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Conozco A Jesús


Enviado por   •  22 de Abril de 2012  •  2.863 Palabras (12 Páginas)  •  417 Visitas

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1. C0NOZCO A JESUS

Desde mi infancia ha sido una de mis atracciones personales. En mi infancia era habitual la lectura de la Biblia familiar previamente a las comidas. Yo, además, la tuve como libro de cabecera. La he leído una vez completa, otra vez en lectura crítica en contraste con el Corán, y la consulto habitualmente, contrastando ediciones, con un criterio más filológico, viendo cómo diferentes editores y religiones son capaces de justificar lo injustificable mediante ediciones que yo califico de infames y subversivas.

Jesús fue una persona que siempre me interesó. En muchos aspectos somos muy parecidos. Incluso en el carácter. Odio la violencia y no acepto ninguna manifestación de agresión física en mi presencia. Posiblemente soy menos tolerante que Jesús en este aspecto. Del mismo modo, soy mucho menos comunicativo y extrovertido que él. Amo trabajar “en la sombra” y que otros se beneficien de mis acciones sin siquiera conocerme ni significarme. Jamás crearé un grupo de seguidores ni exigiré a nadie que haga algo para estar conmigo. Quien por sí mismo no es capaz de “conceder” (no ya de dar o de dejar todo), nunca me tendrá a su lado por mucho tiempo.

En mis primeros años de universidad me quedé pasmado al investigar los desempeños de la Iglesia Católica en la Edad Media. Los cismáticos, el Papado de Avignón y el Papa Luna (del cual mi papá decía que éramos descendientes bastardos), Benedicto XIII. Me interesó la Reforma de Lutero (y la porquería de Biblia que editó, dese el punto de vista filológico), el Calvinismo y, como no, nuestra castiza Inquisición, no ya en el tema del ajusticiamiento (lo más espectacular), sino en cómo se “retorció” el texto sagrado para justificar acciones puramente civiles y mundanas de todo aquel que pudiera pensar y convertirlas en actos de agresión a Dios, con un efectismo mágico aun mayor al que perseguían.

La aparición de los manuscritos en Nag-Hammadi (Egipto) en 1945 y su nunca difusión escrita por la Iglesia Católica (la mía) me animaron aún más a seguir conociendo a Jesús. Su lectura, ya gracias a la Internet, me abrió nuevas perspectivas, con una panorámica de un Jesús mucho más Jesús, una infancia muy reveladora y unos puntos de vista muy “anti-judíos” que explican mucho mejor el porqué de su persecución y la de sus seguidores.

Mateo 16: 13 – 23

Ya conocía el fragmento, y lo he contrastado con el apólogo 13 del Evangelio apócrifo del gemelo Tomás en el cual Jesús parafrasea Isaías 46:5. Lo escribo a continuación:

13. Yeshúa dice a sus discípulos: Comparadme [con alguien] y decidme a quién me asemejo. || Shimón Kefa° le dice: Te asemejas a un ángel justo. || Mateo° le dice: Te asemejas a un filósofo del corazón. || Tomás le dice: ¡Maestro, mi boca es totalmente incapaz de decir a quién te asemejas! || Yeshúa dice: No soy tu maestro, ya que has bebido, te has embriagado del manantial burbujeante que he repartido al medirlo. Y lo lleva consigo, se retira, le dice tres palabras: ayah asher ayah (yo soy quien soy). Ya al volver Tomás a sus compañeros, le preguntan: ¿Qué te dijo Yeshúa? || Tomás les dice: Si os dijera siquiera una de las palabras de las que me dijo, cogeríais piedras para lapidarme— ¡y fuego saldría de las piedras para consumiros! (Indicar que esas palabras son las que Dios emplea para revelarse a Moisés (Éxodo 3, 14), lo cual justifica la reacción de Tomás cuando es preguntado).

Ignoro si este fragmento es verdadero o no. Para mí esto no es relevante. Pero sí que indicaría una “personalidad mesiánica, de divinidad” reconocida en Jesús ya por varias fuentes, lo cual justificaría que el Corán necesite mostrar explícitamente lo contrario, es decir, que Jesús en persona niegue su condición de divinidad (Sura 5, aleya 116).

El evento descrito en Mateo 16: 13 – 23 ocurre, aparentemente, en el interior de un alojamiento, previsiblemente al final del día, tras la llegada del grupo a Cesárea de Filipo, al norte de Galilea, casi en los confines de Siria. En este lugar ocurre el diálogo entre Jesús y Pedro.

El acceso de Pedro a Jesús no está muy claro. Según Mateo (Mt 4: 18-20), fue reclutado directamente por Jesús cuando estaba pescando junto a su hermano Andrés, según Juan (Jn 1: 40-42) es introducido a Jesús por su hermano, que fue discípulo antes que él. Es en este texto de Juan en el que Andrés se dirige a su hermano diciéndole “hemos hallado al Mesías” (Jn 1, 41). Esta información podría ser la que Pedro reprodujera en el momento a analizar.

En el fragmento se destaca un segundo momento, en el cual Pedro lleva aparte a Jesús para hacerle notar la inconveniencia de sus comentarios en lo relativo a ir a Jerusalén y los serios problemas que él iba a tener allí, así como el anuncio de su muerte y su resurrección. En el texto que se nos pide leer Jesús contesta de manera airada a Pedro, al que acusa de preocuparse más de las cosas de los hombres que de las del Padre. La escena prosigue (versículos 24-28), el los que Jesús hace una declaración a sus discípulos de cómo hay que seguirle y de lo que quien le siga según sus conceptos tendrá y lo que le espera a quien no lo haga.

Símbolos del momento, a mi entender, son 2:

1.- La piedra: Los ortodoxos interpretan en este fragmento que “la piedra” sobre la que Jesús edificará su Iglesia es la afirmación de Pedro acerca de la condición de “ungido” de Jesús más que sobre la persona de Pedro. De esta manera desautorizan al papado, porque la Iglesia proviene del Mesías y no de Pedro. Parece curioso, no obstante, que Jesús cambiase el nombre de Simón en “Kefa” de no ser con esta intención. No obstante, recordemos Efesios 2:20, donde se nos dice que “Habéis sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo Jesucristo mismo la piedra angular.”, o en palabras del propio Pedro (Hch 4:11). Hay que recordar que, en muchas ocasiones, Jesús hablaba en un lenguaje muy ilustrado y metafórico, que sus discípulos, mayoritariamente iletrados, ni siquiera entendían. Por ejemplo, el fragmento anterior (Mt. 16: 5-12).

2.- Las llaves del Reino de los Cielos: posiblemente, Jesús parafrasea a Isaías (Is 22:22) “Entonces pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; cuando él abra, nadie cerrará, cuando él cierre, nadie abrirá.” Posiblemente, pese a sus palabras en Mt. 10: 5-6, con esas llaves Jesús está indicando a Pedro la necesidad de “abrir las puertas del Reino de los Cielos” no sólo los judíos, sino a los gentiles, cosa que se hará por la insistencia de San Pablo a partir del Concilio de Jerusalén.

Como

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