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La Oscuridad en San Juan


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2021  •  Monografías  •  5.688 Palabras (23 Páginas)  •  107 Visitas

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El símbolo de las “Tinieblas”

en el

Evangelio de San Juan

y en

Otras Tradiciones

Seminario Mayor San José, La Plata

Materia: Exégesis de San Juan

Profesor: Pablo Sylvester

Alumno: Pablo Jesús Alvarez

Introducción:

El Evangelio de San Juan es uno de los libros más importantes que nos ha dejado la Divina Revelación transmitida desde los orígenes por la línea ininterrumpida de los Apóstoles de Jesucristo. Esto lo es por ser un Evangelio, uno de los textos que nos cuenta los hechos de la misma vida Cristo cuando pasó por el mundo como uno de nosotros, con métodos sumamente claros y objetivos, anunciados por profetas del Antiguo Testamento, antes de que Él que es la “Luz del mundo” pusiese “su morada entre nosotros” (Constitución Dogmática Dei Verbum, Sobre la Divina Revelación, 1965). Pero algo más debe agregarse al caso particular del Evangelio de San Juan: su particularidad respecto de los otros tres Evangelios que nos ha dejado la Tradición (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Introducción, 1966).

En efecto, el Evangelio de Juan se distingue de sus pares sinópticos1, no solamente en esta estructura común a aquellos tres, sino además en una manera de tomar los temas que la tradición ha llamado “teológica”, “elevada”, “profunda” (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Introducción, 1966). No por nada San Juan es representado entre los otros Evangelios como un Águila, que se eleva a lo más alto de las cosas divinas (Lovoratti, 2015).

De esta manera, en San Juan, tenemos relatos, hechos, situaciones y sobre todo símbolos_ gran cantidad de signos_ que nos quieren dejar en claro el mensaje esencial del Evangelio, el cual impregna cada capítulo del mismo texto, y es que Cristo, Dios hecho hombre murió en la Cruz y resucitó para salvarnos (Levoratti, 2015). Este anuncio kerigmático básico es, sin duda, común a los otros tres Evangelios, y podríamos agregar que en líneas generales, es común a todos los escritos del Nuevo Testamento. Sin Embargo San Juan lo hace de su propia manera (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Introducción, 1966).

El cuarto Evangelio pone continuamente al lector en situación de encuentro con Jesús y lo impele a tomar una decisión en su vida que la afectará, sin lugar a dudas, de alguna manera, en toda su integridad y terminará por impregnar cada aspecto de la misma con el propósito del cristiano (Lovoratti, 2015), o la sumirá en el sinsentido si elige rechazar la Luz con la que se confronta.

En Efecto, Cristo es la Luz del mundo y viene para iluminar a los hombros, llevarlos a la Luz, al mismo Dios. Cristo viene para comunicar la Vida divina a los hombres y de alguna manera, se hace hombre para volver divinos a los humanos (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Prólogo, 1966).

La analogía con la Luz se vuelve sumamente elocuente en el entorno helenístico en el que fue escrito el Evangelio de Juan (Lovoratti, 2015). Los griegos poseían una larga tradición sobre la luz como símbolo que perfecciona al hombre y lo lleva a ser pleno, incluso como sustrato necesario para vivir, esta idea la desarrollaremos más adelante (Conzelmann, 1979).

Por otra parte, existe una opción distinta a abrazar la Luz, y esto se nos deja claro desde el comienzo del Evangelio de Juan. El hombre es libre de rechazar a Cristo y quedarse en una situación, condición, realidad distinta: las tinieblas (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Prólogo, 1966).

La idea de las tinieblas en pugna con la Luz se encuentra presente a lo largo del Evangelio de Juan. Como desarrollaremos, las tinieblas son una suerte de condición en la que está el mundo antes de que venga la Luz que es Cristo, pero también una fuerza opositora, claramente adversa a Dios y cuyo simbolismo va más profundo que la simple negación de la luz física para hacerse una negación del bien (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Prólogo, 1966).

Por otra parte, las Sagradas Escrituras, que son en su total un conjunto no contradictorio, sino fruto de la inspiración de la misma Luz (Constitución Dogmática Dei Verbum, Sobre la Divina Revelación, 1965), en otras partes habla de la oscuridad con valores positivos. En el Evangelio de Juan parece ser la fuerza opuesta al plan de Dios, no tendría sentido que Dios, por ejemplo, utilizara esta fuerza caótica como manto (Sal 97), o que dicha maldad lo bendijera (Dn 3, 73). De la misma manera la tradición ha recogido ejemplos en los cuales el concepto de luz está asociado a la oposición a Dios, como el mismo San Juan (Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan I-XII: Prólogo, 1966).

El objetivo del presente trabajo será explorar el significado que posee la palabra “tinieblas” en el Evangelio de San Juan pero a la luz de otras realidades que también son representadas bajo la imagen de “tinieblas” en la cultura circundante a San Juan y en el ámbito de toda la Revelación a fin de entender que involucra tal imagen y cuáles son sus límites como comparación, a qué sí se refiere y a qué no.

El Termino Griego

Quizás parezca irse por la tangente el indagar en la historia que el término “σκότος” ha tenido a lo largo del tiempo, sin embargo, como nuestro objetivo es revidar las distintas acepciones que podría presentar la palabra en la Historia de la Salvación para ver a qué apunta la imagen que ha utilizado San Juan (y a qué no), realizaremos de una forma breve este recorrido.

El término utilizado por el Evangelio para hablar sobre aquello que se opuso a Cristo es “σκότος” o uno de sus diversos derivados2. Este término ya tenía una larga historia de uso cuando fue utilizado por San Juan en su Evangelio (Conzelmann, 1979).

Ante todo deber decirse que para los griegos la oscuridad, las tinieblas, es ante todo y claramente la ausencia de luz. No se encuentra en ellos presente, hasta producirse el sincretismo de fin de la Edad Antigua, el concepto de oscuridad como un tipo de sustancia consistente y de existencia separada de la luz. No establecen la dualidad entre los dos absolutos, luz y oscuridad, que plantean muchos gnosticismos, es más, al recurrir a la lucha de opuestos como el motor que rige la naturaleza en algunos sistemas presocráticos, estos opuestos no se plantean en términos de luz y oscuridad,

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