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Resumen Gaudium Et Spes

danielbf15 de Abril de 2015

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LUMEN GENTIUM

(Resumen)

CAPÍTULO I

EL MISTERIO DE LA IGLESIA

Luz de los pueblos es Cristo; y puesto que la iglesia es en Cristo como un sacramento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano, se propone ilustrar con mayor claridad sobre su naturaleza y su misión universal.

La iglesia es algo querido por Dios.

La voluntad del padre eterno sobre la salvación universal

El Padre Eterno, decretó elevar a los hombres a participar de la vida divina, y como ellos hubieran pecado en Adán, no los abandonó, y siempre los auxilios para la salvación, en atención a Cristo Redentor, «que es la imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura» (Col 1,15). Y estableció convocar a quienes creen en Cristo en la santa Iglesia, que ya fue manifestada por la efusión del Espíritu y que se consumará gloriosamente al final de los tiempos, que serán congregados en una Iglesia universal en la casa del Padre. Todo esto como ya vemos es nuestra salvación universal.

Así pues se reconoce la Misión Y Obra Del Hijo enviado por el Padre, quien nos eligió en El nos predestinó a ser hijos adoptivos. Este comienzo y crecimiento están simbolizados en la sangre y en el agua que manaron del costado abierto de Cristo crucificado (cf. Jn 19,34). Por tanto La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el altar el sacrificio de la cruz, y al mismo tiempo, la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo, (cf. 1 Co 10,17).

Y con el fin de santificar indefinidamente la Iglesia envió al ESPÍRITU SANTO el día de Pentecostés para acercarse al Padre por medio de Cristo en un mismo Espíritu (cf. Ef 2,18). El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un templo (cf. 1 Co 3,16; 6,19). Guía la Iglesia a toda la verdad, la unifica en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos, la embellece con sus frutos y con la fuerza del Evangelio la rejuvenece, la renueva y la conduce a la unión consumada con su Esposo.

Y así toda la Iglesia aparece como «un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Así de esta manera Jesús dio comienzo a la Iglesia predicando la buena nueva, es decir, la llegada del REINO DE DIOS. Los milagros de Jesús, a su vez, confirman que el reino ya llegó a la tierra. Pero, sobre todo, el reino se manifiesta en la persona misma de Cristo, quien vino «a servir y a dar su vida para la redención de muchos» (Mc 10,45). Por eso la iglesia enriquecida con los dones de su fundador recibe la misión de anunciar y establecer en todas las gentes el Reino de Cristo y de Dios.

Figuras de la iglesia:

Y así la iglesia es un Redil; cuya única y obligada puerta es Cristo (cf. Jn 10,1-10). Es también una grey, de la que el mismo Dios se profetizó Pastor (cf. Is 40,11; Ez 34,11 ss), La Iglesia, es labranza o arada de Dios campo en donde crece el olivo, cuya raíz santa fueron los patriarcas, en donde la verdadera vid es Cristo, que comunica vida y fecundidad a los sarmientos, que somos nosotros. También la Iglesia es designada como edificio de Dios (cf. 1 Co 3,9). El mismo Señor se comparó a la piedra que rechazaron los constructores, pero que fue puesta como piedra angular (cf. Mt 21,42 par.; Hch 4,11; 1 P 2,7; Sal 117,22). La Iglesia, llamada «Jerusalén Celestial» y «madre nuestra», es también descrita como esposa inmaculada del Cordero inmaculado.

Iglesia Cuerpo Místico de Cristo

El Hijo de Dios, siendo humano, redimió al hombre, y lo transformó en una nueva criatura; los congrega y los constituye místicamente su cuerpo, comunicándoles su espíritu. Así de esta manera por los sacramentos principalmente por el bautismo, nos configuramos en Cristo ya que en este sagrado rito se representa y realiza el consorcio con la muerte y resurrección de Cristo. Participando realmente del Cuerpo del Señor en la fracción del pan eucarístico, somos elevados a una comunión con El y entre nosotros. Por consiguiente, si un miembro sufre en algo, con él sufren todos los demás; o si un miembro es honrado, gozan conjuntamente los demás miembros.

