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LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA I


Enviado por   •  25 de Marzo de 2014  •  Tesis  •  2.642 Palabras (11 Páginas)  •  165 Visitas

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LA CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA I:

Partes de la misa:

RITOS INICIALES: Son ritos introductorios a la celebración y nos preparan para escuchar la Palabra y celebrar la Eucaristía.

-Procesión de entrada: Llegamos al templo y nos disponemos para celebrar el misterio más grande de nuestra fe. Acompañamos la procesión de entrada cantando con alegría.

-Saludo inicial: Después de besar el altar y hacer la señal de la cruz, el sacerdote saluda a la asamblea.

-Rito penitencial: Pedimos humildemente perdón al Señor por nuestras faltas.

-Gloria: Alabamos a Dios, reconociendo su santidad, al mismo tiempo que nuestra necesidad de él.

-Oración colecta: Es la oración que el sacerdote, en nombre de toda la asamblea, hace al Padre. En ella recoge todas las intenciones de la comunidad.

LITURGIA DE LA PALABRA: Escuchamos a Dios que se nos da como alimento en su Palabra y respondemos cantando, meditando y rezando.

-Primera Lectura: En el Antiguo Testamento, Dios nos habla a través de la historia del pueblo de Israel y de sus profetas.

-Salmo: Meditamos rezando o cantando un salmo.

-Segunda Lectura: En el Nuevo Testamento, Dios nos habla a través de los apóstoles.

-Evangelio: El canto del Aleluya nos dispone a escuchar la proclamación del misterio de Cristo. Al finalizar aclamamos diciendo: “Gloria a ti, Señor Jesús”.

-Homilía: El celebrante nos explica la Palabra de Dios.

-Credo: Después de escuchar la Palabra de Dios, confesamos nuestra fe.

-Oración de los fieles: Rezamos unos por otros pidiendo por las necesidades de todos

CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA II:

Las partes de la misa: (Viene de la parte I)

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA: Consta de tres partes. 1. Rito de las ofrendas 2. Gran Plegaria Eucarística (es el núcleo de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y en que actualizamos la muerte y resurrección de Jesús) 3. Rito de Comunión.

-Procesión de ofrendas: Presentamos el pan y el vino que se transformarán en el cuerpo y en la sangre de Cristo. Realizamos la colecta en favor de toda la Iglesia.

-Oración sobre las ofrendas / Ofertorio: Con esta oración ponemos en las manos de Dios los dones que trajimos, no solo el pan y el vino, sino también nuestras vidas.

-Santo / Prefacio: Cantamos y damos gracias alabando a Dios el tres veces santo.

-Consagración: El sacerdote hace “memoria” de la Última Cena, pronunciando las mismas palabras de Jesús. El pan y el vino se transforman en el cuerpo y en la sangre de Jesús.

-Aclamación: Aclamamos el misterio central de nuestra fe.

-Intercesiones: Ofrecemos este sacrificio de Jesús en comunión con toda la Iglesia. Pedimos por el papa, por los obispos, por los difuntos y por todos nosotros.

-Doxología: El sacerdote ofrece al Padre el cuerpo y la sangre de Jesús, por Cristo, con él y en él, en la unidad del Espíritu Santo. Todos respondemos: “Amén”.

-Padrenuestro: Preparándonos para comulgar, rezamos al Padre como Jesús nos enseñó. Luego nos damos el saludo de la paz.

-Comunión: Llenos de alegría nos acercamos a recibir a Jesús, pan de vida. Antes de comulgar hacemos un acto de humildad y de fe.

-Oración: Damos gracias a Jesús por haberlo recibido, y le pedimos que nos ayude a vivir en comunión.

RITOS DE DESPEDIDA: Son ritos que concluyen la celebración.

-Bendición: Recibimos la bendición de Dios por medio del sacerdote.

-Despedida y envío: Alimentados con el pan de la Palabra y de la Eucaristía volvemos a nuestras actividades, a vivir lo que celebramos, llevando a Jesús en nuestros corazone

Obras de misericordia

«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a la izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: «Vengan, benditos de mi Padre y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver». Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?». Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo». Mt 25, 31-40

Otra obra de misericordia es dar sepultura a los muertos.

Catecismo de la Iglesia Católica nº 2447:

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (...) Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25,31-46).

Los sacramentos en la liturgia

Signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Jesucristo para santificar nuestras almas, y confiados a la Iglesia para su administración.

Los sacramentos en la liturgia

Los sacramentos son los canales a través de los cuales Dios nos ofrece la salvación de su Hijo Jesucristo, a través de la Iglesia.

Es más, el principal sacramento de Dios es Jesús. Decimos esto porque en Jesús, Dios se manifestó plenamente, tal como Él es. Conociendo a Jesús, conocemos a Dios mismo. Jesús es signo de Dios.

