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Las Posturas En La Liturgia


Enviado por   •  9 de Junio de 2015  •  3.159 Palabras (13 Páginas)  •  360 Visitas

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LAS POSTURAS DEL CUERPO

No faltan problemas sobre las actitudes de la comunidad en los diferentes momentos de la celebración.

Varios hechos han influido en que exista una notable desigualdad entre unas iglesias y otras, y a veces incluso dentro de una misma comunidad: el impacto que siempre supone el cambiar de costumbres cúlticas antiguas, el tono más flexible de la nueva liturgia respecto a estas posturas, las interpretaciones diferentes de su sentido, la actitud de algunos que parecen dar poca importancia a las varias posturas y se están acostumbrando a permanecer sentados durante toda la celebración (sobre todo en grupos pequeños), sin olvidar a los mismos presidentes que tampoco parecen cuidar mucho la expresividad de su posición corporal en los varios momentos de su actuación...

Y que no es asunto del todo insignificante lo indica el que todo esto se ha convertido, en algunos lugares, en ocasión de discusiones agrias entre los "progresistas" y los más "rigoristas",sobre todo cuando se trata de arrodillarse o no en determinados momentos de la Eucaristía.

Los cambios y las divergentes interpretaciones han creado cierta inseguridad en algunos fieles, favorecida también por la falta de catequesis sobre las motivaciones que han llevado a la reforma y el sentido que tiene cada actitud.

A pesar de que ya en otras ocasiones hemos reflexionado sobre la importancia del lenguaje corporal (por ejemplo en el Dossier CPL n. 12, Claves para la oración, en su capítulo: "la postura del cuerpo influye en la oración"), no quedaría completa la serie de gestos y símbolos que estamos presentando sin una palabra sobre este aspecto, ayudando a entender el significado ,que tiene para nuestra celebración la adecuada postura del cuerpo.

Nuestro cuerpo también reza

La expresividad de la persona humana engloba tada su unidad: espíritu y corporeidad. El hombre, todo él, con su identidad entera, está en relación con los demás, y está, también, en la presencia de Dios, y expresa sus sentimientos interiores no sólo con la palabra, sino también con sus movimientos y gestos, con su mismo porte y postura corporal. Actitudes como el respeto, la disponibilidad, la humildad, la cercanía, la adoración, la espera confiada, la receptividad, se ven ya en la misma manera de estar corporalmente. Eso pasa en nuestro hacer social: no es indiferente el que uno realice una acción importante estando descuidadamente sentado o en posición de pie. Y pasa también en la oración: hay momentos de nuestro culto que resultan mucho más expresivos y coherentes si los realizamos de rodillas o de pie o sentados.

Además, como nuestra celebración cristiana es comunitaria, las posturas corporales tienen la particularidad de que acentúan -o desdibujan, según- la uniformidad de- actitudes interiores de la asamblea celebrante. Por eso el Misal pone como ideal esta expresión de unanimidad entre todos los que participan en la celebración: "la postura uniforme, seguida por todos los que toman parte en la celebración, es un signo de comunidad y unidad de las asamblea, ya que expresa y fomenta al mismo tiempo la unanimidad de todos las participantes" (IGMR. 20).

Las posturas corporales, por una parte, expresan la actitud de fe de cada persona, y por otra alimentan y favorecen esa misma actitud. Y lo mismo sucede en el nivel comunitario.

Aparte de otras modalidades, también expresivas -tales como la postración en el suelo, o las inclinaciones del cuerpo, o la marcha en procesión- son tres las principales y clásicas posturas del cristiano que participa en la celebración: de pie, de rodillas y sentado.

De pie: como pueblo sacerdotal y familia de hijos

a) La postura de pie es la característica del hombre, frente a la mayoría de los animales ("homo erectus"): postura vertical, todo un símbolo de su dignidad como rey de la creación.

Ha sido la postura de oración más clásica, tanto para los judíos como para los cristianos de los primeros siglos. Y es que, en efecto, reúne en sí una serie de valores y significados que la hacen la más coherente para expresar la identidad de un cristiano en oración ante Dios:

- de pie expresamos nuestro respeto a una persona importante,

- es la actitud que mejor indica la atención, la prontitud, la disponibilidad, la tensión hacia una acción o una marcha, la corresponsabilidad,

- las acciones importantes las realizamos de esa manera: un político que jura su cargo o unos novios que se dan el "sí";

- para un cristiano es un signo de su libertad, como redimido por Cristo, de su condición de hijo en la familia, de su confianza ante Dios ("nos atrevemos a decir..."),

- participa, así, de la dignidad del Resucitado, unido al Cristo Glorioso, como miembro de su Cuerpo; nada extraño que en los primeros siglos estuviera prohibido arrodillarse para la oración comunitaria los domingos o durante todo el Tiempo Pascual: tomaban en serio su condición de partícipes de la Resurrección del Señor;

- y es también la postura típica de todo sacerdote que actúa en su ministerio, sobre todo cuando dirige a Dios su oración en nombre de toda la comunidad.

b) Muchos ejemplos, tanto del AT como del NT, nos ilustran estas varias direcciones significativas de la postura de pie:

- Salomón pronuncia de pie una. solemne oración de acción de gracias en la fiesta de la Dedicación del Templo, oración que escucha también en la misma postura toda la asamblea de Israel (1 R 8);

- al profeta que va a escuchar la Palabra de Dios, se le invita: "hijo de Adán, ponte en pie, que voy a hablarte" (Ez 2,1);

- Jesús, en la sinagoga de su pueblo "se puso en pie para tener la lectura" (Le 4,16), mientras que luego, para la homilía, "enrolló el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó";

- en la visión del Apocalipsis se describe a "una muchedumbre innumerable que estaba de pie ante el trono y el Cordero y aclamaba a gritos" (Ap 7,9).

Claro que es una actitud corporal que también se presta a interpretaciones de orgullo y autosuficiencia: y por eso Cristo desautoriza al fariseo que "se plantó en pie y se puso a orar" (Le 18,11). No hay signos químicamente puros: lo que importa en cada caso es que la actitud exterior exprese la adecuada actitud interior de fe, que en esta ocasión, como vemos, es múltiple: respeto, atención, disciplina, confianza de hijos...

c)

...

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