Es necesario que los miembros se conformen con Él. Por eso somos configurados con El, muertos y resucitados con El, hasta que con El reinemos; Como también nos asociamos a sus dolores como el cuerpo a la cabeza, padeciendo con El a fin de ser glorificados con El. Cristo, en verdad, ama a la Iglesia como a su esposa, convirtiéndose en ejemplo del marido, que ama a su esposa como a su propio cuerpo (cf. Ef 5,25-28) y la iglesia por su parte está unida a su cabeza.

Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una, santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su resurrección, encomendó a Pedro y la erigió para siempre como columna y fundamento de la verdad.

Como Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, de igual modo la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino a fin de comunicar los frutos de la salvación a los hombres. La Iglesia, aunque necesite de medios humanos para cumplir su misión, no fue instituida para buscar la gloria terrena, sino para proclamar la humildad y la abnegación, también con su propio ejemplo. Pues mientras Cristo, «santo, inocente, inmaculado» (Hb 7,26), no conoció el pecado (cf. 2 Co 5,21), sino que vino únicamente a expiar los pecados del pueblo (cf. Hb 2,17).

Capítulo II

Concepto de Iglesia como Pueblo de Dios por el Bautismo.

El Pueblo de Dios

Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente. Eligiendo al pueblo de Israel como pueblo suyo, pactando una alianza e instruyéndolo gradualmente, revelándose a Sí mismo.

Este pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo,

Tiene como naturaleza la libertad y dignidad de los hijos de Dios.

Tiene como ley el nuevo mandato del amor

Tiene como últimamente como fin, el Reino de Dios

Así el pueblo mesiánico es germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación , constituido por Cristo para ser comunión de vida, de caridad y de verdad.

Cristo, hizo de su pueblo un reino de sacerdotes para Dios su Padre. Por tanto los bautizados, en efecto, son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo. En cuanto al carácter sacerdotal tanto el de los fieles como el ministerial aunque diferentes esencialmente, se ordenan, el uno al otro; ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo. El sacerdocio ministerial, forma y dirige el pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo ejercen en la recepción de los sacramentos.

Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados por el carácter al culto de la religión cristiana, y, regenerados como hijos de Dios, por el sacramento de la confirmación se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo, y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe. Quienes se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de la ofensa hecha a El y al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia. Además los que entre los fieles están sellados con el orden sagrado son destinados a apacentar la Iglesia por la palabra y gracia de Dios, en nombre de Cristo. Finalmente, los cónyuges cristianos, en virtud del sacramento del matrimonio, por el que significan y participan el misterio de unidad y amor fecundo entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5,32), los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada.

El Pueblo de Dios Bajo la Guía del sagrado Magisterio al que sigue fidelísimamente, Recibe no ya palabra de los hombres sino, como es en realidad, la verdadera palabra de Dios (cf. 1 Ts 2,13). Además, el mismo Espíritu Santo distribuyendo dones a cada uno como quiere (1 Co 12,11) reparte entre los fieles gracias de todo género incluso especiales. «A cada uno... se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad» (1 Co 12,7). Estos carismas, deben ser recibidos con gratitud y consuelo

El sagrado Concilio enseña, que esta Iglesia peregrinante es necesaria para la salvación. Pues el único Mediador y camino de salvación es Cristo, confirmó la necesidad de la Iglesia, en la que los hombres entran por el bautismo como por una puerta. Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella.

Sin Embargo La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando bautizados, se honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de comunión bajo el sucesor de Pedro.

Pues hay muchos que honran la Sagrada Escritura como norma de fe y vida, muestran un sincero celo religioso, creen con amor en Dios Padre todopoderoso y en Cristo, Hijo de Dios Salvador están sellados con el bautismo, por el que se unen a Cristo, y además aceptan y reciben otros sacramentos en sus propias Iglesias o comunidades eclesiásticas. Muchos de entre ellos poseen el episcopado, celebran la sagrada Eucaristía

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