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LA HONRA DEL MINISTERIO

aantonioayala16 de Septiembre de 2013

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La honra del ministerio.

Introducción.

Ex. 29:1-4

Para lavar a alguien, se necesita:

1. Desvestirlo. Esto nos enseña que antes de ser ceñidos de la vestidura de la honra ministerial, es absolutamente necesario que nos despojemos de nuestras vestiduras viles o comunes.

Ef. 4:22-32, también en Col. 3:8-10 y Col. 3:12-14

El vestido renovado no es otra cosa que la nueva naturaleza.

Los creyentes en Cristo cuando somos vestidos del nuevo hombre, no cambiamos d de forma, religión o hábitos; sino de naturaleza “Esencia” (es una transformación), el mundo te amolda, pero Dios te transforma.

Rom. 12:2; 2ª. Cor. 3:18.

Lo mismo debe suceder cuando somos consagrados al ministerio de Dios.

El ministerio es un oficio santo, porque quien nos llamo es santo.

1ª. Ped. 1:15-16.

Dios capacita incapacitando. (Ej. Jacob)

Dios vio que Moisés seguía impulsivo e intrépido por la forma en que se acercó a la zarza.

Ex. 3:3-5. Nadie debe acercarse al llamamiento con las sandalias polvorientas de sus propias andanzas; es necesario cambiarse de vestiduras y calzado antes de acercarse al servicio del llamamiento divino.

El Señor quiso enseñar a Moisés que la empresa que iba a realizar en su servicio era santa y que no la podía llevar a cabo con nada que fuera humano.

El camino de Dios se recorre con el apresto o calzado de Dios.

El ministerio es un oficio para santificar a Dios.

Lev. 10:3.

Los ministros son consagrados para ocuparse del servicio a Dios, y a través del oficio que ejecutan el Señor es santificado y glorificado delante del pueblo.

Un ministro puede estar ministrando con vestiduras comunes y ofrecer fuego extraño delante de Dios.

¿Qué es fuego extraño? Lev. 10:1, aquel que Dios nunca pidió.

¿Qué es vestidura común? Aquella que no es sacerdotal, la nuestra, la humana. Rom. 8:7-9.

Lo que hizo errar a Nadad y Abiu fue el efecto del vino y la sidra en ellos. Muchas veces estamos intoxicados con el vino de nuestro ego y emborrachados con la sidra de nuestra autosuficiencia. Cuando esto ocurre, deliramos y nos despojamos del efod sacerdotal y nos ataviamos con el atavío del humanismo, el atuendo de nuestra iniciativa, la indumentaria del intelectualismo y la ropa de nuestras convicciones, para entrar al santuario de Dios a realizar el santo oficio.

David se despojo de sus vestiduras comunes, aunque fueran reales; para Mical el se había deshonrado.

2. Lavar a los sacerdotes.

Ex. 29:4

Para llevar a cabo el ministerio divino también es necesario limpiarnos de nuestras inmundicias.

2ª. Tim. 2:19, Is. 52:11

**** Explicar el proceso del ministerio en el tabernáculo ****.

a. Primero entrar, es decir; recibir el llamado.

b. Limpiarse o lavarse en la pila del lavacro.

Nadie está apto para ministrar al Santo si antes no se ha santificado. Ninguna persona debe ceñirse el efod si antes no lava su vida en la fuente de la santificación.

3. Vestir al Sacerdote.

Ex. 29:5-6, 8. La vestimenta de los sacerdotes era una distinción divina que los hacía diferentes a los demás.

El borde de las vestiduras sacerdotales tenía unas campanillas que emitían un sonido al caminar, las cuales hacían recordar a la gente lo celestial. Cuando una persona es consagrada al ministerio, es transferida al Señor; eso significa que dejamos de ser nuestros o de los demás y pasamos a ser exclusivamente de Dios.

1ª. Sam. 1:27-28. La palabra “dedicar” significa literalmente “transferir”

La mitra; tenía una lamina de oro grabada con un sello que decía “Santidad a Jehová” Ex. 28:36. La santidad es un requisito de Jehová para sus ministros, este constituye una insignia distintiva, una señal visible y manifiesta del carácter de la persona que los ministros representan; esto es a Dios y su reino.

4. La unción.

Ex. 40:13-15. El ungimiento era un símbolo de la impartición de Dios, que los capacita para llevar a cabo el santo servicio con eficacia.

Hch. 1:8, 1ª. Tim. 4:13-14.

La imposición de manos equivale al ungimiento del A.T. Hch. 13:2-3.

Las personas hoy se concentran en la unción y hasta oran para recibirla y olvidan que el ungimiento tiene el propósito de capacitar para llevar a cabo la obra del ministerio.

Es importante recordar que la unción es lo último que Dios imparte.

Moisés pasó 40 años en preparación.

Eliseo fue siervo de Elías por muchos años antes de ser ungido.

