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Ética Para Amador


Enviado por   •  14 de Julio de 2013  •  1.562 Palabras (7 Páginas)  •  260 Visitas

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Ética para Amador, es un título que inmediatamente llamó mi atención, seguramente todas las personas quisieran tener acceso a él, a un libro que te enseñe cómo puedes ser ético, pero claro, como lo imaginé, va más allá de una lista de pasos a seguir, como ahora sé que caracteriza a Savater, es más complicado, pero a la vez, por ello mas real y desde mi particular y cursi punto de vista, más hermoso.

“Entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible: el de que ciertas cosas nos convienen y otras no” (Savater, 1993). Sin duda, habrá algunas cosas que universalmente no nos convienen a nadie y otras que tienen que ver con las aspiraciones y las formas de cada quien.

Justamente, podemos elegir una manera de actuar ante una situación y aquí radica lo que nos conviene, sin embargo las situaciones en si no las podemos elegir, eso sería como ser Robots y tener todo determinado mientras la tecnología que nos hace funcionar siga vigente. La vida no viene planeada, por muy obsesivos y disciplinados que seamos, podemos proponernos ciertas cosas, pero hay circunstancias que algunas veces pueden ser obstáculos, ya sea que nos cueste más trabajo de lo que habíamos pensado o que no se pueda conseguir.

“Parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética” (Savater, 1993). Entonces, partiendo de esto, la ética no es cosa fácil y supongo tiene que ver con las costumbres y con la época, pero sin duda habrá muchas cosas que yo considere éticas y que para otros no lo sean, justamente es donde radica la dificultad.

Según Savater, lo que hacemos siempre es por una motivación, ya sean ordenes, costumbres o caprichos, las dos primeras vienen de fuera no de la persona misma, pero los caprichos sí, lo cual nos hace pensar que sería más fácil sólo seguir los caprichos, pues sin duda son algo que nace sin proponerlo, pero como todo, debemos aprender a controlar, pues no todos los caprichos, al menos los míos serían muy éticos.

“Para saber si algo me resulta de veras conveniente o no tendré que examinar lo que hago más a fondo, razonando por mí mismo. Nadie puede ser libre en mi lugar, es decir: nadie puede dispensarme de elegir y de buscar por mí mismo” (Savater, 1993).

Creo que una de las mejores respuestas a la ética es no preguntarle a nadie que es lo que se debe hacer, sino a nosotros mismos; siempre y cuando, veamos al otro como persona, no como cosas, de esta misma manera nos estamos anticipando y defendiendo, con mi derecho de no ser una cosa para los demás. “A las cosas hay que manejarlas como a cosas y a las personas hay que tratarlas como personas: de este modo las cosas nos ayudarán en muchos aspectos y las personas en uno fundamental, que ninguna cosa puede suplir, el de ser humanos” (Savater, 1993).

La idea de que “todo da igual” es una idea que agrede a la ética incluso contra nosotros mismos; es obvio que hagamos lo que hagamos algún día vamos a morir, sin embargo, aunque se el final de mi historia, quiero que mientras tenga que estar aquí sea de la mejor manera posible. “De lo que se trata es de tomarse en serio la libertad, o sea de ser responsable. Y lo serio de la libertad es que tiene efectos indudables, que no se pueden borrar a conveniencia una vez producidos” (Savater, 1993).

Una forma de ser responsable con esta libertad que tenemos es tratar a los demás humanamente y esto consiste en intentar ponerte en su lugar, no pensar por el otro ni tratar de ser el otro, sino hacer un esfuerzo de objetividad por ver las cosas como él las ve, y digo esfuerzo porque recordemos que la objetividad es una cualidad que debemos trabajar arduamente pues naturalmente somos subjetivos, cual sujetos que somos.

Cuando la gente habla de «moral» y sobre todo de «inmoralidad», el ochenta por ciento de las veces —y seguro que me quedo corto— el sermón trata de algo referente al sexo (Savater, 1993). Es sorprendente la forma en la que el sexo se ha convertido en el principal motivo de represión y al mismo tiempo uno de los placeres más buscados, tanto así que se puede hacer negocio con él; tenemos un cuerpo, somos un cuerpo y sin duda recibe estímulos a los que va a reaccionar, mientras se encuentre funcionando en buen estado, no podemos negarnos a esto, sólo podemos ser responsables.

Lo que se agazapa en toda esa obsesión sobre la «inmoralidad» sexual no es ni más ni menos que uno de los más viejos temores sociales del hombre: el miedo al placer (Savater, 1993). Parece que a toda felicidad debemos recibir a cambio una desgracia, para estar equilibrados, incluso la risa misma

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