Generosidad Y Caridad

Partiremos del punto de que generosidad y caridad son dos términos similares, mas no iguales. Aunque ambos nos llevan a ser en parte solidarios, lo hacemos de formas distintas.

La caridad la ejercemos en pro de la comunidad desprotegida, que no tiene con que sustentarse o simplemente le ha surgido un problema que lo ha dejado en total desventaja.

Un ejemplo claro es el desastre ocurrido en Haití; este desastre natural conllevo a que todo el planeta sin importar la raza o condición social colaborara voluntaria y desinteresadamente para restablecer el país (Haití).

Un verdadero acto de caridad se ve reflejado cuando en realidad hacemos las cosas sin interés alguno, cuando sentimos que nadie está en deuda con nosotros.

La generosidad, como se dijo al inicio, es similar a la caridad pero con una diferencia, que en muchas ocasiones no es muy notable, la nobleza. La generosidad aplica cuando una persona es noble con otra u otras, sin necesidad de que dicha persona esté desprotegida. Es decir, que la generosidad es el compartir sentimientos con personas que no tienen ninguna carencia material.

Un ejemplo, cuando damos un buen regalo a una persona que no lo necesita, así estaríamos representando una persona generosa.

Debemos dejar un punto claro, la caridad y la generosidad no siempre se representan en forma material.

La mayoría de personas, no cuentan con la liquidez económica para poder ayudar al prójimo, pero no por esto dejan de ser personas caritativas o generosas. Podemos demostrarlo, con buenas intenciones, aprecio hacia los demás, compasión y bendiciones para todo nuestro entorno.

Existen personas que son caritativas y generosas, ellas están movidas por la nobleza de su carácter y la conciencia de unidad y abundancia con la que fue diseñado este mundo.

Cuando decidimos ser generosos siempre tenemos para dar porque sabemos que en efecto siempre gozamos de dar, cuando te sientes bien contigo mismo, puedes ser generoso con los demás, razón por la cual te resulta fácil y maravilloso llamar a alguien para decirle que le quieres, dar las gracias, decirle a tus seres queridos lo importante que son para ti.

Al reconocer la bondad de Dios en nuestro corazón y la maravillosa experiencia de poder vivir y sentir, entonces aprendemos a amar sin facturas ocultas, sin necesidad de recibir nada a cambio.

El padre Rafael García herreros nos deja un mensaje donde claramente manifiesta que para desarrollar en buena forma el don de la caridad, debemos dejar a un lado los perjuicios, sin importarnos el hecho de ser juzgados, así pues, que los seres humanos debemos asumir compromisos claros con nuestros hermanos, aun por encima de aquellas cosas que nos dan tranquilidad.

Desde mi punto de vista personal, me parece muy importante conocer la diferencia entre estos dos gestos, siempre pensé que eran algo similar uno del otro, ya que al hacer algo generoso estaba siendo caritativa. Tengo la certeza de que muchos al igual que yo lo ven así, e incluso al hacerlo se alcanza a sentir una satisfacción o un alivio moral al pensar que con lo que hacemos por los demás es suficiente para tal vez llenar el vacío en quien lo recibe, como también pienso que esas personas toman ese hecho como caridad.

Por otro lado me imagino que son muy pocos aquellos, quienes pueden manifestar la caridad como realmente es, y con el gran compromiso y sacrificio que se requiere. No es fácil asumir o enfrentar retos o situaciones que no nos lleven al beneficio propio. Y aún, si las enfrentamos, sentimos temores que nos llevan a mostrarnos desinteresados, al tratar de cambiar situaciones que podrían ser mejoradas por nuestras manos.

La caridad es la virtud más importante que nos lleva a experimentar el amor propio, el amor por nuestros hermanos y el más grande e importante, el amor por Dios.

Muchos de nosotros dejamos que nuestro diario vivir se base en algo superficial, guiándonos básicamente

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