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Vejez Y Muerte


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2013  •  1.816 Palabras (8 Páginas)  •  208 Visitas

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La vejez y la muerte

La vejez despierta miedo. Se asocia a ella la idea del deterioro y la muerte. Este temor carente de "función realista" (2), opera en el sentido de negar – y por lo tanto mantener en el desconocimiento – el proceso evolutivo natural del sujeto humano. Algunos autores del Río de la Plata han analizado los prejuicios subyacentes, que sustentan las actitudes de distanciamiento y segregación que se desprenden de estas creencias.

No obstante la muerte, sigue silenciada en el discurso, y el tema – a nuestro parecer – es tratado por la filosofía, la religión y el arte, más que por la psicología y el psicoanálisis.

Este comportamiento es de algún modo ‘normal’ para nuestra cultura, donde el mito de la eterna juventud obtura la aceptación del paso del tiempo, que equivale a decir la vida misma. Asistimos a un bombardeo permanente de imágenes ‘acompañadas’ de palabras, instándonos a transformar el cuerpo en objeto de un culto obsesivo. Ser bellos, exitosos y siempre jóvenes es casi el paradigma de felicidad en nuestra vida cotidiana. Para Lipovetsky (3) se trata de "... una sociedad centrada en la expansión de las necesidades /.../ que re-ordena la producción y el consumo de masas bajo la ley de la obsolescencia, de la seducción y de la diversificación."

El ideal de perfección estética ha desplazado drásticamente a otros valores. No es absurdo que suceda, pues sabemos de los adelantos de la ciencia y la técnica, que posibilitaron el aumento de la esperanza de vida.

Esperanza y calidad de vida son nociones diferentes.

Hoy, es posible prolongar la vida y es un hecho notable, que la alta especialización de la ciencia plasmó. Pero cuando hablamos de la calidad se torna necesario identificar las distintas dimensiones y sentidos posibles. La expresión se crea asociada al concepto de calidad total en las empresas, vinculada a la obtención de un producto óptimo y se aplica en el ámbito del trabajo terapéutico. Nuestra tarea, que requiere de la permanente atención de la propia subjetividad en ocasión de la presencia del otro, necesita revisar estas nociones, muchas veces impuestas como principios generales de cualquier actividad. Con esto quiero significar la importancia del proceso en los diversos quehaceres.

Verdugo Alonso (4) cita algunos indicadores de la calidad de vida (USA, 1996), a saber: bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, autodeterminación, inclusión social, derechos.

La OMS, asimismo, también propone indicadores estandarizados con el fin de evaluar las intervenciones que se definen con el objetivo de "mejorar la calidad de vida."

¿Cómo llenar de contenido cada uno de los aspectos mencionados? Y sobre todo ¿cómo considerarlos en función de nuestro contexto?

Me permití esta digresión para referirme a una expresión que tuve oportunidad de escuchar (5) y aludía la "calidad de muerte". El autor toma conciencia de sus propios temores y fantasías en torno a la muerte, para elaborar una modalidad de trabajo que permita afrontar y aceptar en las personas viejas esta experiencia inefable. Desde una concepción psicoanalítica analiza los distintos niveles de contacto que los niños y jóvenes tienen con la idea. Creo pertinente citar aquí un ejemplo compartido por él "... la pregunta de un hijo al padre al enterarse de la muerte del abuelo: - ¿Quién lo mató, papá?."

En la medida en que el morir ya no sucede en la propia casa, nos vamos despojando de la muerte natural como hecho cotidiano y entonces se asimila a la triste consecuencia de un acto violento, a lo dramático, o al resultado de la lucha de los ‘malos contra los buenos’ y viceversa.

La propia palabra está connotada de cierta opacidad, es una experiencia de la que no poseemos relato, está en el registro de "lo innombrable" (6), "Freud destacó el hecho de que nuestra muerte no nos es representable, frente a ella somos siempre espectadores." También afirmó que no existen diferencias entre la vivencia subjetiva del hombre primitivo y el actual, ya que para ambos este hecho es "inimaginable e irreal".

Para Khan (7) "la gente muere y está muerta. Pero la muerte es infinita. A la muerte se le han pintado los rasgos más macabros y extraños: no obstante la muerte está más allá de todo lo que se imagine. Los seres humanos no pueden imaginar lo que no ha estado en la experiencia vivida de nadie. Combinamos imágenes vivientes y declaramos que tienen el semblante de la muerte. No es así, son mentiras sobre el morir y la muerte elaboradas por los que viven. La muerte permanece silenciosa y perceptiblemente invisible. La espera* nos involucra con anuncios de la muerte, o por lo menos así lo pensamos."

*"Cioran (El Aciago Demiurgo) confesaba: "Mi razón se tambalea ante todo lo que debe llegar. No es lo que me espera, es la espera en sí, es la inminencia como tal, todo lo que me roe y me espanta. Para hallar un simulacro de paz necesito aferrarme a un tiempo sin mañana, a un tiempo decapitado", citado por Silva García, Mario ("La gran desconocida", Revista Relaciones Nº 128/129, Montevideo enero-febrero de 1995)

La vida, la muerte, la escucha

"...¿Qué errante laberinto, qué blancura

ciega de resplandor será mi suerte,

cuando me entregue al fin de esta aventura

la curiosa experiencia de la muerte?

Quiero beber su cristalino Olvido

ser para siempre; pero no haber sido."

Borges, "Los Enigmas" (en El otro, el Mismo) [1964]

"¿Qué es vivir?

Heráclito decía: ‘Morir de vida, vivir de muerte.’ Nuestras moléculas

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