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La Segunda Venida De Cristo


Enviado por   •  24 de Marzo de 2015  •  3.782 Palabras (16 Páginas)  •  365 Visitas

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B. PROFECIAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO ACERCA DE LA SEGUNDA VENIDA

Mientras el arrebatamiento es una doctrina del Nuevo Testamento que jamás se menciona en el Antiguo Testamento (porque la iglesia como tal era un misterio no revelado en el Antiguo Testamento), la segunda venida está firmemente asentada en el Antiguo Testamento.

Probablemente la primera de las profecías claras acerca de la segunda venida de Cristo está en Deuteronomio 30:1-3. En esta profecía acerca de la reunión de Israel en su tierra nuevamente, se predica que Israel se convertirá al Señor espiritualmente y que entonces el Señor «hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios» (v. 3). La expresión «hará volver» indica un acto de intervención de Dios en la situación, y a la luz de las Escrituras posteriores se relaciona claramente con la venida del Señor mismo.

Los Salmos, aunque constituyen el libro de adoración del Antiguo Testamento, frecuentemente se refieren a la segúnda venida de Cristo. Después de una introducción descriptiva del justo, en contraste con el malvado en el Salmo 1, el Salmo 2 inmediatamente describe la gran contienda de Dios con las naciones. Aunque los príncipes del mundo desean rechazar a Dios y su gobierno sobre ellos, Dios declara su propósito:

Pero yo he puesto mi rey sobre Sión, mi monte santo» (2:6).El salmo sigue anunciando que este rey, al enfrentarse con los malos, «los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás» (v. 9).

La trilogía formada por los Salmos 22, 23 y 24 presenta a Cristo como el buen Pastor que daría su vida por sus ovejas (Jn. 10:11); el Gran Pastor, que vive siempre para interceder por los suyos (He. 13:20); y el Príncipe de los Pastores que viene como el Rey de gloria para recompensar a los pastores fieles (1 P. 5:4). El Salmo 24 describe la situación milenial: «De Jehová es la tierra» (v. 1). Se exhorta a las puertas de Jerusalén que se levanten para dar paso al Rey de Gloria (24:7-10).

En el Salmo 50:2 se menciona el reinado de Cristo desde Sión. Como se verá más tarde en el estudio del Milenio, el Salmo 72 describe a Cristo que ha venido a la tierra para reinar sobre las naciones. El Salmo 89:36 habla del establecimiento del trono de Cristo en cumplimiento del pacto con David inmediatamente después de su segunda venida. El Salmo 96, después de describir el honor y la gloria de Dios, exhorta a los cielos y la tierra a que se regocijen «delante de Jehová que vino; porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con verdad» (v. 13).

La posición actual de Cristo a la diestra de Dios es descrita en el Salmo 110, pero también se predice que vendrá el día cuando El reinará sobre sus enemigos y su poder saldrá de Sión (vv. 2, 6). De estas diversas profecías se desprende claramente que la verdad acerca de la segunda venida de Cristo y su reino es una revelación de gran importancia en el Antiguo Testamento y no una de importancia secundaria.

Esto es confirmado como un tema principal entre los profetas mayores y menores. En la gran declaración profética de Isaías 9:6, 7 Cristo es descrito como un niño que ha nacido y al mismo tiempo es Dios todopoderoso. Describe su reinado sobre el trono de David como un reinado que no de los resultados de la segunda venida de Cristo y del establecimiento de su reino. Este pasaje será discutido más ampliamente en el estudio del reino milenial. Sin embargo, la introducción del reino depende de la doctrina de una venida literal de Cristo a la tierra y de la demostración del poder divino para juzgar a los malvados. También se menciona esta escena en Isaías 63:1-6, donde se describe gráficamente el juicio de Cristo sobre la tierra en su segunda venida.

En las profecías de Daniel que tienen relación con los tiempos de los gentiles y el programa de Dios para la nación de Israel, se relaciona la consumación de ambos con la venida del Hijo del Hombre desde el cielo (Dn. 7:13-14). Este pasaje da una clara descripción de la segunda venida: «Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.» Daniel había anunciado la misma verdad al interpretar la visión de Nabucodonosor y había predicho en Daniel 2:44 «un reino que no será jamás destruido».

Igualmente, la mayor parte de los profetas menores tocan este tema, y en forma especial lo hace el libro de Zacarías. Según Zacarías 2:10-11, el Señor declara: «Canta y alégrate, hija de Sión; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti.» Esta es una clara referencia al milenio terrenal y al reinado de Cristo que sigue a su segunda venida. Aún más específico es Zacarías 8:3-8: «Así dice Jehová: Yo he restaurado a Sión, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, Monte de Santidad» (v. 3). Los versículos 4-8 describen las calles de Jerusalén llenas de muchachos y muchachas que juegan y a los hijos de Israel que son traídos de todo el mundo y habitan en Jerusalén.

Zacarías 14:1-4 describe en forma dramática la segunda venida de Cristo mismo, que viene en la culminación de la guerra mundial que ha sobrevenido en el Medio Oriente y en la ciudad de Jerusalén. Zacarías dice: «Y se afirmarán SUS pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está enfrente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte y la otra mitad hacia el sur» (v. 4).

La descripción gráfica de la división del Monte de los Olivos en el momento de la segunda venida de Cristo deja en claro que ningún suceso del pasado puede compararse con SU segunda venida. La ridícula interpretación de que la segunda venida se realizó en el día de Pentecostés o en la destrucción de Jerusalén del año 70 no sólo la contradicen las últimas profecías que presentan la segunda venida como un acontecimiento todavía futuro (como en el libro de Apocalipsis), sino que tiene en contra el hecho de que el Monte de los Olivos permanece sin haber sufrido cambio alguno.

Cuando los pies de Cristo se posen sobre el mismo

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