La Iglesia Medieval
Francis12097118 de Julio de 2012
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La Iglesia Medieval
I. Introducción
El adjetivo "medieval" se refiere al período histórico comúnmente conocido como la Edad Media, ubicado entre los tiempos de la antigüedad y los modernos. Los historiadores consideran generalmente la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d. C.) como el suceso histórico que señala la terminación de la Edad Antigua, y el Renacimiento y la Reforma como los movimientos que marcan el comienzo de la Edad Moderna. Nuestro propósito es proporcionar un marco histórico para el estudio de aquellas porciones de las diversas cadenas proféticas del Apocalipsis que corresponden con este período de la historia. Lo mismo se aplica al capítulo siguiente: "Desde la Reforma en adelante".
Decadencia del Imperio Romano.-
La decadencia y caída del Imperio Romano abarca un período de varios siglos. El brillante reinado de Augusto, el primer emperador (27 a. C.-14 d. C.), señaló la edad de oro de la historia romana. Con unas pocas excepciones notables, como Trajano (98-117 d. C.), Adriano (117-138). Marco Aurelio (161- 180), Diocleciano (284-305), Constantino (306-337) y Teodosio (379-395), los emperadores desde Augusto hasta Rómulo Augústulo (depuesto en 476) fueron poco más que mediocres, y la historia del imperio a través de casi toda su duración de unos cinco siglos, especialmente desde Marco Aurelio en adelante, es el registro de una declinación gradual. Hacia fines del siglo III d. C. el proceso de desintegración se había acentuado mucho. Es cierto que las reformas y la reorganización del imperio efectuadas por Constantino sirvieron para detener por un tiempo la tendencia descendente; pero desde allí en adelante el proceso de desintegración continuó con un ritmo de creciente rapidez. Y con el siglo IV comenzó la larga serie de invasiones de los bárbaros del norte, que aceleraron mucho el proceso.
Aunque el último emperador de Occidente fue depuesto en 476, también había habido emperadores en el Oriente desde el momento cuando Constantino, trasladó la sede del gobierno de Roma a Constantinopla, en el año 330. El Imperio Romano de Oriente continuó en realidad durante casi mil años más, hasta 1453. El año 476 es la fecha tradicional para la caída de la Roma antigua, con lo que comienza la Edad Media; pero es evidente que los tiempos medievales también podrían contarse a partir de cualquiera de varios acontecimientos significativos, ya sea antes o después de ese año. Por eso algunos han considerado el reinado de Constantino el Grande, el primero de una larga sucesión de emperadores cristianos nominales, como un límite apropiado entre la Edad Antigua y la Edad Media; y en vista de que el capítulo titulado "La Iglesia Cristiana Primitiva", se ocupa de los sucesos ocurridos aproximadamente hasta el reinado de Constantino, este capítulo seguirá el curso de los acontecimientos desde los días de Constantino en adelante. Otros sugieren el reinado de Justiniano el Grande (527-565) como el punto divisorio entre la historia antigua y la medieval; sin embargo, debe destacarse que por lo general los historiadores consideran el pontificado del papa Gregorio Magno (590-604) como el momento más apropiado para iniciar el comienzo de la Edad Media. Las dos instituciones más significativas de la Europa occidental durante el período del medioevo, a partir del año 800, fueron la Iglesia Católica Romana y el Santo Imperio Romano.
Evolución de la iglesia.-
A medida que el Imperio Romano decaía gradualmente, la iglesia se extendía y aumentaba su poder. Cuando la iglesia fue establecida por su Fundador Divino se caracterizaba por una admirable pureza de vida y claridad de doctrinas. Tenía una organización relativamente sencilla y eficaz que contrastaba con el complejo sistema monárquico que caracterizó al papado medieval. El cristianismo comenzó como una secta proscrita, rechazada y hostilizada por los judíos, despreciada y vilipendiada por los paganos cultos y perseguida intermitentemente por un gobierno pagano que estaba dispuesto a exterminarla. A pesar de todo, el cristianismo crecía en número, en extensión y en la estimación de las personas pensadoras.
