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Del Sabado Al Domingo

hernanmiguel21 de Septiembre de 2013

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DEL SABADO AL DOMINGO

La cuestión de cómo y cuándo el primer día de la semana (el domingo) llegó a ser adoptado por la mayoría de los cristianos como día de reposo y culto, en lugar del sábado ordenado por la Biblia, ha sido ampliamente debatida. Sobre todo en estos últimos años, numerosos estudios, incluyendo varias tesis doctorales, han vuelto a plantear este importante problema. Estos renovados esfuerzos por averiguar las bases bíblicas e históricas del origen de la observancia del domingo reflejan el deseo de devolverle su vigencia y validez en un tiempo en que las presiones sociales y económicas están amenazando su supervivencia.

1. Panorama histórico sobre el origen del domingo

La adopción de la observancia del domingo en lugar del sábado ha sido tradicionalmente atribuida a la autoridad eclesiástica, antes que a un precepto o mandato bíblico. Tomás de Aquino, (m.1274), por ejemplo, afirma categóricamente: "En la nueva ley la observancia del día del Señor tomó el lugar de la observancia del sábado, no en virtud del precepto (el cuarto mandamiento) sino por institución de la Iglesia " La misma opinión fue reiterada tres siglos después en el Catecismo del Concilio de Trento (1566), que dice: "Ha parecido bien a la iglesia de Dios que la celebración religiosa del sábado fuese transferida al día del Señor" Durante las controversias teológicas del siglo XVI, los teólogos católicos apelaron frecuentemente al origen eclesiástico del domingo para demostrar el poder que tenía la Iglesia para introducir leyes y ceremonias. Algunos ecos de tales controversias pueden ser detectados hasta en la famosa Confesión de Augsburgo (1530), en la que Lutero declara: "Ellos (los católicos) alegan que el sábado ha sido cambiado por el domingo, aparentemente en contra del Decálogo. No hay un ejemplo al que se refieran más a menudo que al cambio del día de reposo. Y dicen, ¡grande es el poder de la Iglesia, puesto que ha anulado uno de los Diez Mandamientos!"

La Confesión de Augsburgo reconoce el origen post-bíblico y eclesiástico del domingo, y acepta el derecho de la iglesia a introducir ciertas leyes, como la observancia del domingo, pero niega que la Iglesia tenga autoridad para hacer de la observancia del día de reposo algo "necesario para la salvación". Calvino también considera el domingo como una institución más humana que divina. En su Institución de la Religión Cristiana dice lo siguiente: "Por haberse convertido en soporte de la superstición, la fiesta judía fue abolida; y como algo necesario para mantener la decencia, el orden y la paz en la Iglesia . . . los primeros cristianos substituyeron el sábado por el que hoy llamamos día del Señor." En los siglos que siguieron a la Reforma se han enfrentado dos puntos de vista opuestos en cuanto al origen y la naturaleza del domingo. El primero pretende que el domingo fue instituido por iniciativa divina en los primeros tiempos del cristianismo para conmemorar la resurrección del Señor, ocurrida el primer día de la semana. Sus partidarios defienden el domingo como el legítimo substituto del sábado, por lo que lo apoyan con ayuda del cuarto mandamiento. Entre los numerosos teólogos y documentos confesionales que han aceptado esta posición, destacan: Erasmo (m. 1536), Teodoro de Beza (m. 1605), La Segunda Confesión Helvética (1566), Nicolas Bownde (m. 1607), Antonio Walaeus (m. 1639), Hamon L'Estrange (1641), El Sínodo de Dort (1619), La Confesión de Westminster (1647), Gisbertus Voetius (m. 1676), John Owen (m. 1683), Henry Wilkinson (m.1690), Jonathan Edwards (m. 1758), William Paley (m. 1805), James Augustus Hessey (1860).

El segundo punto de vista considera el domingo como una institución eclesiástica independiente del cuarto mandamiento. Entre los defensores de esta opinión, unos sitúan el origen del domingo en la era apostólica y otros más tarde. Ambos afirman que esta institución fue introducida por razones principalmente prácticas, concretamente para dar al pueblo el tiempo libre necesario para asistir a los servicios religiosos. Esta opinión ha fomentado, en general, un tipo de observancia del domingo más permisivo, en la que se autorizan el trabajo, los deportes y las diversiones. Los máximos exponentes de esta posición son: la Iglesia Católica, Lutero (m. 1546), con algunas diferencias Calvino (m.1564), William Tyndale (m. 1536), Thomas Cranmer (m. 1556), John Prideaux (m. 1650), Hugo Grotius (m. 1645), Franciscus Gomarus (m. 1641), Peter Heylyn (m. 1662), John Cocceius (m. 1669), John Milton (m. 1674), John Samuel Stayk (m. 1710), Edward Evanson (m. 1805), Richard Whately (1830), C. C. L. Franke (1826), William Domville (1850), y E. W. Hengstenberg (m. 1869).

