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Buscando Una ética Naturalista


Enviado por   •  26 de Junio de 2014  •  1.315 Palabras (6 Páginas)  •  199 Visitas

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¿Ha considerado alguna vez qué pensaría un pastor de ovejas del siglo primero si le fuera posible vivir en nuestro tiempo? Qué pensaría de obtener agua potable en casa girando una palanca, de curar enfermedades terribles inyectando un líquido, de viajar mucho más rápido que un caballo o más alto que un águila, de armas capaces de destruir millones de personas en un instante, de recibir órganos de repuesto cuando fallan los propios, de obtener en segundos toda la información que queramos en un recuadro luminoso y colorido?

La brecha de 2000 años podría hacer que nos viera como seres mágicos, con poderes sobrenaturales más allá de su comprensión. Para nosotros sería difícil entender cómo nuestra especie no se ha extinguido si nuestros ancestros vivieron con tantas limitaciones. La humanidad tras 1000 años de estancamiento medieval, ha llegado a sociedades cada vez más concientes de la necesidad de la convivencia sana y la solidaridad con el sufrimiento ajeno.

Contrario a lo que se pueda pensar desde una perspectiva confesional, nuestros principios éticos tienen fuertes componentes evolutivos y sociales que reflejan los consensos del “espíritu de la época”. Son ejemplos de esto los códigos éticos de Asoka en India, Hammurabi en Babilonia, Licurgo en Esparta o Solón en Atenas, que en su momento imperaron en civilizaciones desarrolladas, pero que con el pasar del tiempo demostraron estar equivocadas en el entendimiento de la naturaleza humana y fueron finalmente descartados.1.

Un seguimiento detallado de la evolución del comportamiento biológico social ha encontrado que, características de la moral consideradas exclusivamente como humanas son ubicuas en la naturaleza; la reciprocidad, el orden social, la reconciliación, la empatía y la búsqueda de paz pueden observarse en muchos animales gregarios como los chimpancés y los delfines. En su libro “Primates y Filósofos”, Frans de Waal plantea que todos los animales sociales han tenido que restringir o modificar su comportamiento en diversas formas para garantizar la convivencia y la supervivencia. Estas restricciones y comportamientos que hemos heredado de nuestros ancestros homínidos, ahora hacen parte del conjunto de actitudes a partir de las cuales se ha forjado la moral humana.2

Una de las actitudes más importantes heredadas de nuestros ancestros es la confianza inmutable que tenemos durante nuestra infancia en todo lo que nos dicen nuestros padres o personas de autoridad, ya que ofrece una ventaja selectiva frente a los riesgos que representa existir en nuestro medio. Ante una situación crítica, un niño puede experimentar con los peligros que esto implica o hacer caso a sus padres. Es por eso que aprendemos que los cuchillos cortan, los automóviles atropellan, o que si nos caemos por las escaleras nos podemos romper algún hueso. En un momento dado el niño acepta sin cuestionar y el padre transmite su “conocimiento útil” sobre lo que está bien o está mal, sobre cómo comportarse de acuerdo a lo que es aceptado socialmente, pero también le transmite sus prejuicios, tabúes y equivocaciones. De esta forma se fabrican falsas necesidades en la mente infantil que ha sido debilitada racionalmente; ideas extrañas como la existencia de seres imaginarios como Papá Noel o los ángeles que nos protegen, la vida después de la muerte y el castigo en el fuego eterno, se aceptan sin evidencia o a pesar de la evidencia, con el argumento de que “ciertas cosas no están destinadas para ser entendidas con la razón”. Este niño al volverse adulto, transmitirá este “conocimiento útil” a la siguiente generación, afianzando de esta forma conceptos que si bien son fáciles de refutar, son difíciles de erradicar.3

Durante siglos, se presenta la idea de que nuestros sistemas morales se centran en un ser superior perfecto, un padre, un amigo que todo lo puede y que todo lo sabe, que nos escucha y nos protege, sin el cual estaríamos perdidos como criaturas imperfectas que somos. Esta sublimación de nuestras ideas de infancia sirve de base para las clases sacerdotales, que regulan e interpretan los designios celestiales, reciben el entendimiento como revelación pero que también han fomentado en algunos casos y por muchos siglos, los crímenes más horrendos y la

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