Hospitalidad Radical

Hospitalidad Radical

Deuteronomio 10:1-22

Cuando practicamos baloncesto los días lunes, ¿Qué hacíamos durante la práctica?  Correr, tirar al canasto y hacer jugadas.  Cuando los Capitanes de los grandes equipos profesionales se reúnen a practicar, ¿Qué hacen?  Corren, tiran al canasto y hacen jugadas.  No hay una diferencia marcada entre una práctica de un equipo no profesional y la de un equipo profesional.  La diferencia está en los jugadores.  Hay jugadores que han practicado consistentemente el correr, tirar y hacer jugadas, hasta llegar a ser los mejores baloncelistas.  En las iglesias pasa lo mismo.  Todas las iglesias hacemos lo mismo cuando nos reunimos: dar la bienvenida a los invitados, adorar, estudiar la Biblia, servir a la comunidad, ofrendar y ser un grupo de apoyo.  Sin embargo, hay iglesias que son mejores dando la bienvenida, adorando, estudiando la Biblia, sirviendo a la comunidad, ofrendando, y siendo un grupo de apoyo.  ¿Por qué?  Por que han practicado una y otra vez lo mismo, hasta ser excelentes.  Las iglesias que dan fruto (maduran y crecen) son aquellas que practican una y otra vez lo mismo, hasta hacerlo de manera excelente.[pic 1]

La iglesia Metodista de Miraflores quiere ser una iglesia que da fruto (madura y crece).  Para lograr esta meta estaremos hablando durante todo el año acerca de nuestra misión (Hacer discípulos de Cristo para transformar el mundo) y de nuestra tarea primaria (hospitalidad radical, adoración apasionada, desarrollo intencional de la fe, servicio y misión, generosidad y compañerismo), con el fin de mejorar hasta ser excelentes.  Hay un dicho que dice: “Del dicho al hecho hay un gran trecho”.  Si usted escucha algo que le suena familiar, o le parece que ya el pastor predicó de eso, recuerde que lo importante no es tan solo que entendamos cómo realizar nuestra tarea primaria como iglesia, sino que pongamos en práctica lo aprendido.  Desde hoy, y por los próximos tres domingos, les estaré hablando sobre la hospitalidad radical.

La hospitalidad radical se refiere al deseo apasionado y activo de invitar, dar la bienvenida, recibir, y cuidar a aquellas personas que nos visitan buscando un encuentro con Dios y una familia espiritual.  Es un enfoque externo, que mueve a la congregación a abrirse, a adaptarse, a cambiar con el fin de suplir las necesidades de los invitados.  Es la actitud que nos mueve a ser como Jesús, que vino a servir, no a ser servido (Mateo 20:28).  Es dar lo mejor que tenemos para invitar, dar la bienvenida, recibir y cuidar a los invitados, porque en una ocasión muchos de nosotros: estuvimos en la posición de ser invitados por alguien a asistir a la iglesia, entramos por primera vez a una iglesia, tuvimos que buscar la forma de integrarnos a una iglesia, fuimos extraños en una congregación.  Dios mismo invitó al pueblo de Israel a la hospitalidad radical cuando le recordó en Deuteronomio 10:19: “Así mismo debes tú mostrar amor por los extranjeros, porque también tú fuiste extranjero en Egipto”.

Cuando practicamos la hospitalidad radical estamos colaborando en el proceso en el que una persona experimenta el amor de Dios que le invita a establecer una relación con él.  La gracia previniente (la invitación de Dios al ser humano a una nueva vida) se puede hacer real, palpable, se puede sentir, cuando una iglesia practica la hospitalidad radical.  En otras palabras, los invitados reciben una invitación a una nueva vida cuando les invitamos, les recibimos, les incorporamos y les cuidamos con una hospitalidad radical. [pic 2]

La hospitalidad radical es la actitud apasionada y activa de la iglesia de ofrecer una bienvenida sorprendente, inesperada, profunda y auténtica a quienes nos visitan; que haga decir a las visitas: “Esta iglesia se preocupa por mí”.  Hospitalidad radical es entender que no solo los ujieres, sino el pastor, los líderes, los músicos, los directores de culto y cada miembro de la iglesia somos los instrumentos para que los invitados se encuentren con Cristo.  Por eso, las iglesias que practican la hospitalidad radical anticipan las necesidades de las visitas (Ej: soledad, tristeza, dolor, falta de dirección, sanidad, niños pequeños, madre soltera, viudo) y les hacen sentir como en casa.  Practicar la hospitalidad radical es entender que los que estamos en la iglesia no somos los únicos con la oportunidad de experimentar el amor de Dios.  Es estar concientes de las personas que no están aquí y prepararnos para recibirles con amor.  Es un enfoque externo. 

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