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Yo Grande

17 de Mayo de 2015

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JACQUES DERRIDA (1930-2004 )

Filósofo francés, cuyo trabajo originó la escuela de deconstrucción, una estrategia de análisis que ha sido aplicada a literatura, lingüística, filosofía, jurisprudencia y arquitectura. En 1967, publicó tres libros: Speech and Phenomena (1), Of Grammatology (2), y Writing and Difference (3), que han introducido el punto de vista deconstructivista en la lectura de textos. Derrida ha resistido ser clasificado, y sus últimos trabajos continúan redefiniendo su pensamiento.

Nació en El-Biar, Argelia. En 1952 comenzó su estudio de filosofía en la Escuela Normal Superior de París, donde más tarde enseño desde 1965 a 1984. Desde 1960 a 1964, Derrida enseñó en la Sorbona, en París. Desde los comienzos de 1970 ha dividido mucho de su tiempo entre París y Estados Unidos, donde ha enseñado en universidades tales como Johns Hopkins, Yale, y la Universidad de California, en Irvine. Otros trabajos suyos incluyen Glas (1974) (4) y The Post Card (1980) (5).

La obra de Derrida se centra en el lenguaje. Sostiene que el modo metafísico o tradicional de lectura produce un sinnúmero de falsas suposiciones sobre la naturaleza de los textos. Un lector tradicional cree que el lenguaje es capaz de expresar ideas sin cambiarlas, que en la jerarquía del lenguaje escribir es secundario a hablar, y que el autor de un texto es la fuente de su sentido. El estilo deconstructivista de lectura de Derrida subvierte estas presunciones y desafía la idea de que un texto tiene un significado incambiable y unificado. La cultura occidental ha tendido a asumir que el habla es una vía clara y directa para comunicar. Derrida cuestiona esta presunción en psicoanálisis y lingüística. Como resultado, las intenciones de los autores en el discurso no pueden ser incondicionalmente aceptadas. Esto multiplica el número de interpretaciones legítimas de un texto.

La deconstrucción muestra los múltiples estratos de sentido en que trabaja el lenguaje. Deconstruyendo las obras de anteriores pensadores, Derrida intenta mostrar que el lenguaje está mudando constantemente. Aunque el pensamiento de Derrida es considerado a veces por los críticos como destructivo de la filosofía, la deconstrucción puede ser mejor entendida como la muestra de ineludibles tensiones entre los ideales de claridad y coherencia que gobiernan la filosofía, y los inevitables defectos que acompañan su producción.

(1) La voz y el fenómeno. Traducción de P.Peñalver. Valencia, Pre-Textos, 1985.

(2) De la gramatología. Traducción de O. del Barco y C.Ceretti, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971.

(3) La escritura y la diferencia. Traducción de P.Peñalver, Barcelona, Anthropos, 1989.

(4) Glas (extractos). Traducción de C. De Peretti y L. Ferrero, Anthropos ? Revista de Documentación Científica de la Cultura, Barcelona, Suplementos 32, Mayo 1992.

(5) La tarjeta postal. De Freud a Lacan y más allá. Traducción de T.Segovia, México, Siglo XXI, 1986 (no incluye la primera parte: Envois).

Traducción: Daniel López Salort

JACQUES DERRIDA

Nota: lo siguiente ha sido extraído de Fifty Key Contemporary Thinkers, John Lechte, Routledge, 1994.

Recientemente, Jacques Derrida ha agregado otro margen a su trabajo con un libro sobre Marx. Su filosofía deconstructivista, ha dicho, nunca ha sido antimarxista en ningún sentido puro. De este modo, ahora muchos están esperando, quizás equivocadamente, una anticipación de si hay realmente un elemento político en la gramatología de Derrida.

Hijo de una familia argelina judía, Jaques Derrida nació en 1930 en Argelia y llegó a Francia en 1959. Educado en al Escuela Normal Superior (calle d?Ulm) en París, Derrida llamó la primero la atención de un amplio público a fines de 1965 cuando publicó dos largos artículos de reseñas de libros en historia y naturaleza de la escritura, en el diario parisino Critique. Estos dos trabajos formaron las bases del más importante y posiblemente mejor conocido libro: Of Grammatology (1).

