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Repaso Estudio Bliblico


Enviado por   •  25 de Abril de 2014  •  1.355 Palabras (6 Páginas)  •  276 Visitas

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1. Jesucristo dejó claro el significado profético de ese incidente que ocurrió en el desierto relacionado con la serpiente de cobre cuando dijo a Nicodemo: “Además, ningún hombre ha ascendido al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre. Y así como Moisés alzó la serpiente en el desierto, así tiene que ser alzado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna”. (Jn 3:13-15.) Tal como Moisés colocó la serpiente de cobre sobre un poste en el desierto, el Hijo de Dios fue fijado en un madero, dando ante muchos la apariencia de ser un malhechor y un pecador despreciable como una serpiente, alguien maldito. (Dt 21:22, 23; Gál 3:13; 1Pe 2:24.) En el desierto, cualquier persona a la que hubiera mordido una de las serpientes venenosas que Jehová envió a los israelitas tenía que mirar a la serpiente de cobre con fe. De manera similar, para obtener la vida eterna mediante Jesucristo, es necesario ejercer fe en él.

2. Según el capítulo 6 de Juan, Jesús primero comparó su carne al maná, diciendo: “Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto y sin embargo murieron. Este es el pan que baja del cielo, para que cualquiera pueda comer de él y no morir. Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; si alguien come de este pan vivirá para siempre”. La carne de Jesús, al igual que su sangre, era mejor que el maná. ¿Por qué? Porque él entregó su carne a favor de “la vida del mundo”, lo que posibilitó la vida eterna. Por lo tanto, la afirmación de Juan 6:53 respecto a tener “vida en ustedes [mismos]” es aplicable a todos los que reciben vida eterna, sea en el cielo o en la Tierra (Juan 6:48-51).

¿Cuándo reciben los seguidores de Cristo vida en sí mismos? Es decir, ¿cuándo alcanzan la plenitud de vida? En el caso de los herederos ungidos del Reino, al resucitar para vivir en los cielos como espíritus inmortales (1 Corintios 15:52, 53; 1 Juan 3:2). Las “otras ovejas” de Jesús obtienen la plenitud de vida después del fin del Reinado de Mil Años. Para entonces ya habrán sido sometidas a prueba, habrán demostrado su fidelidad y se les habrá declarado justas para vida eterna en el Paraíso terrestre (Juan 10:16; Revelación [Apocalipsis] 20:5, 7-10).

3. No es de extrañar que afirmara: “Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y nadie conoce quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo esté dispuesto a revelarlo” (Lucas 10:22). Por supuesto, Jesús estaba más que dispuesto a enseñar a la gente cómo era su Padre: le entusiasmaba hacerlo. Y es que hablaba desde una perspectiva privilegiada, pues todo lo que enseñaba lo había aprendido en el cielo, en la presencia del Altísimo (Juan 8:28).

En cierto sentido, lo que Jesús hizo al revelarnos la personalidad de su Padre podría compararse a la forma en que funciona un transformador eléctrico. Este aparato toma corriente de alto voltaje y la transforma en corriente de bajo voltaje para que podamos emplearla en nuestro hogar. En el caso de Jesús, tomó lo que había aprendido sobre su Padre en el cielo y lo transmitió de una forma que los seres humanos pudiéramos asimilar con facilidad.

4. Cuando Lázaro murió siendo aún relativamente joven, Jesús se desplazó hasta el pueblo de ese amigo suyo. Como es comprensible, Marta y María, las hermanas del difunto, se encontraban profundamente abatidas. Dado que Jesús amaba mucho a esta familia, ¿cómo reaccionó? (Juan 11:5.) La Biblia dice: “Jesús [...], cuando la vio llorando [a María], y a los judíos que vinieron con ella llorando, gimió en el espíritu y se perturbó; y dijo: ‘¿Dónde lo han puesto?’. Ellos le dijeron: ‘Señor, ven y ve’. Jesús cedió a las lágrimas” (Juan 11:33-35). ¿Por qué lloró? Es verdad que su querido amigo Lázaro estaba muerto, pero él iba a resucitarlo, a devolverle la vida (Juan 11:41-44). ¿Hubo algo más que lo conmovió?

Repasemos los versículos en cuestión. Fíjese que cuando Jesús vio a María y a las demás personas llorando, él “gimió” y “se perturbó”. Las palabras

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