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Elabore Un Artículo Sobre El Llamado De Ser Discípulo Y Misionero De Jesús Hoy, Observando Nuestra Realidad Y Describiendo El Compromiso Que Debemos Asumir.


Enviado por   •  14 de Agosto de 2013  •  715 Palabras (3 Páginas)  •  369 Visitas

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1. Dios llama al discípulo para que

Nuestro señor Jesucristo nos invita a cada uno en el lugar donde se encuentra por el bautismo estamos llamados a mostrar a Jesús en nuestra comunidad a proclamar su buena nueva, a ser sus discípulos y a asumir el compromiso con dios de ser cristianos junto con la luz que ilumina, muestra y lleva a los demás a la persona de Jesús. Empezando por casa, la universidad, la comunidad. El discípulo debe estar conectado con su maestro por medio de la oración, conociendo juntos el bien común de Dios. Desde la reflexión de los textos bíblicos debemos describir las características de ser discípulo y misionero de Jesús.

Salir de uno mismo para entrar en el ámbito del otro es laborioso, porque las personas llegan a acostumbrarse a todo, incluso –y sobre todo- llegan a acostumbrarse a sí mismas, a sus defectos, incluso a sus pecados. Salir de uno mismo para entrar en la órbita del maestro implica mucha renuncia y disponibilidad. Por eso la vocación misionera sólo puede surgir del grupo de los discípulos, de quienes se han ejercitado en el proceso de salir de su entorno para situarse en el ámbito del maestro.

Transforme su mente y su corazón…

Ser discípulo es, entonces, adquirir un modo de razonar que difiere “del mundo”, que no busca la gloria humana, que asume la realidad divina aún a pesar de la cruz. Es entregarse completamente a la locura del amor. Esta opción es un don que concede gratuitamente quien ha llamado, el maestro. Opción que sólo se entiende desde la perspectiva de lo sobrenatural.

Disponibilidad para la acogida y el diálogo

El responsable de la animación misionera en una comunidad cristiana debe estar capacitado para una cordial disponibilidad a la acogida y el diálogo, que predispone de manera instintiva a descubrir la existencia del otro con el que se inicia una relación. Urge desarrollar en la tarea pastoral de nuestras comunidades una cierta disposición y capacidad para la acogida y el diálogo con los otros, especialmente los más necesitados. Esto implica una disponibilidad radical para salir de uno mismo, superando cualquier encerramiento egoísta, y además una decidida capacidad para ir al encuentro del otro, con el más necesitado, el más pobre, el enfermo, el pecador. Más tarde se descubrirá que en este proceso de salida hacia el otro hay algo más que una pura filantropía. Es encontrarse con el rostro de Cristo al que el llamado está dispuesto a servir. Hay sobrada experiencia de cómo los misioneros han escuchado la voz de Dios en el espacio de este servicio a los más desfavorecidos. Y a la vez se descubre con pena cómo difícilmente puede responder con la vida quien está preocupado con sus propios intereses y preocupaciones,

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