Después de la resurrección de Jesús y su ascensión a los cielos, Él desaparece de manera física entre los hombres. Sin embargo, quiso prolongarse y vivir en una pequeña comunidad de creyentes, que lo reconocen como el único Señor y se reúnen en su Nombre para glorificar a Dios. Esa comunidad se consolida el día de Pentecostés. Esta comunidad es la que hoy llamamos Iglesia, palabra que significa asamblea.

La Iglesia llega a ser también signo, sacramento de la presencia de Jesús en el mundo de hoy, como Salvador de los hombres. Es decir, la Iglesia es el signo visible e histórico a través del cual Jesús sigue ofreciendo y obrando con su presencia gloriosa la salvación de los hombres. Todo lo que hace y dice la Iglesia no tiene otro fin que el de significar y realizar, directa o indirectamente, la salvación de Cristo.

Pero, ¿cómo lleva a cabo la Iglesia esta maravillosa obra de salvación?

La Iglesia echa mano de ciertas acciones, signos, a través de los cuales Jesús sigue haciéndose presente en medio de nosotros. Se les ha llamado sacramentos. Son signos y gestos que dan al hombre la oportunidad de encontrarse con Jesucristo, desde el nacimiento hasta su muerte.

Los siete sacramentos aparecen en siete momentos que representan la totalidad de la vida humana; y en esos momentos es cuando Jesús quiere entrar en el hombre a través de los siete sacramentos.

Cada uno de estos momentos en los cuales Jesús se hace presente, son vividos por nosotros como una verdadera fiesta; siendo los momentos cruciales de nuestra vida, Él se hace presente. Pero no hay fiesta, cuando uno está solo. En una fiesta no hay lugar para “el cada uno para sí”. Tampoco en los sacramentos. Éstos son signos de vida, de amor, de unidad. Son signos comunitarios; en ellos se expresa toda la comunidad de creyentes como en una realidad: un pueblo salvado que se une con alegría a su Señor en la fe, la esperanza y el amor.

Así definiríamos los sacramentos: son signos sensibles y eficaces de la gracia, instituidos por Nuestro Señor Jesucristo para santificar nuestras almas, y confiados a la Iglesia para su administración.

Cuáles son los sacramentos

Son siete:

1) Bautismo: Dios nos da su vida divina, la entrada a la Iglesia católica y nos hace partícipes de Cristo Profeta, Rey y Sacerdote, y herederos del cielo.

2) Confirmación: Dios nos confiere la madurez espiritual para la lucha y nos capacita para ser apóstoles de Cristo y testigos de su palabra.

3) Comunión: Dios nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de su Hijo Jesucristo y nos hace crecer en la caridad.

4) Penitencia: Dios nos perdona, por intermedio del sacerdote, nuestros pecados y nos ayuda a vencer las tentaciones.

5)Unción de enfermos: Dios nos ofrece este sacramento para prepararnos a afrontar con confianza el momento de la enfermedad y de la muerte, confortándonos en el sufrimiento y sosteniéndonos en las tentaciones finales, y así prepararnos para mirar con gozo la eternidad.

6) Orden Sacerdotal: Dios ofrece este sacramento a hombres varones a quienes Él ha elegido para servir a la comunidad creyente, como ministros sagrados y administradores de sus misterios.

7) Matrimonio: Dios regala este sacramento a hombres y mujeres que sienten la llamada a formar una familia y así perpetuar la especie humana. El sacramento del matrimonio es signo eficaz del amor esponsal que Cristo tiene hacia su Iglesia.

DONES DEL ESPIRITU SANTO

Del Catecismo:

1830 La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo.

Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

1831 Los siete dones del Espíritu Santo son:

sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.

Tu espíritu bueno me guíe por una tierra llana (Sal 143,10).

Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios... Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rm 8,14.17)

Los dones del Espíritu Santo son hábitos sobrenaturales infundidos por Dios en las potencias del alma para recibir y secundar con facilidad las mociones del propio Espíritu Santo al modo divino o sobrehumano.

Los dones son infundidos por Dios. El alma no podría adquirir los dones por sus propias fuerzas ya que transcienden infinitamente todo el orden puramente natural. Los dones los poseen en algún grado todas las almas en gracia. Es incompatible con el pecado mortal.

El Espíritu Santo actúa los dones directa e inmediatamente como causa motora y principal, a diferencia de las virtudes infusas que son movidas o actuadas por el mismo hombre como causa motora y principal, aunque siempre bajo la previa moción de una gracia actual.

Los dones perfeccionan el acto sobrenatural de las las virtudes infusas.

Por la moción divina de los dones, el Espíritu Santo, inhabitante en el alma, rige y gobierna inmediatamente nuestra vida sobrenatural. Ya no es la razón humana la que manda y gobierna; es el Espíritu Santo mismo, que actúa como regla, motor y causa principal única de nuestros actos virtuosos, poniendo en movimiento todo el organismo de nuestra vida sobrenatural hasta llevarlo a su pleno desarrollo.

Número de dones: La interpretación unánime de los Padres y la enseñanza de la Iglesia enumera siete dones del Espíritu.

