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Historia Del Pelagianismo


Enviado por   •  8 de Agosto de 2013  •  2.095 Palabras (9 Páginas)  •  404 Visitas

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Historia del Pelagianismo

Una influencia de largo alcance, sobre el posterior desarrollo del pelagianismo, fue la amistad que Pelagio contrajo en Roma con Celestio, un abogado de noble ascendencia y entusiasmado por la vida monástica, se esforzó por convertir las máximas prácticas, aprendidas de Pelagio, en principios teóricos que fueron propagados en Roma con éxito. S. Agustín, mientras califica a Pelagio de misterioso, mendaz y peligroso, llama a Celestio no sólo “increíblemente locuaz”, sino también persona de ánimo abierto, obstinado y desenvuelto en las relaciones sociales. Aun cuando sus intrigas secretas o abiertas no pasaron desapercibidas, los dos amigos —Pelagio y Celestio— no fueron molestados por los círculos oficiales romanos. Pero las cosas cambiaron cuando, en el 411, dejaron el hospitalario suelo de la metrópoli, al ser saqueada por Alarico (410), y se embarcaron al África del Norte. Se encontró con S. Agustín en Cartago varias veces, pero sin entrar en estrecha relación con él. Después de una breve estadía en África del Norte, Pelagio viajó a Palestina, mientras Celestio trató de ser ordenado presbítero en Cartago. Pero su plan fue frustrado por el obispo Aurelio que marcó 6 de las tesis de como heréticas. Las tesis eran las siguientes:

• Aun si Adán no hubiera pecado, habría muerto igual.

• El pecado de Adán lo perjudicó sólo a él, no a la humanidad entera.

• Los niños recién nacidos se encuentran en el mismo estado que Adán antes de la caída.

• La humanidad entera ni murió a través del pecado o de la muerte de Adán, ni resucitó a través de la resurrección de Cristo.

• La ley mosaica es tan buena guía para el cielo como el Evangelio.

• Antes de la venida de Cristo hubo hombres que se mantuvieron sin pecado.

A causa de estas doctrinas, que contienen claramente la esencia del pelagianismo, Celestio fue citado para comparecer ante el sínodo de Cartago (411); pero se negó a retractarse de ellas, alegando que la herencia del pecado de Adán era una cuestión abierta y que su negación no constituía una herejía propiamente tal. Como resultado, Celestio no fue sólo excluido de la ordenación, sino que sus seis tesis fueron condenadas. Declaró entonces su intención de apelar al papa en Roma, pero, sin ejecutar su decisión, se fue a Éfeso en Asia Menor, donde fue ordenado sacerdote.

Mientras tanto las ideas de Pelagio se habían extendido por una amplia área, especialmente en torno a Cartago, de manera que Agustín y otros obispos se vieron impulsados a tomar una postura firme contra estas concepciones. S. Agustín en el 412 escribió sus famosas obras De peccatorum meritis et remissione libri III y De spiritu et litera, en las que positivamente establece la existencia del pecado original, la necesidad del bautismo de los niños, la imposibilidad de una vida sin pecado, y la necesidad de la gracia interior en oposición a la gracia exterior de la ley. Celestio escribió en 414 su libro Definitiones Caelestii, que fue enviado a S. Agustín, quien publicó como réplica: De perfectione justitiae hominis en este escrito, nunca mencionó a los dos autores de la herejía por su nombre.

En tanto, Pelagio escribió una carta a una noble virgen romana llamada Demetria quien, a la llegada de Alarico, había emigrado a Cartago. Además publicó en el 415 una obra ahora perdida: De natura, en la que trata de probar su doctrina a partir de autoridades, apelando no sólo a los escritos de Hilario y Ambrosio, sino también a las obras más recientes de Jerónimo y Agustín, estando aún, estos ambos, vivos. S. Agustín le respondió entonces con su tratado De natura et gratia .Jerónimo maduró con el tiempo su entrada en la lista de los opositores a Pelagio; lo hizo mediante su carta a Ctesiphon y su obra llena de gracia Dialogus contra Pelagianos. Estuvo ayudado por Orosio, quien inmediatamente acusó a Pelagio de herejía en Jerusalén. Después, el obispo de Jerusalén estimó mucho a Pelagio y lo tomó como su invitado. Convocó en Julio del 415 un concilio diocesano para la investigación del cargo. Sin embargo las partes litigantes al final acordaron dejar el último juicio de todas las cuestiones a los latinos dado que tanto Pelagio como sus adversarios eran latinos y apelar a la decisión de Inocencio I; mientras tanto se impuso silencio a ambas partes.

Entonces, se eximió del cargo de que él había afirmado la posibilidad de una vida sin pecado, solamente dependiente de la libre voluntad; diciendo, por el contrario, que requería la ayuda de Dios (adjutorium Dei) para vivir sin pecado, aunque, sin embargo, con esto no se refería nada más que a la gracia de la creación (gratia creationis). Respecto a las otras doctrinas de que se le acusaba, dijo que, tal como estaban formuladas en la acusación, no eran de su autoría y que él las rechazaba.

Continuación y fin de la controversia (415-418)

La nueva absolución de Pelagio no dejó de causar excitación y alarma en el Norte del África.En otoño del 416, sesenta y siete obispos del África Proconsular se reunieron en un sínodo en Cartago, y otro en Milevo, donde participó S Agustín. Ambos sínodos escribieron a Inocencio I, pidiendo su sanción suprema. Además, para llamar la atención del Papa con mayor fuerza sobre la seriedad de la situación, cinco obispos (Agustín, Aurelio, Alipio, Evodio y Posidio) le adelantaron una carta conjunta en la que detallaban la doctrina del pecado original, el bautismo de los niños, y la gracia cristiana. El papa contestó a las cartas sinodales de Cartago y Milevo así como también a las de los cinco obispos .El papa desarrolló la enseñanza católica sobre el pecado original y la gracia y excluyó a Pelagio y Celestio, quienes habían rechazado estas enseñanzas, de la comunión con la Santa Sede, hasta que ellos revirtieran sus pareceres.

Inocencio I murió el 12 de marzo del 417 y Zósimo, un griego de nacimiento, lo sucedió. Ante su tribunal la cuestión pelagiana en su integridad fue ahora una vez más abierta y discutida con todas sus implicaciones. En el 416 Pelagio publicó un nuevo trabajo, De libero arbitrio libri IV que, en su fraseología parece inclinarse hacia la concepción agustiniana de gracia y del bautismo de los infantes, aunque en principio no se separe del anterior punto de vista del mismo autor. Hablando de la gracia cristiana, Pelagio no sólo admite la revelación

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