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La epístola del apóstol Рablo

juliopbInforme23 de Mayo de 2014

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Ambas cartas a Tesalónica son conocidas como “las epístolas escatológicas”, aunque debemos reconocer que tratan bastante el tema del orden dentro de la Iglesia (eclesiología), ya que se trataba de una iglesia muy joven que requería instrucción básica en cuanto al orden en la Iglesia.

Los problemas que trata Pablo en esta epístola son completamente diferentes a los que se mencionan en Gálatas.

Son problemas de recién convertidos gentiles, más que problemas de creyentes judíos. Por ejemplo, la fornicación y la pereza eran pecados poco vistos en las comunidades judías ya que la ley se inculcaba desde temprana edad a los niños y estos tipos de pecado era refrenado desde la juventud. (1Ts.4:12).Los gentiles por el contrario no tenían este tipo de formación como los judíos. Las relaciones sexuales se practicaban de acuerdo a la conveniencia de cada quien, no de acuerdo a lo que decía la ley de Dios. Por eso Pablo exhorta a los tesalonicenses en cuanto a la pureza sexual, a trabajar industriosamente y a conducirse con prudencia para con los de afuera (1Ts.4:12). Y en cuanto al tema escatológico, aunque Pablo había hablado con ellos anteriormente (2Ts.2:5), ellos tenían dudas en cuanto a los que habían muerto en Cristo, al momento de la segunda venida, y también en cuanto a las ocasiones y los tiempos de ese glorioso evento.

Un tema apologético donde Pablo defiende su relación con la Iglesia en el momento de su nacimiento y cómo él predicó el evangelio en medio de gran oposición. Aparentemente Pablo había sido difamado por algunos que decían que él algún engañador que solo predicaba para tener alguna ganancia mercenaria. Un tema eclesiástico describiendo el retrato de una iglesia sana en crecimiento, un tema pastoral dando ejemplo de su amor y relación como pastor, con sus ovejas, un tema escatológico viendo los eventos del futuro y la esperanza de la iglesia, un tema misionero relacionado a la proclamación del evangelio y la fundación de las iglesias.

Pablo inicia su carta con un saludo y acción de gracias por la conversión y el celo de los Tesalonicenses (1:1-10), pasando entonces a repasar y defender su ministerio entre ellos (2:1-12) hablando del efecto que ese ministerio tuvo entre los creyentes (2:13-16).

Pablo revela el amor y la preocupación constante que tiene por la iglesia en Tesalónica por lo cual ora por ellos (3:11-13).

En el capítulo 4 vemos una sección dedicada a la instrucción en la cual Pablo les habla de la necesidad de la santidad (4:1-8), del amor fraternal (4:9-10), de una conducta ordenada (4:11-12), del consuelo que se deriva de la esperanza del regreso del Señor (4:13-18), y de la necesidad de permanecer alerta y en calma en vista de su regreso (5:1-11).

Finalmente Pablo da una serie de breves exhortaciones (5:12-22) hasta que concluye con una oración (5:23-24), algunos pedidos finales (5:25-27) y la bendición (5:28).

Pablo comienza con una nota de aliento dando gracias a Dios por el incremento de la fe y el amor de los hermanos en Tesalónica, notando que este proceso de crecimiento ha sido adquirido en medio de las persecuciones (1:3-4).

Pablo asegura a sus lectores que la posición de perseguidor y perseguido será invertida en el tiempo del regreso de Cristo, quien dará descanso a sus santos afligidos y dará castigo eterno a aquellos que los han atribulado (1:5-10). Esto abre paso a la sección principal de la carta que trata del Día del Señor, es decir, el día de la manifestación gloriosa de Jesucristo cuando venga por segunda vez a la tierra a buscar a los suyos y a juzgar a los enemigos.

Las señales que anuncian la llegada de ese Gran Día, son, la apostasía y la revelación del hombre de pecado (2:3). En la soberanía de Dios y en su providencia, existe una influencia que restringe y evita que este “ministerio de iniquidad” logre el dominio supremo e impío. Por lo tanto la providencia de Dios, por el medio que sea, restringe esta fuerza del mal, hasta que venga el cumplimiento del tiempo, y el Señor permita que el mal sea totalmente manifestado, y entonces venga el Señor Jesucristo para dar una rápida retribución al anticristo destruyéndolo con el resplandor de su venido y con el espíritu de su boca (2:8).

La última sección de la carta se caracteriza por una mezcla de acciones de gracia y amonestaciones, sobre todo amonestaciones a los ociosos, entrometidos y recalcitrantes que son un mal testimonio para la iglesia y deben ser disciplinados (3:6-15). Los creyentes deben esperar al Salvador de manera serena y diligente

Debido al trasfondo histórico de la región de Galacia, la palabra Galacia tenía dos acepciones en los días de Pablo. En un sentido estrictamente étnico, Galacia se refiere a la región central de Asia Menor habitada por un pueblo celta que migraron de la región de Gales (donde hoy está Francia) en el siglo III a.C hacia Asia Menor. Cuando Roma convierte esta región en una provincial romana en el 25 a.C., esta provincia no estaba poblada completamente por “galos”, sino que tenían razas de otros lugares como Licaonia, Frigia y Pisidia.