La controversia en torno al origen y la naturaleza del domingo sigue en pie. Todavía se siguen publicando, a ambos lados del Atlántico, importantes trabajos en apoyo de las posiciones históricas que acabamos de mencionar. Recientemente, las posiciones están como sigue: por una parte, especialistas tales como J. Francke, F. N. Lee, S. C. Mosna, Paul K. Jewett y el equipo formado por R. T. Beckwith y W. Stott, sostienen que el domingo es una institución bíblica, establecida en conmemoración de la resurrección de Cristo como legítima substitución del sábado por el primer día de la semana. Por consiguiente el domingo es (según ellos) el "sábado" que los cristianos deberían observar de acuerdo con el cuarto mandamiento. Los partidarios de la otra posición, sin embargo, niegan toda base bíblica para la observancia del domingo, y rechazan cualquier relación entre el domingo y el cuarto mandamiento. Mantienen que, contrariamente al sábado, el domingo no surgió como día de reposo sino como un tiempo para dedicar al culto, antes o después de las horas de trabajo. El domingo se convirtió en un día de descanso en el siglo IV, como consecuencia del decreto de Constantino del año 321. No hay acuerdo entre los defensores de esta tesis acerca de la fecha concreta del origen de la observancia del domingo. Para Willy Rordorf, por ejemplo, ésta debería fijarse en relación con las apariciones del Cristo Resucitado, las cuales habrían sentado las bases para una celebración eucarística semanal, cada domingo.

El voluminoso simposio (unas 700 páginas) patrocinado por la Tyndale Fellowship for Biblical Research de Cambridge (Inglaterra), compuesto por los profesores D. A. Carson, Harold H. P. Dressler, C. Rowland, M. M. B. Turner, D. R. de Lacey, A. T. Lincoln, y R. J. Bauckham, llegó a la conclusión de que "es difícilmente imaginable que la observancia del primer día de la semana....haya comenzado antes del concilio de Jerusalén (49 d. C. ). Pero no podemos detenernos aquí. Debemos llegar hasta reconocer que la observancia del primer día de la semana no puede ser tomada en modo alguno como un fenómeno de la era apostólica." Hiley H. Ward sugiere un origen del domingo ligeramente más tardío. En su libro Space-Age Sunday ("El Domingo en la Era Espacial") sostiene que el domingo no surgió en "aproximación" al sábado, sino "en oposición a él", en el periodo que va de la primera a la segunda guerra judaica (70-135 d. C.). Para él, uno de los factores que favorecieron el paso del culto sabático al primer día de la semana fue la "conveniencia", es decir, la necesidad práctica que los cristianos sintieron de disociarse de los judíos en un momento en que Roma había adoptado medidas represivas contra ellos a causa de sus continuas sublevaciones.

En medio de este debate, nuestro estudio nos ha parecido necesario para dilucidar la cuestión del lugar, la época y las causas de la observancia del domingo. ¿Fue en Jerusalén, en tiempo de los apóstoles y para conmemorar la resurrección de Cristo, o fue en otro lugar, más tarde y por otras razones? Aclarar y verificar el origen histórico de la observancia del domingo es de suma importancia para determinar su validez en el cristianismo actual.

2. La resurrección de Cristo y el origen del domingo

La resurrección de Cristo y sus apariciones en el primer día de la semana han sido consideradas como las razones principales del abandono del sábado y su substitución por el domingo como día de culto. Pero ¿es eso lo que se desprende de los más antiguos documentos? Mi análisis personal de las fuentes me ha mostrado que esa idea se basa en fantasías y no en hechos. No se puede encontrar en el Nuevo Testamento ni un sólo texto que indique o sugiera que la resurrección de Cristo fue conmemorada con un día especial. De hecho, en el Nuevo Testamento el domingo no es llamado nunca "Día de la Resurrección", sino simplemente "el primer día de la semana." En ningún lugar del Nuevo Testamento se dice que la Santa Cena se celebrase en domingo o que ésta sirviese para conmemorar la resurrección de Cristo. Pablo, que pretende transmitir lo que había "recibido del Señor" (1 Co. 11:23), da a entender repetidas veces que la celebración de ese rito no tenía hora ni día fijo ("cuando se reúnen juntos" 1 Co. 11:18, 20, 33, 34); y hablando de la celebración de la Cena del Señor dice que su función es anunciar "la muerte del Señor hasta que El vuelva" (11 :26). Lo que Pablo menciona es el sacrificio de Cristo, y no su resurrección. El hecho de que Cristo haya resucitado en domingo, ¿es suficiente para deducir que los cristianos deberían celebrarlo guardando el primer día de la semana como día sagrado? A primera vista, el acontecimiento de la resurrección implica más acción que descanso. Al menos por dos razones. En primer lugar,

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