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Institución Familiar A La Luz De Lumen Gentium Y Gaudium Et Spes


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  1.907 Palabras (8 Páginas)  •  493 Visitas

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LA INSTITUCIÓN FAMILIAR A LA LUZ DE LAS CONSTITUCIONES DEL VATICANO II

JAIME ALBERTO CRUZ VÁSQUEZ

SEMINARIO DIOCESANO SANTO TOMÁS DE AQUINO

SEM. INV.: PASTORAL FAMILIAR

SANTA ROSA DE OSOS 2014

LA INSTITUCIÓN FAMILIAR A LA LUZ DE LAS CONSTITUCIONES DEL VATICANO II

El 25 de enero de 1959 en San Pablo Extramuros, un Papa anciano, pero iluminado por el Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas, Juan XXIII, convocó un nuevo Concilio, el cual se inauguró el 11 de octubre de 1962 y concluyó el 8 de diciembre de 1965. Un Concilio que, en palabras de K. Rahner, «ha sido un Concilio de la Iglesia sobre la Iglesia». A lo largo de su celebración la Iglesia ha meditado sobre sí misma, en referencia incesante a Dios, de quien procede, y a los hombres, a los que es enviada.

Durante esos años la Iglesia reflexionó sobre su origen y su fundamento para responder adecuadamente a los desafíos de su tiempo, pues siempre es necesario volver a las fuentes cuando se cree que se ha perdido el horizonte o que ya no se responde de manera adecuada a los retos que aparecen en el devenir histórico.

Lumen Gentium es la respuesta que la Iglesia da acerca de su propia naturaleza y misión. Sobre ella se engarzan los demás documentos conciliares. Por eso ha sido llamada piedra angular y corazón del Concilio.

Gaudium et Spes es la única constitución pastoral del Concilio Vaticano II. Trata sobre «la Iglesia en el mundo contemporáneo», razón por la cual no es ajena en ella la reflexión sobre la familia.

Lumen Gentium

El primer numeral de la Lumen Gentium que hace alusión a la institución familiar es el sexto, en el cual se manifiesta que el misterio de la Iglesia se prefigura ya desde el Antiguo Testamento en las imágenes tomadas de la vida familiar y esponsal, especialmente en los profetas; además, esa Iglesia, en el Nuevo Testamento es designada con varios nombres, entre los cuales se encuentra “casa de Dios, en la que habita su familia”.

Gran importancia tiene el numeral 11, que se encuentra en el capítulo II: Pueblo de Dios, pues en él se halla la expresión “Iglesia doméstica con relación a la familia”, en la cual “los padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe, mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada”.

El número 34 al hablar de la misión de los laicos afirma: “todas sus obras, sus oraciones e iniciativas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el cotidiano trabajo, el descanso de alma y de cuerpo, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si se sobrellevan pacientemente, se convierten en sacrificios espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo (cf. 1 P 2, 5), que en la celebración de la Eucaristía se ofrecen piadosísimamente al Padre junto con la oblación del cuerpo del Señor.”

La Constitución reconoce el importante papel de la familia en la evangelización, reconociendo a Cristo como el primer pregonero del Reino, en el numeral 35, pues “En ella el apostolado de los laicos halla una ocasión de ejercicio y una escuela preclara si la religión cristiana penetra toda la organización de la vida y la transforma más cada día. Aquí los cónyuges tienen su propia vocación: el ser mutuamente y para sus hijos testigos de la fe y del amor de Cristo. La familia cristiana proclama en voz muy alta tanto las presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada. De tal manera, con su ejemplo y su testimonio arguye al mundo de pecado e ilumina a los que buscan la verdad”.

El capítulo V, que habla de la vocación universal a la santidad, también hace referencia a la vocación de los esposos como camino de santidad. En el numeral 41 dice: “Los esposos y padres cristianos, siguiendo su propio camino, mediante la fidelidad en el amor, deben sostenerse mutuamente en la gracia a lo largo de toda la vida e inculcar la doctrina cristiana y las virtudes evangélicas a los hijos amorosamente recibidos de Dios. De esta manera ofrecen a todos el ejemplo de un incansable y generoso amor, contribuyen al establecimiento de la fraternidad en la caridad y se constituyen en testigos y colaboradores de la fecundidad de la madre Iglesia, como símbolo y participación de aquel amor con que Cristo amó a su Esposa y se entregó a Sí mismo por ella”.

Gaudium et Spes

Prontamente hace alusión la Constitución Gaudium et Spes a la familia, y lo hace en el numeral 6 al hablar de los cambios en el orden social, algunos positivos y otros negativos, a los cuales no se escapa la institución familiar. En este análisis de la realidad el Concilio ve con preocupación que “aparecen discrepancias en la familia, debidas ya al peso de las condiciones demográficas, económicas y sociales, ya a los conflictos que surgen entre las generaciones que se van sucediendo, ya a las nuevas relaciones sociales entre los dos sexos” (GS 8).

La familia es vista como condición indispensable para el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la sociedad, reconociendo que “de los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, proceden más bien de su libre voluntad” (GS 25). El mismo Verbo encarnado participó de esta realidad en el hogar de Nazaret, dignificando con ello a la familia humana y resaltando la importancia de la sociedad para el pleno desarrollo de la persona, pues Dios no creó el hombre para salvarlo aisladamente,

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