La Doctrina Wesleyana De La Perfección
ClevercitO7 de Abril de 2013
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La Doctrina Wesleyana de la Perfección
“La reconstrucción wesleyana de la ética cristiana de la vida,” asevera George Croft Cell, “es una síntesis original y peculiar de la ética protestante de la gracia, con la ética católica de la santidad.” En el pensamiento de Wesley se combinan el énfasis característicamente religioso de la tradicional doctrina protestante de justificación por la fe y el interés especial del pensamiento y la piedad católicos, y resultan en el ideal de la santidad y la perfección evangélica. Esta combinación sucede primero, desde luego, en las páginas del Nuevo Testamento.1
Cell presenta argumentos muy convincentes para demostrar que esa “nostalgia por la santidad,” el anhelo de ser como Cristo que capturó la imaginación de Francisco de Asís, constituye “el meollo de la cristiandad.” Fue precisamente este “énfasis perdido de la cristiandad” lo que fue despertando menos y menos interés en la primera etapa del protestantismo. Cell cita la observación de Harnack, y está de acuerdo con ella, de que el luteranismo, en su comprensión puramente religiosa del evangelio, menospreció demasiado el problema moral, el Sed santos porque Yo soy santo. “Es en este preciso punto,” continúa Cell, “donde Wesley se alza a la altura de un picacho. Él restauró la menospreciada doctrina de la santidad a su sitio merecido en la comprensión protestante del cristianismo.”2
Por lo tanto, desde la perspectiva de la cristiandad histórica, la doctrina wesleyana de la perfección cristiana no es un provincialismo teológico. Al fundir la justificación y la santificación, el pecado original y la perfección cristiana, restauró el mensaje del Nuevo Testamento a su plenitud original. Wesley “había vislumbrado la unidad básica de la verdad cristiana de la que compartían tanto la tradición católica como la protestante.”3
Así comprendió Wesley su mensaje. En su sermón titulado “La Vid de Dios”, él dice:
Frecuentemente se ha hecho la observación de que muy pocos han desarrollado una idea clara en cuanto a la justificación y la santificación. ¿Quién escribió más hábilmente sobre la justificación por la fe solamente, que Martín Lutero ¿Y quién era más ignorante de la doctrina de la santificación, o más confundido en sus conceptos sobre ella... Por otro lado, cuántos escritores católicos (como Francisco de Sales y Juan Castiniza, en particular) han escrito categóricamente y con fundamento bíblico sobre la justificación, y sin embargo ¡desconocían completamente la naturaleza de la justificación! Tanto así que todo el cuerpo de sus teólogos en el Concilio de Trento... completamente confundió la santificación y la justificación. Pero plugo a Dios el darles a los metodistas un conocimiento cabal y claro de ambas, y la amplia diferencia entre las dos.
Sabemos, desde luego, que al mismo tiempo que un hombre es justificado la santificación propiamente principia, puesto que cuando es justificado es “nacido de nuevo”, o “nacido del Espíritu”, lo cual, aunque no es (como algunos suponen) todo el proceso de santificación, es sin duda alguna, la puerta a ella. De esto también Dios ha querido darles a los metodistas una comprensión cabal...
Éstos declaran, con igual celo y diligencia, la doctrina de una justificación gratuita, cabal y presente, y la igualmente importante doctrina de entera santificación tanto de corazón como de vida; son tan tenaces en cuanto a la santidad interior como cualquier místico, pero tan interesados en lo externo como cualquier fariseo.4
El genio de la enseñanza wesleyana, afirma el doctor Cell, es que ni confunde ni divorcia la justificación de la santificación, sino que “les da igual importancia a una y a otra"
A LA ENUNCIACIÓN WESLEYANA
La doctrina completamente desarrollada de Wesley es postulada en su libro Una clara explicación de la perfección cristiana, que fue publicado por primera vez en 1766. Su cuarta edición, publicada en 1777, representa la declaración definitiva de su posición. La perfección cristiana (título abreviado con que se conoce esa obra), incluye las declaraciones completas de casi todo lo que Wesley escribió sobre el tema antes de la publicación de ese libro. Aquí está la doctrina de la perfección tal como él la proclamó y la defendió. Al leer La perfección cristiana uno debe recordar que aquí Wesley está delineando el progreso de su propio pensamiento, y que las declaraciones de las primeras secciones no siempre representan su posición final. Es en la parte final del libro donde descubrimos la comprensión madura de Wesley en cuanto a la perfección cristiana.
