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Las Cosas Como Realmente Son.


Enviado por   •  3 de Septiembre de 2012  •  5.018 Palabras (21 Páginas)  •  557 Visitas

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Las cosas como realmente son

POR EL ÉLDER DAVID A. BEDNAR

Del Quórum de los Doce Apóstoles

De un discurso de una charla fogonera del Sistema Educativo de la Iglesia, pronunciado en la Universidad Brigham Young–Idaho, el 3 de mayo de 2009.

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Elevo una voz apostólica de amonestación sobre el posible impacto opresivo, sofocante, represivo y limitante de algunos tipos de interacciones y experiencias ciberespaciales en nuestra alma.

Al estar esperando esta oportunidad de aprender con ustedes y al prepararme para ella, he llegado a comprender mejor los fuertes sentimientos que tuvo Jacob, el hermano de Nefi, cuando dijo: “…hoy me agobia el peso de un deseo y afán… por el bien de vuestras almas” (Jacob 2:3). El mensaje que deseo compartir con ustedes hoy se ha destilado con el tiempo “sobre [mi] alma como rocío del cielo” (D. y C. 121:45). Les invito a poner mucha atención a un tema de gran seriedad que tiene implicaciones tanto inmediatas como eternas. Ruego que el Espíritu Santo esté con cada uno de nosotros y que nos enseñe en el tiempo que estemos juntos.

Desde hace tiempo me ha impresionado la definición sencilla y clara del término verdad que figura en el Libro de Mormón: “…el Espíritu habla la verdad, y no miente. Por tanto, habla de las cosas como realmente son, y de las cosas como realmente serán; así que estas cosas nos son manifestadas claramente para la salvación de nuestras almas” (Jacob 4:13; véase también D. y C. 93:24).

Nos concentraremos en el primer elemento principal del término verdad que se encuentra en este versículo: “las cosas como realmente son”. Primero repasaremos varios elementos clave del plan de felicidad de nuestro Padre Celestial como la base doctrinal para conocer y comprender las cosas como realmente son. Entonces consideraremos los métodos de ataque que utiliza el adversario para distraernos de las cosas como realmente son o inhibir nuestra capacidad de discernirlas. Y finalmente, hablaremos de las responsabilidades que tienen ustedes, la nueva generación. Será necesario que sean obedientes, que honren convenios sagrados y que logren discernir las cosas sistemáticamente como en realidad son en el mundo actual que cada vez se vuelve más confuso y perverso.

Nuestro destino divino

En “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”, la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles declaran que como hijos e hijas de Dios procreados como espíritus, “acepta[mos] Su plan por medio del cual Sus hijos podrían obtener un cuerpo físico y ganar experiencia terrenal para progresar hacia la perfección y finalmente lograr [nuestro] destino divino como herederos de la vida eterna” 1 . Tengan a bien observar la importancia primordial de obtener un cuerpo físico en el proceso de progresar hacia nuestro destino divino.

El profeta José Smith enseñó con claridad la importancia de nuestro cuerpo físico:

“Vinimos a esta tierra para tener un cuerpo y presentarlo puro ante Dios en el reino celestial. El gran principio de la felicidad consiste en tener un cuerpo. El diablo no lo tiene y ése es su castigo; él está contento cuando puede obtener el tabernáculo del hombre; y cuando fue expulsado por el Salvador, le pidió que lo dejara ir a una manada de cerdos, demostrando que prefería ocupar el cuerpo de un cerdo que no tener ninguno. Todos los seres que tienen un cuerpo poseen potestad sobre los que no lo tienen…

“El diablo sólo tiene poder sobre nosotros cuando se lo permitimos; en el momento en que nos rebelamos contra algo que proviene de Dios, el diablo obtiene potestad” 2 .

Nuestro cuerpo físico hace posible que tengamos una amplitud, profundidad e intensidad de experiencia que sencillamente no podíamos obtener en nuestro estado preterrenal. El presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, ha enseñado: “Nuestro espíritu y nuestro cuerpo están combinados de manera tal que nuestro cuerpo se convierte en un instrumento de nuestra mente y en el cimiento de nuestro carácter” 3 . Por tanto, nuestra relación con otras personas, nuestra capacidad de reconocer la verdad y de actuar de conformidad con ella, y nuestra aptitud para obedecer los principios y las ordenanzas del evangelio de Jesucristo se amplían mediante nuestro cuerpo físico. En la escuela de la vida terrenal, experimentamos ternura, amor, bondad, felicidad, pesar, desilusión, dolor e incluso los desafíos de las limitaciones físicas en formas que nos preparan para la eternidad. Dicho en forma más sencilla, hay lecciones que debemos aprender y experiencias que debemos tener, tal como las Escrituras lo describen, “según la carne” (véase 1 Nefi 19:6; Alma 7:12--13).

Los apóstoles y los profetas constantemente han enseñado en cuanto a la importancia terrenal y eterna del cuerpo. Pablo declaró:

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

“Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Corintios 3:16–17).

Y en esta dispensación el Señor reveló que “el espíritu y el cuerpo son el alma del hombre” (D. y C. 88:15). Una verdad que siempre es y siempre será, es que el cuerpo y el espíritu constituyen nuestra realidad e identidad. Cuando el cuerpo y el espíritu están inseparablemente conectados, podemos recibir una plenitud de gozo; cuando están separados, no podemos recibir tal bendición (véase D. y C. 93:33–34).

El plan del Padre está diseñado para brindar dirección a Sus hijos, para ayudarlos a llegar a ser felices, y para llevarlos a salvo hasta Él con cuerpos resucitados y exaltados. Lucifer se esfuerza por hacer que los hijos y las hijas de Dios se sientan confusos y desdichados y por entorpecer su progreso eterno. La intención predominante del padre de las mentiras es que todos seamos “miserables como él” (2 Nefi 2:27), y se empeña por distorsionar los elementos que más odia del plan del Padre.

Satanás no tiene cuerpo, y su progreso eterno se ha detenido. Tal como un dique detiene el agua que fluye en el lecho de un río, de la misma manera el progreso eterno del adversario se frustra debido a que no tiene un cuerpo físico. Como resultado de su rebelión, Lucifer se ha negado a sí mismo todas las bendiciones y experiencias terrenales que son posibles mediante un tabernáculo de carne y huesos. No puede aprender

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