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Maduros en Cristo


Enviado por   •  30 de Julio de 2019  •  Trabajos  •  3.356 Palabras (14 Páginas)  •  225 Visitas

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MADUROS EN CRISTO

Conocer a Cristo como tu salvador es sólo el principio. Después, el creyente debe madurar. No todos los árboles producen fruto que madura, algunos de ellos se pasman durante su desarrollo.

¿Quién escribió la carta?

Jacobo (Santiago), el medio hermano de Cristo (Marcos 6:3) y hermano de Judas (Mt. 13:55), quien también escribió la epístola que lleva su nombre (Judas 1). Inicialmente Santiago había rechazado a Jesús como Mesías (Jn. 7:5), pero más adelante creyó (1 Co. 15:7). Él se volvió el líder clave en la iglesia en Jerusalén (Hch. 12:17; 15:13; 21:18; Gá 2:12), siendo llamado una de las “columnas” de la iglesia, junto con Pedro y Juan (Gá 2:9). También conocido como Santiago el Justo por su devoción a la justicia, él fue martirizado en el año 62 d.C., de acuerdo al historiador judío Josefo.

        Santiago escribió con la autoridad de uno que había visto personalmente al Cristo resucitado (1 Co. 15:7).

¿A quién fue dirigida la epístola de Santiago?

Los destinatarios de este libro eran creyentes judíos que habían sido dispersados, posiblemente como resultado del martirio de Esteban (Hch. 7:31-34), pero lo más probable es que se debió a la persecución bajo Herodes Agripa I (Hch. 12, en el año 44 d.C.).

¿Por qué escribió Santiago?

        Al leer la epístola, uno encuentra que estos judíos creyentes tenían algunos problemas personales dentro de la iglesia. La primera razón es que estaban pasando por pruebas difíciles. Además, estaban afrontando tentaciones pecaminosas. Algunos creyentes daban preferencia a los ricos, mientras que otros eran robados por los ricos. También los miembros de la iglesia estaban compitiendo por posiciones importantes, especialmente las de la enseñanza.

        Uno de los principales problemas dentro de la iglesia era que muchos no vivían lo que profesaban creer. Aún más, la lengua era un problema tan serio que llegó a ocasionar pleitos y divisiones en la iglesia. Otro problema era la mundanalidad. Algunos estaban desobedeciendo la palabra de Dios y estaban sufriendo enfermedades como consecuencia; algunos se estaban descarriando del Señor y de la iglesia.

        ¿No son estos problemas los que rodean a los miembros de la iglesia? ¿No hay creyentes con problemas para controlar la lengua? ¿Acaso no existen creyentes que predican una cosa y practican otra?

        Todos estos problemas tienen una causa común: la inmadurez espiritual. Estos creyentes no estaban creciendo. La madurez espiritual es una de las principales necesidades de la iglesia actual. Dios busca hombres y mujeres maduros que lleven adelante su obra, pero a veces sólo tiene niños que aún no han aprendido a convivir con otros.

Hermanas, este año estudiaremos las características de un creyente maduro (paciente en las pruebas; practicante de la verdad; poderoso para controlar la lengua; pacificador, no creador de problemas; preparado a través de la oración) y cómo alcanzar dicha madurez.

El primer paso, el Nuevo nacimiento.

Antes que nada es esencial que hayamos nacido de nuevo. Sin el nacimiento es imposible que exista crecimiento espiritual. Santiago menciona el nuevo nacimiento al comienzo de su carta: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1:18). El espíritu Santo usa la Palabra de Dios y genera una nueva vida en el corazón del pecador que cree en el Señor Jesucristo. Somos salvos por medio de la fe (Efesios 2:8,9) y la fe viene por la Palabra de Dios (Rom. 10:17).

El segundo paso es ser honestos y examinar nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios. Santiago compara la Biblia con un espejo (Santiago 1:22-25), en el que nos podemos ver tal como somos. Muchos creyentes cometen el error de mirar el espejo y no ver su pecado, sino el pecado del hermano, cónyuge, hijos, vecino y del pastor, cuando deberían estarse auto examinando y confesando.

Esto nos lleva al tercer punto, debemos obedecer lo que Dios nos enseña, cueste lo que cueste. Debemos ser “hacedores de la Palabra y no tan solo oidores” (Santiago 1:22). Es fácil asistir a un estudio bíblico, estudiar la lección y discutirla; pero es mucho más difícil vivirla y practicarla en la vida cotidiana. La bendición no estriba en estudiar la Palabra, sino en hacerla.

El cuarto punto consiste en estar preparado para las pruebas y tribulaciones que habrán de venir. Muchos cristianos creen erróneamente que las dificultades que sobrevienen no provienen de Dios, y expresan frases como “El diablo metió la cola” o “maquinación de satanás”. Una razón primordial por la que los cristianos en la actualidad les cuesta aceptar el papel del sufrimiento en sus vidas o en la vida de sus seres queridos es que no han logrado comprender y aceptar la soberanía de Dios (Dios tiene el control de todo, Él tiene el derecho de gobernar el universo que ha hecho para su propia gloria, desde el suceso más agradable hasta el más traumático). También muchos no logran ver la adversidad desde la perspectiva de Dios. Al hacer esto, pasan por alto el efecto positivo, fortalecedor, y perfeccionador que las pruebas deben tener en la fe de los creyentes. En resumen, pruebas y tribulaciones son parte del camino a la madurez (Gálatas 4:19).

Por último, debemos medir nuestro crecimiento espiritual con la Palabra de Dios. No debemos compararnos con otros creyentes, sino con el hijo de Dios (Efesios 4:13). No todos los que crecen maduran. Los creyentes maduros son creyentes felices y útiles quienes ayudan a otros y a la iglesia local.

Convirtiendo las pruebas en triunfos

          A través de la Biblia encontramos personas quienes han convertido la derrota en victoria y la tribulación en triunfo. En lugar de ser vencidos han sido vencedores. Santiago afirma que nosotros también podemos tener esa experiencia. Si queremos cambiar las pruebas en triunfos debemos perfeccionar cuatro cualidades esenciales: una actitud de gozo, una mente sabia, una voluntad sumisa, y un corazón que confía en Dios.

  1. Una actitud de gozo (Santiago 1:2):

El punto de vista determina el resultado y la actitud determina la acción. El versículo no dice “si os halléis en diversas pruebas”, sino “cuando os halléis en diversas pruebas”, como mencioné anteriormente vamos a experimentar tribulaciones en la vida cristiana. La palabra “pruebas” en griego es “peirasmos”, que tiene el sentido esencial de examinar, probar, ensayar o comprobar, que se traduce como pruebas y tentaciones. Actualmente el sentido de tentación se refiere a dificultades y conflictos surgidos en el interior de la persona, mientras que las pruebas son dificultades provenientes del exterior. Las pruebas son, por tanto, situaciones o dificultades dolorosas que ponen a prueba la fe del creyente. Sin embargo, Santiago llama a los lectores a que en vez de tristeza se asiente el gozo en el corazón. Obviamente, las pruebas no son en sí mismas motivo de gozo, pero si reflexionamos (punto de vista) que dichas pruebas producirán madurez, eso es motivo de gozo, un gozo grande y completo.

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