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Eclesiología


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2023  •  Resúmenes  •  1.429 Palabras (6 Páginas)  •  40 Visitas

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Diócesis de Guarenas

Escuela de Teología y Evangelización María, Madre y Maestra

Materia: Eclesiología

1er Año

TEMA Nº2

  1. EL NACIMIENTO DEL TRATADO DE ECCLESIA
  1. Elementos iniciales: patrística, canonística y sumas teológicas:

Tiene nacimiento de la obra de Jaime de Viterbo, se considera como un tratado de iglesia donde se encuentran doctrinas de origen agustiniano, es una obra de transición.

  1. La Eclesiología patrística: con sentido cotidiano de la comunión y la unión entre Obispos y fieles, y entre Obispos y fieles entre sí, no se consideraba objeto de una reflexión sistemática, esta etapa reviste los diversos símbolos de la fe de la iglesia y la relación con Cristo
  2. La Eclesiología en los inicios de la ciencia canónica: aparece como disciplina propia en el siglo XII con Graciano, perteneciendo a esta ciencia canónica los sacramentos como el matrimonio y orden, trajo diferencias entre el papado y los reyes o emperadores.

Puntos importantes de esta eclesiología: en primer lugar, conllevo una cierta autonomía en relación a los sacramentos, en segundo lugar, la visión de la iglesia como corporación Corpus que implica cabeza y miembros.

  1. La eclesiología en las sumas teológicas: según Tomás de Aquino, la iglesia estaba presente en todas y cada una de las partes de su teología, asi en el concilio de Trento se afirma lo siguiente; “profesamos creer la santa iglesia y no en la santa Iglesia, mediante esta manera de hablar distinguimos a Dios autor de todas las cosas.

  1. LOS TRATADOS APOLOGÉTICOS DEL SIGLO XVI Y EL VATICANO I

Los obispos que fueron al Vaticano II rechazaron los esquemas eclesiológicos presentados por la Comisión preparatoria por considerar que ofrecían una imagen de Iglesia triunfalista, clerical y juridicista. En realidad esta imagen era la que desde siglos prevalecía en los tratados de Iglesia y en la praxis eclesial cotidiana, y, como ha hecho notar un teólogo perito conciliar, esta misma imagen era la que habían rechazado, en los albores de la edad moderna, los reformadores protestantes, los tratados de eclesiología que estaban en vigor hasta el Vaticano II, se observar que la Iglesia se define como el Reino de Dios en la tierra, como sociedad perfecta que goza de todos los medios intrínsecos para cumplir su misión. Aunque se afirma, siguiendo a Pío XII, que la Iglesia es el Cuerpo místico de Cristo, sin embargo, la dimensión jurídico-institucional prevalece sobre la mistérica: sólo la Iglesia romana se identifica con el cuerpo místico de Cristo; sólo los bautizados no impedidos por herejía, cisma o excomunión son miembros del cuerpo de Cristo; sólo la Iglesia católica posee todas las notas que Cristo deseó para su Iglesia. La eclesiología preconciliar posee una clara orientación apologética. Esta apologética tiende a demostrar que la Iglesia que fundó Cristo es la católico-romana, ya que es la única que goza de jerarquía dotada de un gobierno monárquico perenne (Papado) y de una actividad magisterial auténtica e infalible. De este modo, en la eclesiología preconciliar se da una reducción de la eclesiología a la jerarquía y una práctica identificación entre Iglesia y jerarquía (con su triple potestad, sobre todo magisterial). En esta eclesiología no hay lugar para los carismas ni para la misma comunidad. Todo se orienta a la defensa de la verdadera Iglesia: los teólogos son simples fundamentadores y divulgadores del magisterio eclesiástico; los santos son pruebas apologéticas de la santidad de la Iglesia romana, y el mismo Espíritu Santo parece limitarse a ser el garante de la infalibilidad del magisterio y de la eficacia de los sacramentos válidos. Esta eclesiología reflejaba a nivel doctrinal la praxis eclesial del tiempo: una Iglesia centralizada en el Papa y su curia, una Iglesia en la que los obispos eran más vicarios del Papa que auténticos pastores de la iglesia local y en la que los laicos eran más objeto pasivo que sujeto activo de la Iglesia. La Iglesia se dividía adecuadamente en iglesia docente e iglesia discente.

Tres son las formas tradicionales de esta eclesiología tipificada en tres vías:

  1. Vía Primatus, muestra la verdad de la Iglesia romana a partir de la prueba de que su cabeza, el obispo de Roma, es el legítimo sucesor de Pedro, prescindiendo de todos los otros aspectos de continuidad histórica.
  2. Vía Notarum:  ha sido la más utilizada en los tratados eclesiológicos y aunque es distinta de las otras dos no siempre se las ha distinguido claramenteya que en definitiva las notas son percibidas como un milagro de orden moral. Jesucristo dotó a su Iglesia de cuatro notas distintivas: la unidad, la santidad, la catolicidad y la apostolicidad; ahora bien, la Iglesia católica romana es la única que posee estas cuatro notas; por tanto, es la verdadera Iglesia de Cristo, excluyendo así las restantes confesiones cristianas tales como el luteranismo, calvinismo, anglicanismo y ortodoxia, que no las poseen.
  3. Vía empírica: asumida por el concilio Vaticano I gracias a su promotor, el cardenal Dechamps, que sigue un método más simple: abandona toda confrontación de la Iglesia romana actual con la antigüedad para escapar a las dificultades que suscita la interpretación de los documentos históricos, así como a la verificación concreta de las notas, y valora la Iglesia en sí misma como milagro moral, que es como el signo divino que confirma su trascendencia

2. LA PERSPECTIVA ECLESIOLÓGICA DEL CONCILIO VATICANO I

1. LA PASTOR AETERNUS: la definición de la infalibilidad papal y de su primado de jurisdicción:

En ella, el primado papal se vincula a la Iglesia y tiene como finalidad la custodia de la unidad de esta Iglesia por medio de la unidad del episcopado. El primado es primacía de jurisdicción (DS 3053-3055), entregado a Pedro, como potestad episcopal, ordinaria e inmediata, que se ejerce sobre pastores y fieles en materia de fe y costumbres (DS 3061- 3062). Tal infalibilidad es presentada como fruto del carisma dado a Pedro y a sus sucesores (DS 3071) y está asegurada al papa en cuanto sucesor de Pedro en condiciones precisadas y delimitadas en la definición (DS 3074).

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