Diferencia entre Diablo y Demonio
Jairo AlvarezResumen28 de Agosto de 2017
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Este informe se presenta con el objetivo de esclarecer la pregunta de si el diablo y el demonio son lo mismo, se habla sobre la confusión que se tiene al momento de usar estos términos en un determinado concepto, luego se explica lo que es un demonio y lo que se entiende como demonio en la época antigua, cómo se manifiesta o aparece el demonio, en el transcurso del texto se menciona a Juan y Jesús endemoniados, pero con la aclaración del termino se logra entender a que se refieren. Después se habla de quien es el diablo, la peligrosa confusión que existe entre el termino demonio Diablo, y también por qué Jesús no aclaró esta confusión, también se habla de si existen los demonios y por último la actitud de la iglesia frente a este tema.
Es común oír decir a la gente indistintamente “el demonio me tentó” o “el Diablo me tentó”, así como referirse a la “posesión diabólica” o a la “posesión demoniaca”. Se cree que ambas designan una misma realidad, sin embargo, en los evangelios no es así. Estos son sumamente cuidadosos en el empleo de ambos términos y jamás lo usan de manera equivalente. En los evangelios un caso de “posesión” se refiere a la persona que tiene un “demonio” y la posesión nunca se le atribuye al diablo, la palabra “demonio” de origen griego (daimonium) se refiere al ser de genero neutro, ni masculino ni femenino, indicando que no se trata de una persona sino de una cosa. La mentalidad popular antigua había creado este vocablo para designar poderes impersonales, potencias espirituales o fuerzas maléficas capaces de entrar en las personas y provocarles enfermedades.
La medicina de la época de Jesús, aunque todavía muy primitiva, distinguía claramente entre enfermedades “internas” y “externas”. Cuando la causa de una dolencia era perceptible por los sentidos, y se sabía el porqué del padecimiento estaba claro que el padecimiento estaba claro que el motivo de la enfermedad era una herida externa, o una deformidad, o el deterioro de algún mimbro del cuerpo, por ejemplo, nunca en el evangelio a un leproso se le llama endemoniado, pues su enfermedad era evidente: tenía lesiones cutáneas, mutilaciones y deformaciones faciales, a este tipo de enfermedades se les puede llamar “externas”, pues su causa natural era percibida por los sentidos. Pero de repente se presentaba un hombre mudo, podía comprobarse que su boca y su lengua estaban en perfectas condiciones, pero sorprendentemente no podía hablar, ¿Cómo era posible? Solo había una explicación: tenía un demonio, o aparecía alguien padeciendo sordera, el aspecto exterior de sus orejas era normal, como el de todo el mundo, pero no podía oír absolutamente nada. La explicación de la época: tiene un demonio. Se ve a los demonios como las limitaciones de la medicina de aquel entonces, aquellas cosas que no se entendían o no tenían explicación.
En aquella época recibían el nombre de “endemoniados” los que actuaban extrañamente, o hablaban u obraban en forma incomprensible. Juan el Bautista que predicaba en el desierto, ayunaba y se abstenía permanentemente de vino, la gente comentaba: “tiene un demonio”, esto no implica el sentido que hoy entendemos. Simplemente querían decir, “está loco” y también cuando Jesús en uno de sus sermones afirma que aquel que escuche su palabra no morirá para siempre, le dijeron “ahora estamos seguros de que tienes un demonio”, esto significa que les había sonado absurda dicha expresión y lo llaman demente. Se puede decir que hoy en día los “demonios” no existen porque esto era un término que se le daba a lo inexplicable y aunque actualmente hay cosas no entendibles del todo basta saber que con el tiempo saldrá a la luz su explicación.
La palabra “Diablo”, en cambio se usa para una realidad totalmente diversa, es una palabra griega (diábolos) usada en la biblia para traducir el vocablo hebreo satanás que quiere decir “el adversario”, “el enemigo” en ninguna parte de la biblia se le atribuyen directamente las posesiones ni las enfermedades. Se le relaciona únicamente con el pecado. El reino de su influencia es moral, psicológico, no físico.
Las sagradas escrituras le atribuyen al diablo solo tentaciones. En cambio, todas las enfermedades cuya causa natural era interna, no perceptible por los sentidos se explicaba siempre como una “posesión demoniaca”. ¿Por qué Jesús no lo aclaro? Porque Jesús vino a enseñar religión no medicina. Y aun cuando hoy sepamos que aquellos endemoniados en realidad eran enfermos con patologías internas, no por ello disminuye el poder de Jesucristo.
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