Los apóstoles siguieron a Jesús 3.5 años.

Pablo fué discípulo antes de ser apóstol.

Cada vez que la iglesia ha sido ligera en imponer manos ha expuesto el ministerio a la deshonra y al descredito. 1ª. Tim. 5:22.

Cuando violamos nuestro voto de consagración a Dios, nos debilitamos e incapacitamos para hacer aquello para lo cual fuimos apartados para Dios y ara Dios.

Violar nuestro voto es como ensuciarnos y dejamos de ser especiales para Dios. (Ej. Un plato sucio).

Sansón comprendía que su fuerza era el resultado de ser consagrado para Dios, pero nunca respetó el voto de consagración. Ver página 25 de libro la honra del ministerio.

Sansón representa al ministro lleno de unción, pero vacio de carácter, es decir; tenía la unción pero necesitaba ser despojado de sus ropas viles y ser lavado de sus inmundicias.

No hay nada más peligroso en el servicio a Dios que un carnal ungido.

Zac. 3:1-7.

¿Cuándo lanza Satanás sus acusaciones con el sumo sacerdote? Cuando estamos vestidos con nuestra indumentaria humana, ya sea porque no hemos sido desvestidos y bañados o porque después de haber sido vestidos del manto de la consagración hemos decidido ministrar a Dios con la ropa del humanismo. Col. 2:8

¿Qué momento aprovecha Satanás para acusar al ungido de Jehová? Cuando vestidos con las vestimentas ministeriales las ensuciamos viviendo de una manera que no es digna de lo que somos y representamos. Ver. 3

Esto quiere decir que el sacerdote no estaba vestido con sus vestiduras sacerdotales o las tenía sucias. Ver. 4,5

Ver ejemplo del armiño en página 29.

Cuestionario.

1. El primer paso para ser ceñido con vestiduras de honra ministerial es: desvestirnos.

2. ¿Qué entendemos por el vestido renovado? La nueva naturaleza.

3. ¿Cuál capacita Dios? Descapacitando.

4. ¿Qué quiso enseñar Dios a Moisés según ex. 3:3-5? Que nadie puede acercarse a Dios con las sandalias polvorientas de nuestras propias andanzas; pues es necesario cambiarse de vestiduras y calzado antes de acercarse al servicio del llamamiento divino.

5. ¿Qué es fuego extraño? aquel que Dios nunca pidió.

6. ¿Qué es vestidura común? Aquella que no es sacerdotal, la nuestra, la humana

7. ¿Cómo podríamos nosotros estar errando como Nadad y Abiu? Por nuestro ego y nuestra autosuficiencia.

8. ¿Cuál es el segundo paso para llevar a cabo el santo ministerio? Limpiarnos de nuestras inmundicias..

9. ¿Cuál es el tercer paso para llevar a cabo el santo ministerio? Vestirnos con las vestiduras sacerdotales.

10. ¿Qué recordaban las campanillas en las vestiduras de los sacerdotes cuando emitían sonidos? Lo celestial.

11. ¿Qué decía la lamina en la mitra? Santidad a Jehová.

12. ¿Qué indicaba el ungimiento? Un símbolo de la impartición de Dios que capacita a los ministros para llevar a cabo el ministerio con eficacia.

13. ¿Cuándo lanza Satanás sus acusaciones con el sumo sacerdote? Cuando estamos vestidos con nuestra indumentaria humana, ya sea porque no hemos sido desvestidos y bañados o porque después de haber sido vestidos del manto de la consagración hemos decidido ministrar a Dios con la ropa del humanismo.

14. ¿Qué momento aprovecha Satanás para acusar al ungido de Jehová? Cuando vestidos con las vestimentas ministeriales las ensuciamos viviendo de una manera que no es digna de lo que somos y representamos.

Nadie toma para si esta honra.

Heb. 5:4

No hay sobre la tierra una honra tan grande como la de ser un ministro de Dios.

Toda persona que es llamada al ministerio recibe la insignia distintiva de la elección divina. La distinción del elegido radica en la importancia del que lo Elige. Lo que le da valor a algo o alguien, es la manera que se le estima o valora.

El oro es mejor conductor de electricidad que el cobre, pero no se le aprecia por su utilidad sino por su belleza y apariencia. De la misma manera, lo que hace distinguido a un ministro, no son sus meritos personales, sino el ser elegido por Dios para ejercer un oficio para su santo propósito.

Heb. 2:3, Destaca que nuestra salvación es grande. ¿Por qué es grande? Por su autor. Si hubiera sido un ángel, un querubín, o un serafín; hubiera sido importante, pero jamás podría compararse con la salvación de Jesús.

La salvación posee; la anchura, longitud, profundidad y altura del amor de Dios.

Ef. 3:18-19.

Lo mismo podemos decir del ministerio; la honra del ministerio excede a cualquier otra porque el que nos llamo supera en honor, prestigio, excelencia y perfección a todo lo creado.

El

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