Don de sabiduría

Nos hace comprender la maravilla insondable de Dios y nos impulsa a buscarle sobre todas las cosas y en medio de nuestro trabajo y de nuestras obligaciones.

Don de inteligencia

Nos descubre con mayor claridad las riquezas de la fe.

Don de consejo

Nos señala los caminos de la santidad, el querer de Dios en nuestra vida diaria, nos anima a seguir la solución que más concuerda con la gloria de Dios y el bien de los demás.

Don de fortaleza

Nos alienta continuamente y nos ayuda a superar las dificultades que sin duda encontramos en nuestro caminar hacia Dios.

Don de ciencia

Nos lleva a juzgar con rectitud las cosas creadas y a mantener nuestro corazón en Dios y en lo creado en la medida en que nos lleve a Él.

Don de piedad

Nos mueve a tratar a Dios con la confianza con la que un hijo trata a su Padre.

Don de temor de Dios

Nos induce a huir de las ocasiones de pecar, a no ceder a la tentación, a evitar todo mal que pueda contristar al Espíritu Santo, a temer radicalmente separarnos de Aquel a quien amamos y constituye nuestra razón de ser y de vivir.

¿ QUÉ SON LOS EVANGELIOS ?

INTRODUCCIÓN

Sin lugar a dudas el personaje más importante de toda la historia de la humanidad es Jesucristo por el hecho de ser nada menos que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Hijo, "nacido de mujer, nacido bajo la ley en la plenitud de los tiempos". (Gál.4.4)

Por un amor absolutamente gratuito, Dios "nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuesemos santos e inmaculados ante El por el amor. El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos... por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados". (Ef.1,4-7)

La encarnación del Verbo Eterno de Dios tenía por fuerza que darse en algún momento de la historia, en algún lugar concreto de la Tierra, en algún pueblo determinado y de una mujer concreta. Pero para llevar a cabo su obra de salvación, Dios no eligió a ninguno de los pueblos poderosos que habitaban la tierra, sino que pidió a un anciano caldeo llamado Abraham, mediante un sublime acto de Fe y esperanza contra toda esperanza, la creación de un pueblo nuevo, un pueblo suyo, el Pueblo de Dios. Toda esta historia maravillosa está relatada en un libro, el más importante del mundo: la Sagrada Biblia.

LOS CUATRO EVANGELIOS

La palabra "evangelio", del griego "evangelion" quiere decir buena nueva, buena noticia. Y Jesucristo es El mismo la Buena Noticia, el único Evangelio para la humanidad entera. Cuando hablamos de "cuatro Evangelios", estamos designando en realidad cuatro versiones distintas del único Evangelio. Por eso decimos "según San Juan o según San Lucas".

Los Apóstoles y demás Discípulos, fueron comunicando esa Buena Nueva por todo el mundo conocido en aquel entonces. Judíos, griegos, romanos, egipcios, galos, hispanos, etc., se convirtieron gozosos y supieron dar su vida valientemente por la causa del Evangelio durante las persecuciones romanas..

Pero Jesucristo nunca escribió un libro ni la Iglesia al principio pensó en ello: el Evangelio se transmitía oralmente y con eso bastaba, pero llegó el momento en que decidieron los mismos Apóstoles consignar dichos y hechos de Jesús, para evitar deformaciones en el mensaje auténtico del Señor. Así fueron escribiéndose los cuatro Evangelios que conocemos y también los demás libros del Nuevo Testamento.

Es pues muy importante tener en cuenta que la Tradición Apostólica es anterior cronológicamente y en cierta manera más importante que los libros escritos, ya que es la Iglesia la que nos entrega por Tradición cuáles son los auténticamente inspirados por Dios tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

Error fatal de los protestantes es hacer a un lado la Tradición con la idea de que "solo la Biblia basta". Si no contarnos con la Iglesia Católica que con su Tradición nos interpreta la Biblia, caemos, como vemos sucede en la infinidad de iglesias y sectas protestantes en toda clase de desviaciones y errores que pueden llegar a consecuencias fatales, a la muerte misma por suicidios masivos, como en la Guyana, en Waco y en otras partes del mundo.

Hemos de tener presente que los Evangelios, que narran acontecimientos reales y contienen verdadera historia no fueron concebidos principalmente como biografías de Jesucristo en el sentido actual de esta palabra. Su finalidad primordial es instructiva, formadora, didáctica. Surgieron para el servicio de la predicación cristiana de la primera hora, corra corroboración y ayuda de la predicación oral, para despertar y fortalecer la fe en Jesucristo. (Lc. 1, 1,ss; Jn.20,31)

Todo ello nos explica el porqué las narraciones evangélicas, lejos de ser exhaustivas (Jn.20,30), son sumamente parcas al referir los hechos así como en precisar detalles cronológicos o geográficos. Son de un carácter esquemático y doctrina¡, prescindiendo de detalles que nos hubiera encantado conocer, por ejemplo cómo eran físicamente tanto Jesús, como María

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