Un número importante de tendencias subyacen en el punto de vista de Derrida en filosofía y, más específicamente, en la tradición occidental de pensamiento. Ellas son, primero, una preocupación por reflejar arriba y abajo la dependencia de esta tradición de la lógica de identidad. Esta lógica de identidad deriva particularmente de Aristóteles y, en palabras de Bertrand Russell, comprende las siguientes características claves:

1. La Ley de Identidad: ?Lo que es, es?.

2. La Ley de Contradicción: ?Nada puede a la vez ser y no ser?.

3. La Ley del Tercero Excluido: ?Todo debe ser o no ser?.

Estas ?leyes? de pensamiento presuponen no sólo coherencia lógica, sino que también aluden a algo igualmente profundo y característico de la tradición en cuestión, a saber: que hay una realidad esencial ?un origen- al que estas leyes se refieren. Para sostener la coherencia lógica, este origen debe ser ?simple? (por ejemplo, libre de contradicción), homogéneo (de la misma substancia u orden), presente a, o de lo mismo como sí mismo (por ejemplo, separado y distinto de cualquier mediación, consciente de sí mismo sin ningún espacio entre el origen y la consciencia). Claramente, estas ?leyes? implican la exclusión de determinadas características, a saber: complejidad, mediación, y diferencia ?brevemente, características que evocan ?impurezas? o complejidad. Este proceso de exclusión toma lugar en un nivel metafísico y general en el que, además, un sistema completo de conceptos (sensible-inteligible; ideal-real; interno-externo; ficción-verdad; naturaleza-cultura; habla-escritura; actividad-pasividad; etc.) que gobiernan la operación del pensamiento en Occidente, llega a estar instituido.

A través del punto de vista llamado ?deconstrucción? Derrida ha comenzado una investigación fundamental en la naturaleza de la tradición metafísica occidental y sus bases en la ley de identidad. Superficialmente, los resultados de esta investigación parecen revelar una tradición perforada por paradojas y aporías lógicas, tal como la que sigue, en la filosofía de Rousseau.

Rousseau argumenta en un momento que la sola voz de la naturaleza debería ser escuchada. Esta naturaleza es idéntica a sí misma, una plenitud a la cual nada puede ser añadido o substraído. Pero él también llama nuestra atención sobre el hecho de que la naturaleza en verdad está alguna veces carenciada ?como cuando una madre no puede producir suficiente leche en sus pechos para la criatura. La carencia no llega a ser vista como común en la naturaleza, si ésa no es una de sus más significativas características. De este modo, Derrida muestra, de acuerdo a Rosseau, que la naturaleza autosuficiente también está desprovista. La falta, en realidad, pone en peligro la autosuficiencia de la naturaleza, esto es su identidad o, como Derrida prefiere, su autopresencia. La autosuficiencia de la naturaleza puede ser mantenida solamente si la carencia es suplida. Sin embargo, en resguardo de la lógica de identidad, si la naturaleza requiere un elemento supletorio tampoco puede ser autosuficiente (idéntica consigo misma), porque autosuficiencia y necesidad son opuestos: una u otra pueden ser las bases de una identidad pero no ambas, para que la contradicción sea evitada. Este ejemplo no es ninguna excepción. La impureza de esta identidad, o el debilitamiento de su autopresencia, es un hecho ineludible. Pero, más ampliamente, cada origen aparentemente ?simple? tiene, como su íntima condición de posibilidad, un no-origen. Los seres humanos requieren la mediación de la consciencia, o el espejo del lenguaje, para conocerse a sí mismos y al mundo; pero esta mediación o espejo (estas impurezas) tiene que estar excluida del proceso de conocimiento; hace posible el conocimiento, aunque no está incluida en el proceso de conocimiento. O, si lo están, como en la filosofía de los fenomenólogos, ellas mismas (consciencia, subjetividad, lenguaje) devienen equivalentes a una suerte de presencia autoidéntica.

El proceso de ?deconstrucción? que investiga los fundamentos del pensamiento occidental, no lo hace en la esperanza de que será capaz de remover estas paradojas o estas contradicciones; ni lo hace en la pretensión de ser capaz de escapar a las exigencias de su tradición ni establecer un sistema de su propia narrativa. Más bien, reconoce que está forzado a usar los mismos conceptos que ve como insostenibles, en los términos de la demanda que realizan. Brevemente, también debe (al menos, provisionalmente) sostener estas demandas.

El ímpetu de la deconstrucción no es simplemente que muestra, filosóficamente, que las ?leyes? de pensamiento se hallan defectuosas. Más bien, la tendencia evidente en la oeuvre de Derrida es un interés de penetrar efectos, abrir el terreno filosófico para que pueda continuar siendo el sitio de creatividad e invención. La noción de diferencia o différance, lleva tal vez a la segunda tendencia más claramente discernible en la obra de Derrida ?una íntimamente alineada con el deseo de mantener la creatividad de la filosofía.

Différance es el término acuñado por Derrida en 1968, a la luz de sus investigaciones en la teoría saussureana y estructuralista del lenguaje. Mientras Saussure había sufrido grandes dolores al mostrar que el lenguaje en su forma más general podía ser entendido como un sistema de diferencias, ?sin términos positivos?, Derrida notó que las totales implicaciones de esa concepción no fueron apreciadas ni por los estructuralistas de días posteriores ni por el mismo Saussure. Diferencia en términos positivos implica que esta dimensión en lenguaje

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