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Jesus En El Desierto


Enviado por   •  14 de Marzo de 2014  •  1.316 Palabras (6 Páginas)  •  302 Visitas

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Jesús en el desierto…

Uno de mis pasajes favoritos del evangelio es la estancia por 40 días y 40 noches de Jesús en el desierto. Ayer haciendo mi acostumubrada reflexión evangélica me encontré con este pasaje tan lleno de vida, humanismo y enseñanza.

A continuación transcribo la cita evangélica y posteriormente les comparto mi reflexión al respecto… (Mt, 4,1-11)

” Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.

Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.

Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo,

y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está -A sus ángeles mandará acerca de ti y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra-

Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.

Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares.

Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.

El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”

Este pasaje nos relata cómo Jesús, llevado por el Espíritu Santo se dirigió al desierto a ayunar y a orar ¿Para qué? ¿Era necesario? ¡Desde luego que sí!

Jesús en su condición de hombre quiso, antes que conquistar al mundo para Dios, conquistarse primero a Él mismo para su Padre. Jesús quiso primero dominarse a sí mismo para luego poder salir a cumplir su misión de cruz.

Al pasar 40 días y 40 noches de ayuno Jesús logro sobreponerse a lo terrenal, a lo carnal y a lo puramente superficial. Quien ha hecho ayuno alguna vez, sabrá lo mucho que forja esta actividad el carácter y si además acompañamos el ayuno con oración (tal cual lo hizo Jesús) entonces nuestro espíritu crecerá y se fortalecerá por sobre el cuerpo.

Así, como era de esperarse, Jesús alcanzó un punto máximo de debilidad física y “tuvo hambre”… Aquí es en donde el diablo, invariablemente entra en escena en nuestras vidas. Cuando más deseosos estamos de lo carnal (por que somos humanos) es cuando más propensos somos de ser tentados.

Las tentaciones de Jesús ocurrieron en orden ascendente…

Primero el diablo lo tentó en el nivel más simple de nuestra condición humana: el cuerpo. Eta tentación tuvo lugar a ras de tierra, en donde están las piedras. Queriendo aprovecharse del hambre que sentía Jesús, le invitó a convertir estas en pan. Jesús lo pudo haber hecho, pero estaba ahí, en el desierto, no para demostrar su grandeza como Dios sino como ser humano. Hermosa apelación le dijo Jesús “No solo de pan vive el hombre… sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Y es verdad. Jesús en el desierto, si bien no se alimentó de pan, si lo hizo de oración que es el alimento del espíritu.

Habiendo sido derrotado al intentar provocar a Jesús en el cuerpo, ahora el diablo quizo tentarle en un elemento superior: la razón. Dicha tentación se llevo en un punto más alto (sobre el pináculo del templo) pues la razón es, de hecho, más alta que el cuerpo. Aquí el templo representa justamente la inteligencia del hombre. Inteligencia que el ser humano ha utilizado para edificar y construir templos

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