Revelación y fe. Mensaje cristiano

Revelación y fe. Mensaje cristiano I

La razón natural es capaz de alcanzar un conocimiento cierto de Dios a partir de las cosas creadas. Con la razón advertimos que nosotros y los seres que nos rodean no tenemos la razón de ser en nosotros mismos. Somos contingentes, seres creados y dependientes.

Dios no ha querido dejar al hombre solo, y ha tomado la iniciativa de revelarse al hombre. La revelación es un acto libre y amoroso de Dios para que los hombres no caminen por las sendas de la ignorancia y del error, puedan ascender a verdades más altas y conocer el amor de Dios con mayor profundidad y alcanzar así la salvación, y vivir con la dignidad de hijo de Dios. Tiene un designio para el hombre y le proporciona los medios para cumplirlo. El hombre, como ser libre, debe aceptarlo y cooperar con Dios; el primero de esos medios es el conocimiento del plan divino y de todo lo necesario para poder colaborar en su cumplimiento. La revelación divina pertenece a un orden de conocimiento inalcanzable para el hombre, por el hombre mismo. Es capaz de recibirla, porque está capacitado para acogerla. Pero no para crearla por si, ni imaginársela tan siquiera. Porque corresponde al ámbito del Misterio personal de Dios. Nuestra capacidad llega hasta donde llega, que es a vislumbrarle y amarle como absoluto, como eterno, como principio y origen de todo. El Misterio es el plan de salvación de Dios, escondido desde la eternidad y que se revela ahora. Cristo es el único principio de salvación y es la cabeza de toda la humanidad y toda la creación; es decir, el misterio es Cristo mismo. Por medio de Cristo los hombres son llamados a la amistad con Dios. Como toda relación es de naturaleza personal y en este caso es de carácter trinitario ya que así los hombres tienen acceso al Padre por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Fruto de esta amistad el ser humano participa de la naturaleza divina. Así Dios invisible ha hablado a los hombres, ha roto su silencio y ha salido al encuentro del ser humano, pero únicamente movida con amor (nada ni nadie le obliga) y tiene con el ser humano un verdadero dialogo de amistad. La revelación es obra gratuita de Dios. Se rebaja a nosotros y a nuestro lenguaje y formas, para que a través de ellas sepamos trascender e ir mas allá de las mismas, hacia a otro orden de realidad en el que el cielo y la tierra no estén divididos, en el que el hombre no este encerrado en sí mismo sin los otros, en el que el hombre y la creación no se vean separados o sientan subordinados irresponsablemente, en el que el hombre y Dios puedan convivir al modo como Padre e hijo en el Hijo, como Creador, amante y criatura agradecida. A ese “salir de si”, para comunicarse y donarse es revelación.

Por analogía con el dialogo humano, la revelación se realiza mediante la Palabra que se convierta así en cauce de relación personal, soporte de testimonio y vehículo de comunicación. La revelación se encuentra en la Sagrada Escritura y la tradición divina. La Sagrada Escritura es la palabra de Dios transmitida por escrito y consta de los libros inspirados

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