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Enviado por   •  17 de Noviembre de 2013  •  2.315 Palabras (10 Páginas)  •  411 Visitas

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El señor Gómez quiere vender sus acciones C23-06-001

El señor Gómez había recibido de Teléfonos de México, S.A. de C.V. (Telmex), un lote accionario cuyo valor aproximado en ese momento era de 52,727.06 pesos, (ver el anexo 1).

En marzo de 1999 cobró sus dividendos trimestrales, por $1,050.00 pesos. Con desilusión afirmaba a sus compañeros que, seguramente si él invirtiera el importe de la venta total de sus acciones en cualquier banco, recibiría más por intereses que por dividendos. Las tasas de interés que pagaban los bancos eran de 14.51% promedio anual y él pensaba que podría recibir $1,938.98 trimestrales; además conservaría su capital. Quería decidirse antes de concluir el mes de marzo entre continuar con su cartera de acciones o venderlas e invertir el importe obtenido en cualquier banco, donde según él recibiría más rendimientos anualmente. En verdad desconocía la problemática que enfrentaba, pues ignoraba el funcionamiento del mercado y confundía dividendos por intereses y no sabía qué eran las ganancias de capital.

Antecedentes

En el mes de septiembre del 1989, el gobierno mexicano presidido por Carlos Salinas de Gortari anunció la necesidad de reprivatizar a Teléfonos de México, con el objetivo de que se modernizara y creciera; así mismo, dio a conocer las bases para realizar la venta de la empresa. En el mes de agosto de 1990 se publicaron la convocatoria y las bases para la subasta. Poco después, durante el mes de diciembre del mismo año, la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP) notificó al Grupo Carso y sus asociados –la Southwestern Bell y France Cable & Ratio-, que habían obtenido la licitación en la subasta de la empresa. Mientras tanto, en la radio, los comentaristas llegaban a decir que esto de vender empresas estatales estaba sucediendo en México y en el ámbito mundial, debido a una marcada tendencia hacia el modelo económico neoliberal. Así las cosas, la propiedad les fue cedida a través de las acciones controladoras “AA”. En consecuencia el Sindicato de los Telefonistas de la República Mexicana (STRM), a través de un fideicomiso, obtuvo de Nacional Financiera un crédito para adquirir el 4.4% de las acciones serie “A”, acciones

Este caso fue escrito por el Profesor Enrique Lemus con el propósito de servir como material de discusión en clases, no pretende ilustrar buenas o malas prácticas administrativas.

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Centro Internacional de Casos Fecha de revisión: Mayo 30, 2008 Tecnológico de Monterrey Última revisión: Octubre 05, 2008



C23-06-001 El señor Gómez quiere vender sus acciones

con derecho a voz y voto; y después también compró acciones de la serie “L”, acciones sin derecho a voto.

Posteriormente, por acuerdo entre los trabajadores y conveniencia de los mismos, el sindicato tomó la alternativa de que aquel trabajador que quisiera sus acciones las podía solicitar y se le entregarían, pudiendo disponer de ellas a través de una casa de bolsa. El lote accionario que recibió la mayoría de los trabajadores sindicalizados de esa empresa se integraba de 6000 acciones, formado por la serie “A” y “L” en porcentajes similares.

Problemática

Uno de esos trabajadores fue el Señor Gómez, hombre de carácter jocoso y simpático pero igualmente respetuoso, con estudios truncados de contador público, con ímpetu de obtener ganancia a través de su ahorro, y trabajador sindicalizado con bastante antigüedad laboral dentro de Telmex, quien al igual que sus compañeros, se vio beneficiado económicamente cuando después de un largo proceso de privatización, la empresa fue vendida por el gobierno a inversionistas privados, es decir fue “privatizada”.

El señor Gómez, al igual que los demás trabajadores sindicalizados de esta empresa, hombres y mujeres, y algunos años después el personal de confianza, también fue beneficiado con este privilegio pero en una proporción mucho menor, y jamás había tenido una cartera de acciones, excepto aquellas que proporcionaba la empresa a sus abonados - cuando la empresa fue paraestatal en lugar del término cliente, se utilizaba el de abonado-, por lo tanto, la inexperiencia e ignorancia del aspecto financiero ocasionó que, al igual que otros de sus compañeros (la mayoría con estudios de bachillerato y varios de ellos con carreras profesionales inconclusas y algunos con carreras terminadas, en diferentes disciplinas), no supiera administrar ni aprovechar adecuadamente este beneficio. Por ejemplo, en los pasillos se contaba que algunos de los trabajadores lo malgastaron en eventos suntuosos e innecesarios, como fiestas de “quinceaños” . Otros compraron autos a manera de “inversión”, adquiriendo los autos para habilitarlos como taxis, que luego resultaba que ni ellos mismos tenían tiempo de trabajar o que no podían vigilar al chofer a quien se lo confiaban para que lo operaran como taxi y terminaban quedándose con poco o nada. Algunos otros más conservadores mantuvieron sus acciones por más tiempo y aprovecharon estos ingresos para financiar la adquisición de un terreno, el enganche de sus casas, la ampliación o la reparación de éstas. Y, algunos otros, unos cuantos, las conservaron como patrimonio.

El Sr. Gómez sentía gran incertidumbre por su inversión porque en realidad ignoraba el ámbito financiero; y creyendo saber y ser un experto decía: “las mejores son, como su nombre lo dice, las acciones preferentes y después la comunes” lo decía como si entendiera que las acciones preferentes fueran las preferidas porque se ganaba mas con ellas que con las comunes. Así mismo, había escuchado sobre los índices accionarios, entre ellos el índice de precios y cotizaciones (IPC) el cual muchas veces lo confundía con el índice nacional de precios al consumidor (INPC).

Cuando por fin le pusieron a su disposición sus acciones en la casa de bolsa, Probursa, ahí, le dijeron que su contrato seria “discrecional” término que se le hizo poco confiable bromeaba diciendo: “la inversión será con mucha discreción ja, ja, ja” y con temor y desconfianza firmó.

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