Así que en un sentido político, Galacia describe todo el territorio designado como provincial romana, no solo los habitantes galos.

Al igual que Romanos, el tema de Gálatas es desarrollado alrededor de la doctrina de la justificación por la fe, lo cual Pablo defiende tanto en sus capítulos teológicos (3 y 4) como en los prácticos (5 y 6).

Pablo también defiende su posición como Apóstol (capítulos 1 y 2) ya que al igual que en Corinto, los falsos maestros habían intentando ganar adeptos mediante su herejía desacreditando a Pablo. La incapacidad de la ley de justificar al hombre (Gal. 2:16 comp. Ro.3:20), La muerte del creyente a la ley (Gal.2:19 comp. Ro.7:4), La crucifixión del creyente con Cristo (Gal.2:20 comp. Ro.6:6).

Pablo elogia a los tesalonicenses y da gracias a Dios por tres características espirituales desplegadas en ellos.

La primera característica que reconoce es su "obra de fe", refiriéndose mayormente a la ocasión cuando estaba entre ellos, "cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero", 1.9. Procede a dar tres razones por la confianza de su fe en Cristo. Les recuerda que el evangelio les vino no solamente en palabra (es decir, no simplemente por el oratorio humano, el cual carece de poder), sino "en el Espíritu Santo y en plena certidumbre", 1.5.

Es siempre el Espíritu quien, obrando por medio de la palabra predicada, produce el poder que engendra la convicción y la conversión. Pablo dice también que el evangelio vino "en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo".

El Espíritu les dio a tanto el apóstol como a los convertidos una profunda confianza de que la obra de fe era genuina.

La segunda característica que estimula gratitud en el apóstol es su "trabajo de amor", 1.3. Un gran cambio fue obrado en esta gente al hacerse cristianos. Ahora no estaban sirviendo a los ídolos, sino al Dios vivo y verdadero, 1.9. Trabajar trae un costo y la palabra "servir" alude al servicio de un esclavo. Esta labor requiere una devoción absoluta a Dios, sin pensar en beneficio propio, y así fue la obra de amor entre los tesalonicenses al predicar el evangelio en toda la zona adyacente.

Tercero, él elogia su "constancia en la esperanza", 1.3. Lejos de resignarse a lo que podría suceder en el futuro, él ve una perspectiva alentadora en la venida del Señor por su pueblo. Esta esperanza infundía un gozo auténtico en los tesalonicenses en medio de contratiempos y persecución, 1.6.

El centro de su esperanza era el Señor Jesús, Aquel que Dios levantó de los muertos. En el último versículo del capítulo encontramos tres percepciones hermosas de la Persona de nuestro Salvador. Primeramente, es divino en su esencia: "esperamos de los cielos a su Hijo". Con todo, es Jesús, el Varón humano; y, en tercer lugar, es el Libertador que guarda de la ira venidera en virtud de su obra en el Calvario.

Pablo les recuerda de su labor entre ellos y la bendición que se había hecho evidente. Él predicó el evangelio osadamente, no obstante la persecución que había sufrido en Filipos. Con todo, su denuedo no se debía a una valentía humana y carnal, sino a una capacitación de parte del Señor; él tenía "denuedo en nuestro Dios", v. 2.

Tres consideraciones le dieron confianza en el evangelio: no se originaba en el engaño, no apelaba a la lascivia, ni requería astucia para convencer. Se recomendaba a sí mismo. También, en su predicación él agradaba a Dios y no a los hombres, v. 4, cosa que quedaba evidente por su abnegación propia, ausencia de adulación de otros y exaltación de sí, y de codicia. Más bien, actuaba con gentileza, cual nodriza que cuida afectuosamente los niños a su cargo. Había manifestado también una disposición a dedicar todo, aun su propia alma, al bienestar espiritual de ellos, v. 8.

Pablo invoca a sus lectores (quienes ven su actuación exterior) y a Dios (que ve su corazón y mente) a testificar a la verdad de su afirmación de haberse comportado "santa, justa e irreprensiblemente"; a saber, no había dado lugar a reproche. Conducta de esta índole daba base para exhortar, porque no lo podría hacer si no fuera recto.

Los convertidos eran el sello que mostraba que la obra de Pablo en Tesalónica no había sido en vano, v. 12. Habían aceptado la Palabra de Dios, un hecho evidenciado por su aguante paciente en los sufrimientos. Pablo se preocupa por ellos en la persecución y les recuerda que no están

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