El resumen de once puntos, que Wesley da y que aparece casi al fin del libro, es una presentación condensada de la doctrina:
1. Existe la perfección cristiana, porque es mencionada vez tras vez en las Escrituras.
2. No se recibe tan pronto como la justificación, porque los justificados deben seguir adelante a la perfección (He. 6:1).
3. Se recibe antes de la muerte, porque San Pablo habló de hombres quienes eran perfectos en esta vida (Fil. 3:15).
4. No es absoluta. La perfección absoluta pertenece, no a hombres, ni a ángeles, sino sólo a Dios.
5. No hace al hombre infalible; ninguno es infalible mientras permanezca en este mundo.
6. ¿Es sin pecado No vale la pena discutir sobre un término o palabra. Es “salvación del pecado”.
7. Es amor perfecto (1 Jn. 4:18). Esta es su esencia; sus frutos o propiedades inseparables son: estar siempre gozosos, orar sin cesar, y dar gracias en todo (1 Ts. 5:16).
8. Ayuda al crecimiento. El que goza de la perfección cristiana no se encuentra en un estado que no pueda desarrollarse. Por el contrario, puede crecer en gracia más rápidamente que antes.
9. Puede perderse. El que goza de la perfección cristiana puede, sin embargo, errar, y también perderla, de lo cual tenemos unos casos. Pero no estábamos completamente convencidos de esto hasta cinco o seis años ha.
10. Es siempre precedida, y seguida por una obra gradual.
11. Algunos preguntan: “¿Es en sí instantánea o no”... A menudo es difícil percibir el momento en que un hombre muere, sin embargo hay un instante en que cesa la vida. De la misma manera, si cesa el pecado, debe haber un último momento de su existencia, y un primer momento de nuestra liberación del pecado.5
Estos son los puntos sobresalientes de la enseñanza wesleyana. Pero la doctrina tiene una historia demasiado antigua y continua, como hemos visto, para ser clasificada meramente como una doctrina wesleyana. Juan Wesley sería el primero en repudiar tal cosa. Como Cell anota, Wesley encontró la verdad de la perfección “en la urdimbre de la tela” de las Escrituras. Su búsqueda inmediata fue estimulada por la lectura de cuatro libros: La imitación de Cristo, de Tomás de Kempis; Rules and Exercises of Holy Living and Dying por el obispo Jeremy Taylor; Christian Perfection, y A Serious Call to a Devout and Holy Life, de William Law. Pero mucho tiempo antes de Wesley, y antes de que estos escritores místicos despertaran su deseo de tener la santidad, los padres griegos y latinos habían presentado la doctrina en largas exposiciones, como hemos procurado demostrar en esta obra. Al formular su doctrina de la perfección, Juan Wesley se nutrió en las corrientes más ricas y profundas de la tradición cristiana. La conclusión que el doctor Flew hace es enteramente justa:
La doctrina de la perfección cristiana —entendida no como una declaración de que la meta final de la vida cristiana pueda alcanzarse en esa vida, sino como una declaración de que un destino sobrenatural, un logro relativo de la meta que no excluye el crecimiento, es la voluntad de Dios para nosotros en esta vida y que es asequible— yace no meramente sobre los caminos de la teología cristiana, sino sobre el camino que conduce hacia arriba.7
Pero también es cierto que Juan Wesley le dio a la doctrina un molde enteramente nuevo. La originalidad de Wesley se ve principalmente en la forma en la que él situó la verdad de la perfección en el centro mismo de la comprensión protestante de la fe cristiana. También, libró la doctrina de cualquier noción de mérito, y la presentó completamente como el don de la gracia de Dios. El amor perfecto es asequible ahora mismo, por la fe.
El hecho de que Wesley vio esto con tanta claridad lleva a Colin W. Williams a poner en tela de duda la declaración, antes citada, de Cell de que la teología de Wesley “es una síntesis... de la ética protestante de la gracia, con la ética católica de la santidad”.8 La ética católica le atribuye mérito a la santidad, pero Wesley enteramente separó la doctrina, del nivel u orden de mérito, y la ubicó en el orden de gracia. Su concepto de santificación es por la fe solamente. Esto, afirma Gordon Rupp, es lo que le dio al evangelio wesleyano su forma y su coherencia.9
Para Wesley, el mero centro de la perfección es el agape—el amor de Dios para el hombre. Su “foco ardiente” es la expiación. “El amor perdonador está en la raíz de todo ello.”10 Uno de los versículos que Wesley cita con más frecuencia es esa frase de 1 Juan: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” El amor a Dios no es el amor natural de eros, sino el amor del hombre que responde al amor previo de Dios. La santificación, para Wesley, como la justificación,
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