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La vida del apóstol Рablo


Enviado por   •  2 de Agosto de 2013  •  Tutoriales  •  2.214 Palabras (9 Páginas)  •  280 Visitas

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San Pablo

San Pablo, que originalmente llevaba el nombre hebreo de Saulo, pertenecía a la tribu de Benjamín. Él nació en Tarso, capital de Cilicia (Asia Menor), que se destacaba, en aquel tiempo, por su academia griega y la cultura de sus habitantes. Siendo nativo de esta ciudad y descendiente de judíos liberados de la esclavitud romana, Pablo tenía los derechos del ciudadano romano. En Tarso, recibió su primera educación y allí mismo conoció la cultura pagana, ya que en sus prédicas y epístolas se hayan en claro el signo de haber conocido a los escritores paganos (Hch. 17:28; 1 Cor. 15:33; Tit. 1:12).

Su instrucción final la recibió en Jerusalén, en la famosa academia rabínica del renombrado maestro Gamaliel (Hch. 22:3) que era considerado un gran conocedor de la Ley a pesar de pertenecer a la fracción farisea. Era un librepensador (Hch. 5:34) y admirador de la sabiduría griega.

Aquí mismo, según la costumbre hebrea, el joven Saulo aprendió a construir carpas, lo que le ayudó más adelante, a ganarse el sustento con su propio trabajo (Hch. 18:3; 2 Cor. 11:8; 2 Tes. 3:8). Aparentemente, el joven Saulo se preparaba para ser rabino, ya que inmediatamente después de terminar su educación, se mostró celoso de las tradiciones fariseas y perseguidor de la fe cristiana. Posiblemente por la designación del Sanedrín, él fue testigo de la muerte del primer mártir Esteban (Hch. 7:57 -8:1) y luego recibió el poder oficial para perseguir a los cristianos hasta fuera de los límites de la Palestina y Damasco (Hch. 9:1-2).

El Señor, viendo en él al “cáliz para Sí mismo elegido,” en el camino a Damasco, y de una manera milagrosa, lo llamó al servicio apostólico. Durante ese viaje una luz intensa iluminó a Saulo y él cayó ciego a la tierra.

De la luz se escuchó una voz: “¿Saulo, Saulo, porque me persigues?” A la cual Saulo pregunta: “¿Quién eres?” El Señor respondió: “Yo soy Jesús, a quién tu persigues.”

El Señor le indicó ir a Damasco, dónde se le indicaría que hacer. Los acompañantes de Saulo escucharon la voz de Cristo, pero no vieron la luz. Llevándole de la mano a Damasco, el ciego Saulo fue instruido en la fe y al tercer día bautizado por Ananías. En el momento de sumergirse en el agua, Saulo volvió a ver. Desde ese tiempo él se hizo un esforzado predicador de la enseñanza, que anteriormente perseguía. Durante un tiempo fue a Arabia y luego volvió a Damasco para predicar acerca de Cristo.

El furor de los judíos indignados por su conversión a Cristo lo obligó a huir a Jerusalén (Hch. 9:23) en el año 38 d.C., donde se unió a la sociedad de los creyentes y conoció a los apóstoles. Por el atentado a su vida por los griegos, se fue a su ciudad natal, Tarso. De allí, cerca del año 43 d.C., él fue llamado por Bernabé para la prédica en Antioquía, y luego viajaron juntos a Jerusalén, trayendo ayuda a los indigentes (Hch. 11:30).

Poco después de su vuelta a Jerusalén, por mandato del Espíritu Santo, Saulo junto con Bernabé, comenzó su primer viaje apostólico, que duró desde el año 45 al 51 d.C., atravesando toda la Isla de Chipre. Al mismo tiempo convierte a la fe al procónsul Sergio Pablo y, desde ese tiempo, comienza a llamarse Pablo.

Durante el viaje misionero de Pablo y Bernabé fueron fundadas las comunidades cristianas en las ciudades de Asia menor: Pisidia; Antioquía; Iconio; Listra y Derbe. En el año 51 d.C., san Pablo participó del Concilio Apostólico en Jerusalén, donde se había rebelado fogosamente contra la obligatoriedad de los cristianos convertidos de los paganos de conservar las costumbres mosaicas.

Al volver a Antioquía, san Pablo, junto con Silas, hizo el segundo viaje apostólico. Primero visitó las iglesias de Asia Menor, previamente fundadas por él, luego pasó a Macedonia, donde fundó las comunidades de Filipos, Tesalónica y Berea. En Listra, san Pablo encontró a su discípulo predilecto Timoteo, y desde Troas continuó su viaje junto a él, el apóstol Lucas.

De Macedonia san Pablo pasó a Grecia donde predicó en Atenas y Corinto, permaneciendo en la última, un año y medio. Desde allí envió dos epístolas a los Tesalonicenses. El segundo viaje duró del año 51 al 54 d.C.

En el año 55 d.C., san Pablo fue a Jerusalén, visitando en el camino a Efeso y Cesarea, y desde Jerusalén llegó a Antioquía (Hch. cap. 17 y 18).

Después de una breve estadía en Antioquía san Pablo comenzó su tercer viaje apostólico (56-58 d.C.), visitando primero como era su costumbre, a las iglesias fundadas previamente, luego se quedó en Efeso, donde durante dos años predicó cada día en la escuela de Tyranno.

De allí escribió su epístola a los Gálatas (a causa de la exacerbación de la fracción judaica) y su primera epístola a los Corintios (a causa de los desordenes surgidos allí y en respuesta a la carta de los Corintios a él). Una insurrección popular contra el apóstol Pablo, dirigida por el orfebre Demetrio, obligó al apóstol a dejar Efeso e irse a Macedonia (Hch. 19). En el camino él recibió la carta de Tito sobre el estado de la iglesia de Corinto y la influencia benéfica de su epístola. Por esta razón mandó a los Corintios la segunda epístola desde Macedonia por intermedio de Tito. En poco tiempo, él llegó personalmente a Corinto y escribió desde allí su epístola a los Romanos, haciendo planes de ir a Jerusalén, pasando por Roma.

Después de despedirse en Melita de los presbíteros de Efeso, san Pablo llegó a Jerusalén, donde, a causa de un levantamiento popular contra él, fue arrestado por los romanos y puesto en prisión, primero por el procónsul Félix y luego por su sucesor Festo. Esto aconteció en el año 59 d.C.

En el año 61 d.C., san Pablo, como ciudadano romano y por su pedido, fue enviado a Roma para que lo juzgue el César. Tuvo un naufragio cerca de la Isla de Malta y llegó a Roma recién en el verano del 62 d.C. Los gobernantes romanos le tenían una gran consideración y pudo predicar libremente. Con esto termina el relato de su vida en el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch. Cap. 27 y 28). Desde Roma san Pablo escribió sus epístolas a los Filipenses (con el agradecimiento por la ayuda monetaria enviada a él por Epafrodito), a los Colosenses, a los Efesios y a Filemón, habitante de Colosas (a causa de un esclavo fugitivo

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