En el siglo III la iglesia comenzó a tener sus propios edificios para el culto, y aunque no era reconocida legalmente comenzó a ser dueña de propiedades. Su organización se hizo más compleja. Los ancianos que presidían en las congregaciones de las grandes ciudades alcanzaron una jerarquía especial como "supervisores", y después como obispos dominantes que ejercían una autoridad eclesiástica creciente. Cuando algunas disputas por asuntos doctrinales dividieron la iglesia y comenzaron a formarse sectas, se consideró a los obispos como modelos de ortodoxia, y cada uno comenzó a buscar en sus antecesores precedentes para interpretar y aplicar las tradiciones de la iglesia. A medida que aumentaban las controversias doctrinales se iba debilitando la confianza en la Biblia como la única expresión de fe y doctrina, y se recurría más y más a la tradición. A medida que la iglesia se extendía tomaba prestados a veces consciente, a veces inconscientemente de los paganos que iba dominando, doctrinas y ritos enteramente desconocidos en la iglesia apostólica, que se convertían en parte de la vida de la iglesia. La iglesia se consolidaba y extendía; pero internamente comenzó a perder su sencillez y pureza apostólicas, y aun antes de que fuera reconocida legalmente se habían echado los fundamentos para el desarrollo de la iglesia orgullosa y materialista de la Edad Media.
II. Surgimiento del papado (313-590 d. C.)
Constantino y el cristianismo.-
Cuando Constantino el Grande se convirtió en emperador en el año 311, el imperio se hallaba aquejado por un sistema administrativo difícil de manejar, un ejército desorganizado y una economía que desfallecía. Además, la moral de la población multilingüe, de orígenes y costumbres múltiples, estaba en bancarrota ética y espiritualmente. La estrategia política de Constantino, gobernante de amplia visión, fue la de movilizar la población del imperio para reconstruir sus instituciones y lograr una unidad de la cual no había disfrutado en los últimos dos siglos.
Comenzó a reorganizar el ejército, a fortalecer la vida económica del imperio y a buscar el remedio para los males sociales, morales y espirituales de la población. Procurando salvar la integridad del imperio, trató por todos los medios de unificar al pueblo, y uno de los recursos que utilizó fue su intento de cristianizar el Imperio Romano. Se ha debatido si verdaderamente Constantino se convirtió al cristianismo, como lo sugieren la visión que pretendió haber visto antes de la victoria del puente Milvio y la estatua de sí mismo con cruz en mano que poco después hizo levantar en Roma, o si permaneció pagano, como lo indicaría su conducta.
En todo caso, Constantino favoreció a los cristianos con una serie de leyes, a partir del año 311 cuando junto con Galerio y Licinio les dio a aquéllos permiso de rogar a su dios en favor del bienestar del emperador. En el año 313, junto con Licinio proclamó el edicto de Milán, por el cual se daba libertad religiosa a todos los ciudadanos del imperio, pero que especialmente beneficiaba a los cristianos. Con todo, el propósito de este edicto era egoísta: Constantino quería recibir los beneficios de las oraciones de todos los fieles a sus dioses, entre ellos el Dios de los cristianos. Más tarde eximió al clero cristiano del servicio militar y de los impuestos a la propiedad (313 d. C.). Abolió en 315 diversas costumbres paganas que resultaban ofensivas a los cristianos y facilitó la emancipación de los esclavos cristianos.
En el año 321 promulgó la primera ley dominical, que mandaba que todos se abstuvieran de trabajar en día domingo. Si bien ya hacía más de siglo y medio que buena parte de los cristianos de Occidente observaban el domingo, esta ley no hacía necesariamente del domingo un día santo cristiano. Más bien era otro indicio del gran afán de lograr unidad en el imperio. Los adoradores del sol y de Mitra también respetaban el día domingo. Por esto, la gran mayoría de los ciudadanos de Roma podía fácilmente ponerse de acuerdo en un día común de descanso. En el año 323, Constantino derrotó a Licinio y se convirtió en emperador único. Desde esta fecha puede decirse que el cristianismo conquistó al Imperio Romano. Constantino se hizo rodear de cristianos, otorgó enormes sumas de dinero para construir templos cristianos, e hizo educar como cristiano a su hijo Crispo. Parece haberle preocupado grandemente el que la aristocracia romana se resistiera a aceptar el cristianismo y en el año 325 exhortó a todos los ciudadanos a hacerse cristianos. Sin embargo, Constantino siguió con sus intrigas políticas y asesinatos, y sólo se bautizó como cristiano poco antes de morir en el año 337 d. C.
Como emperador, Constantino era pontífice máximo del culto pagano del Estado. Era natural que, al cristianizarse el imperio, pensara que debía ser el dirigente de la iglesia cristiana. Además, su gran afán de lograr la unidad en su imperio y sus dotes administrativas lo inducían a querer dominar también este aspecto de la sociedad. Y los cristianos, cansados por la persecución de Diocleciano y felices de recibir los privilegios que les brindaba ahora el Estado, le concedieron a Constantino más autoridad en asuntos eclesiásticos de la que convenía que tuviera un emperador que no era ni siquiera bautizado.
En esta nueva relación de la Iglesia con el Estado, los cristianos se estaban apartando de la tradicional política cristiana de no dejarse envolver en asuntos políticos.
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