre la agresión hostil y la agresión instrumental. La intención de la agresión hostil es dañar a otra persona, mientras que la agresión instrumental pretende obtener un resultado.
Ventajas y desventajas del castigo
Antes de la década de 1930-1940, era común que los padres aplicaran el castigo físico para promover el control de esfínteres y el destete, y también para evitar que el niño se chupara el dedo pulgar o se masturbara.
Después la escena comenzó a cambiar, como resultado de la aceptación de las teorías psicoanalíticas. Skinner (1938) fortaleció el argumento contra la aplicación del castigo, cuando demostró que el castigo suprime solo temporalmente una fuerte conducta operante en las ratas. Para muchos especialistas en el cuidado de los niños, la conclusión parecía clara: si el castigo no elimina la conducta indeseable, y más bien causa problemas de personalidad, entonces el castigo no debe aplicarse. Los castigos empezaron a disminuir y a los niños se le permitió expresarse con libertad.
La aplicación excesiva del castigo puede provocar efectos negativos en el desarrollo social, además de problemas de personalidad en el niño; pero las demostraciones actuales no fundamentan la creencia de que una aplicación moderada es nociva. El castigo no elimina la tendencia del niño a realizar determinados actos, pero puede ser eficaz para evitar la comisión del acto. Sin embargo, el objetivo no es suprimir la mala conducta, sino que la supresión sea útil porque permite una oportunidad para reemplazar los actos malos por actos más aceptables.
Efectos secundarios del castigo
Existen varios efectos secundarios que son potencialmente dañinos, aunque solo se tratarían de dos: primero, existen pruebas de que el castigo puede hacer agresivo al niño. Una razón es que los padres sirven como modelo de agresividad y cuando el niño observa que el empleo de la fuerza, en especial la agresión física, es un refuerzo eficaz y aceptable para lograr lo deseable, imita esta conducta en su trato con otras personas.
Los estudios de la agresión en adolescentes demuestran la estrecha relación entre su agresividad y los patrones de castigo físico que experimentaron durante su niñez (Button 1973, Walters y Grusec, 1977). El castigo también puede provocar agresividad cuando
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