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DISCIPLINA CON AMOR


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2014  •  2.694 Palabras (11 Páginas)  •  251 Visitas

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DISCIPLINA CON AMOR.

Elena de White, 1913

Resumen

El rol de los padres como educadores es fundamental en la formación de los hijos, y en esta desafiante tarea, aplicar la disciplina correctamente puede hacer la diferencia entre una buena y una mala educación. La disciplina con amor se muestra como la mejor alternativa para los padres que realmente quieren formar hijos que logren internalizar los principios y valores morales que harán de ellos personas de bien para la sociedad terrena y ciudadanos del reino de los cielos.

Palabras clave: Educación, familia, padres e hijos, disciplina, amor, carácter, confianza propia, firmeza, respeto.

Introducción

La disciplina puede ser entendida de diferentes maneras. María Mújica menciona nueve usos diferentes que Agustín de Hipona hace del término disciplina. En términos generales, disciplina puede ser entendida como una cualidad del carácter, como alguna materia o curso a estudiar o como castigo que se aplica a alguien que está bajo la tutoría de otra persona. El propio Agustín de Hipona usa disciplina en esta última acepciónsobretodo cuando analiza la disciplina en base a textos de la Biblia. La palabra disciplina tiene el mismo origen etimológico que la palabra discípulo y se refiere a la disposición que tienen los pupilos para seguir las normas y las reglas de comportamiento en el proceso del aprendizaje. La disciplina por tanto, aun en su etimología, está relacionada con la educación. En este artículo entenderemos la disciplina como el entrenamiento adecuado para lograr el autocontrol, es decir, el proceso mediante el cual se ayuda al niño a incorporar los valores y principios de vida de tal manera que pueda obrar conforme a ellos aun en la ausencia de sus padres.

La necesidad de sentirse amado

Recuerdo aquel día cuando acompañé a mi padre a comprar en uno de los mercados de Chimbote, la ciudad donde él era el pastor de la iglesia adventista y donde vivimos por cuatro años. Ir al viejo y bullicioso mercado todos los domingos era una costumbre que mi padre había implantado en la familia. Aquel día me tocaba acompañarlo y yo estaba feliz. Me sentía especialmente orgulloso de caminar junto a mi padre. Con frecuencia nos encontrábamos con hermanos de la iglesia que también estaban comprando. Me gustaba ver cómo las personas lo saludaban con cariño y respeto: “Pastor, buenos días”. Mientras caminábamos de un extremo al otro del mercado, pensaba “mi papi es especial, es conocido, todos lo saludan”. Nuestras canastas se hacíancada vez más pesadas porque iban quedando llenas, entonces mi padre apiló las canastas y bolsas en un rincón y me dijo que me quedara a cuidarlas mientras él seguía comprando y que él regresaría “al toque”. Me quedé esperando y esperando, sin hacer nada más que esperar. El tiempo se hacía interminable. Las personas iban de un lugar a otro totalmente ajenas a mi presencia. Mi padre demoraba y empecé a perder el aplomo. Me sentía infinitamente solitario y abandonado. Varias veces levanté la cabeza para divisar la silueta de mi padre. Cuando las lágrimas ya eran inevitables, apareció mi papá. Lo vi y salí corriendo a su encuentro. Me recuerdo abriendo los brazos y corriendo donde él. Me preguntó “¿qué te pasa? ¿Alguien te ha pegado?”. No respondí. No había absolutamente ninguna razón para estar llorando. No me preguntó nada más, tomó las bolsas y nos dispusimos a regresar a casa. Cuando recuerdo ese incidente, entiendo que no era el miedo ni la demora lo que me hizo llorar aquel domingo chimbotano. Ahora entiendo que en lo que realidad estaba buscando era el abrazo protector y amoroso de mi padre. Como todos los niños que han vivido sobre este mundo, yo también tenía la abrumadora necesidad de sentirme amado.

La necesidad de sentirse amados la compartimos todos los seres humanos. Es de vital importancia que los padres sean los primeros en satisfacer esa necesidad en la vida de sus hijos. Los hijos necesitansentirse amados, y la mayor demostración de amor que los padres pueden dar es la preocupación activa por una educación integral. En el ámbito familiar, los padres son los llamados a educar a sus hijos y esto supone un gran desafío e implica el cultivo de grandes dosis de paciencia y sabiduría. Dentro de los múltiples aspectos que se deben tener en cuenta en la educación de los hijos, uno de los más importantes es el relativo a la aplicación de la disciplina. En realidad, cuando la disciplina es correctamente ejercida, en un contexto de amor paterno, trae grandes beneficios en la formación moral y espiritual de los hijos. Elena de White escribió: “Los niños serán más felices, mucho más felices, bajo la debida disciplina que si se los deja obrar siguiendo la sugerencia de sus impulsos no educados”. Para la mayoría de los padres está claro que la aplicación de la disciplina es también una manifestación de amor, el problema es que frecuentemente eso no está claro en la percepción de sus hijos. Es decir, muchos hijos no se sienten amados por sus padres por la manera como ellos los han disciplinado. El problema no está en si se debe o no se debe disciplinar, es evidente que el niño necesita ser disciplinado; el problema está en la manera como se está disciplinando. La disciplina con amor es aquella donde el hijo entiende que sus padres lo aman profundamente a pesar del eventual castigo que tenga que enfrentar. En laBiblia, también se presenta a la disciplina como una manifestación de amor. El sabio Salomón escribió: “Porque el Señor reprende al que ama, como el padre al hijo a quien quiere”. Concluimos entonces que la verdadera disciplina en modo alguno es incompatible con el amor. Veamos, a continuación, algunos rasgos sobresalientes de este tipo de disciplina.

La disciplina con amor no olvida el objetivo

Los padres que aplican eficazmente la disciplina en un contexto de amor nunca olvidan el propósito fundamental de la disciplina. Estos padres entienden que la aplicación de algún castigo o reprensión tiene el propósito de capacitar a su hijo para enfrentar los deberes de la vida de una manera responsable. Es decir, no se limitan a verificar que sus órdenes sean cumplidas o a querer que sus hijos se sometan continuamente a sus dictados. Los padres que aplican la disciplina con amor tienen una visión mucho más amplia de su tarea, ellos saben que su misión incluye preparar hombres y mujeres que sean dueños de su destino, con valores morales elevados, útiles para la sociedad y responsables de sus deberes para con Dios. Este tipo de padres comprenden que más allá de las tareas de la vida cotidiana

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