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Vejez Y Muerte


Enviado por   •  24 de Mayo de 2013  •  2.815 Palabras (12 Páginas)  •  271 Visitas

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INTRODUCCION

El Psicólogo se ha convertido en una herramienta muy importante para el desarrollo de la sociedad, por eso se evidencia en este trabajo un tema muy complejo como lo es: la muerte y la importancia de estudiarla en pro de la formación profesional del psicólogo ya que la muerte es una etapa del ciclo de la vida que conlleva al fin de la vida terrenal, una etapa inevitable que a todo los individuos tarde o temprano nos llega y tenemos que asumirla de la mejor manera posible, por esta razón la labor del psicólogo es indispensable, de mucha responsabilidad y apoyo puesto que en su labor esta orientar a la sociedad para que conlleve estos procesos de una manera tranquila, sin depresiones o traumas; se constatan temas indispensables como la religión judeocristiana, novela de Iván de Tolstoi, funeral fúnebre, carácter semiótico y significado de la muerte particularmente de la religión judeocristiana los cuales permiten analizar la etapa de la muerte a profundidad, lo cual es de suma importancia para que en el futuro se brinde un excelente apoyo a quienes viven esta etapa ya sea con un familiar o un allegado.

3) Discutir el carácter semiótico de la muerte, particularmente en la tradición judeocristiana.

EL HOMBRE Y EL DESTINO. SIGNIFICADO DEL «GOZO DE VIVIR»

Juzgada desde la perspectiva judeocristiana, la religión griega parece haberse formado bajo el signo del pesimismo: la existencia humana aparece, por definición, como algo efímero y sobrecargado de miserias. Homero compara a los hombres con «las hojas que el viento abate en tierra» (lííada, VI, 146 y sigs.). Mimnermo de Colofón, poeta del siglo VII, recoge esta comparación en su larga enumeración de males: pobreza, enfermedades, duelos, vejez, etc. «No hay un solo hombre al que Zeus no envíe los males por millares.» Para su contemporáneo Semónides, los hombres son «criaturas de un día», que viven como las bestias, «sin saber por qué camino llevará el dios a cada uno de nosotros hasta su destino».26 Una madre pedía a Apolo que recompensara su piedad otorgando a sus dos hijos el mayor regalo que el dios fuera capaz de hacerles; el dios otorgó lo que se le pedía y los dos niños fallecieron al instante sin sufrimiento alguno (Herodoto, I, 31,1 y sigs.). Teognis, Píndaro, Sófocles proclaman que la mayor suerte que podría caber a los humanos sería no haber nacido o, una vez nacidos, morir cuanto antes.2" Pero tampoco la muerte resuelve nada, puesto que no significa la extinción total y definitiva. Para los contemporáneos de Homero, la muerte significaba una existencia ulterior disminuida y humillante en las tinieblas infra terrestres del Hades, poblado de sombras pálidas desposeídas de fuerza y memoria (Aquiles, cuyo fantasma logra evocar Ulises, afirma que preferiría ser en la tierra esclavo de un hombre sin grandes recursos «en vez de reinar sobre todos los muertos»).28 Por otra parte, el bien que se hubiera hecho en la tierra quedaba sin recompensa y el mal no sufría ningún castigo. Los únicos que sufrían torturas por toda la eternidad eran Ixión, Tántalo, Sísifo, por haber ofendido a Zeus en persona. Y si Menelao no descendió al Hades, sino que fue trasladado al Elíseo, fue porque, al casarse con Elena, se había convertido en yerno de Zeus. Según la tradición transmitida por Hesíodo (véase § 85), otros héroes gozaron del mismo destino. Pero se trataba de unos pocos privilegiados. Esta concepción pesimista se impuso fatalmente cuando el hombre griego tomó conciencia de la precariedad de la condición humana. Por una parte, el hombre no es stríctu sensu «criatura» de una divinidad (idea compartida por cierto número de religiones arcaicas y por los tres monoteísmos); en consecuencia, no se atreve a esperar que sus oraciones consigan establecer una cierta «intimidad» con los dioses. Por otra parte, sabe que su vida está ya decidida por el destino, la moira o la aisa, la «suerte» o «porción» que le ha sido asignada, es decir, el tiempo que se le concede hasta la muerte.29 En consecuencia, la muerte ya queda decidida en el momento de nacer, y la duración de la vida estaba simbolizada por el hilo que hilaba la divinidad.' Pero hay algunas expresiones como tmoira de los dioses» {Odisea, III, 261) o misa de Zeus» {litada, XVII, 322; Odisea, IX, 52) que dan a entender que es el mismo Zeus es el que determina las suertes. En principio, el dios podía modificar el destino, como se dispuso a hacerlo en el caso de su hijo Sarpedón (liada, XVI, 433 y sigs.) en el momento en que la vida de éste acababa de llegar a su término. Pero Hera le hizo ver que semejante gesto tendría como consecuencia la anulación de las leyes del universo —es decir, de la justicia (dike) y Zeus le dio la razón.

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26. Los poetas jonios parecen aterrorizados por la miseria, las enfermedades y la vejez. Sus únicos consuelos posibles son la guerra y la gloria o los goces que proporciona la riqueza.

27. Teognis, 425-428; Píndaro, frag. 157; Sófocles, Edipo en Coloma, 1219 y sigs.

28. Odisea, II, 489-491. Palabras que se han hecho célebres, pero que provocarán la crítica despiadada de Sócrates; véase Platón, República, III, 386 a-387 d-388 b.

29. La significación de los términos moira y aisa ha variado después de Homero. Estas potencias casi demoníacas, que impulsaban a los hombres a la locura, fueron más tarde personificadas y convertidas en tres diosas. Las tres Moiras aparecen por vez primera en Hesíodo [Teog., 900 y sigs.) como hijas de Zeus y Temis.

30. AI principio «hilaban» los «dioses» (Od., 20, 196, etc.), el daimon {Od, 16, 64), la moira {II, 24, 209) o aisa (II, 20, 128).

Tomado de: Libro Mircea Eliade (Historia de las creencias y las ideas religiosas), De la edad de piedra a los misterios de Eleusis.

Editorial: Paidós Volumen 1, Barcelona, Buenos Aires, México págs. 336,337.

Según Sesma Muñoz, en el seno de la tradición judeocristiana del occidente europeo los hombres y mujeres, ricos y pobres, urbanos y rurales, jóvenes y viejos que se ven en trance de dictar sus últimas voluntades, califican la vida terrenal con expresiones duras y amargas: miserable, incierta, engañosa, transitoria, como si estuvieran convencidos de que estaban en un valle de lágrimas, al tiempo que contemplaban la muerte como

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