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Servicio de las mujeres en la Iglesia: ¿Diaconado femenino?


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2022  •  Síntesis  •  3.185 Palabras (13 Páginas)  •  56 Visitas

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Servicio de las mujeres en la Iglesia: ¿Diaconado femenino?

Tabla de contenido

Tabla de contenido        1

Servicio de las mujeres en la Iglesia: ¿Diaconado femenino?        2

1.        Proceso para reconocer al diaconado como un ministerio ordenado.        2

2.        Primeras luces tras el comienzo del pontificado del Papa Francisco.        3

2.1.        Primera comisión para el estudio del diaconado femenino.        4

2.2.        Sínodo de la Amazonía.        5

2.3.        Todo laico puede recibir el ministerio del acolitado y lectorado.        6

2.4.        Segunda comisión para el estudio del diaconado femenino.        7

3.        Curso para diaconisas.        7

Bibliografía        9

Somos conscientes de a lo largo de la Historia, la realidad eclesial, cultural y social ha sufrido múltiples cambios, si hablamos de los ministerios en la Iglesia católica, podemos ver que han ido adquiriendo formas diferentes. Sin embargo se mantiene muy presente la diferencia entre los ministerios “instituidos” y “ordenados”. Los instituidos forman parte de la condición sacerdotal real y propia de los bautizados; la ordenación es propia para algunos miembros del pueblo de Dios que reciben la misión de actuar en la persona de Cristo (sacerdotes, obispos) o, los diáconos que reciben la misión de servir al pueblo de Dios en la liturgia, la palabra y la caridad. Esta distinción se hace fácil reconocerla utilizando los términos de sacerdocio bautismal y sacerdocio ordenado, ambos son participes del sacerdocio de Cristo. Ahora mismo las mujeres no pueden acceder a los ministerios ordenados, pero se está estudiando la posibilidad de ordenar mujeres diaconas. Se cuenta con algunos indicios que dicen que en la iglesia primitiva había diaconisas. Presentaré algunos pequeños pasos que se han ido dando y que han despertado las esperanzas de una futura ordenación diaconal femenina.

  1. Proceso para reconocer al diaconado como un ministerio ordenado. Posteriormente al Concilio Vaticano II, fue definido y restaurado como un ministerio permanente, goza de una ordenación sacramental.  “En el grado inferior de la Jerarquía están los diáconos, que reciben la imposición de las manos «no en orden al sacerdocio, sino en orden al ministerio»… Es oficio propio del diácono, administrar solemnemente el bautismo, reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales y sepultura. Dedicados a los oficios de la caridad y de la administración, recuerden los diáconos el aviso del bienaventurado Policarpo: «Misericordiosos, diligentes, procediendo conforme a la verdad del Señor, que se hizo servidor de todos»”. (Lumen Gentium, 1964) Algo que merece mucha atención, el hecho de la ordenación diaconal es propiamente para el ministerio, no en función del sacerdocio.

Posteriormente es reafirmada esta condición del diaconado en la carta apostólica Sacrum Diaconatus Ordinem, como oficio permanente para hombres, incluso hombres casados. Unos años después con la carta apostólica, Ministeria Quaeudam, las que eran consideradas como ordenes menores toman carácter de ministerios, quedan totalmente desligadas a la obligatoriedad clerical. Estas decisiones en el apostolado del Papa Benedicto XVI dieron fin al cursus honorum, la regla que exigía que todos los que fueran ordenados diáconos fueran aptos para llegar a ser sacerdotes. Esta distinción entre el diácono y el presbiterado, ha sido fundamental para comprender la historia respecto a las órdenes y, por supuesto dar respuestas a nuevas exigencias y necesidades pastorales. Para el diaconado femenino ya no es un impedimento la regla del cursus honorum, pues el diaconado ya no es estrictamente un camino hacia la ordenación sacerdotal. Aunque lo que he presentado hasta ahora está más enfocado en la vocación de diácono en general, se ha ido entretejiendo un camino en el cual ahora ya no resulta descabellada la pregunta sobre el ministerio que desempeñan las mujeres. Conociendo la evolución de las normas y el sentido teológico de la vocación del diácono, es muy acerado preguntarse si en el servicio ministerial se puede ofrecer más espacio, más puestos de responsabilidad a las mujeres.

Entre muchos intereses en juego sobre este tema, en mi punto de vista, una de las razones que apremia abordar este problema es las diversas necesidades pastorales y el servicio de las mujeres que aunque con cierta desigualdad se mantienen activas y cada vez participativas más dentro de la Iglesia. Reconocer el valor sacramental en el servicio de las mujeres está siendo un debate de suma importancia. Si antes los estudios se enfocaban en el ser de la vocación del diacono, el tema ahora es más amplio y se está estudiando el papel de la mujer en tal vocación. He aquí algunos peños pasos en este nuevo proyecto.

  1. Primeras luces tras el comienzo del pontificado del Papa Francisco. Sin duda alguna, el pontificado del Papa Francisco ha abierto las puertas y se ha ocupado de de esta cuestión, ya en el primer año de pontificado, dejó algunas pistas del valor que tiene la mujer en la sociedad. La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones. Por ejemplo, la especial atención femenina hacia los otros, que se expresa de un modo particular, aunque no exclusivo, en la maternidad. Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque « el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral » y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales… Las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres, a partir de la firme convicción de que varón y mujer tienen la misma dignidad, plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente… Aquí hay un gran desafío para los pastores y para los teólogos, que podrían ayudar a reconocer mejor lo que esto implica con respecto al posible lugar de la mujer allí donde se toman decisiones importantes, en los diversos ámbitos de la Iglesia. Numeral 103 y 104 (Francisco, Evangelli Gaudium , 2013). 

  1. Primera comisión para el estudio del diaconado femenino.  En el año dos mil dieciséis comenzó de manera oficial el replanteamiento sobre el diaconado femenino, aunque este tema ya venía tomando vitalidad e interés mucho tiempo anterior. En este año fue cuando se comenzó con un proceso con respecto a ello, estableciendo una comisión de estudio sobre el diaconado de las mujeres. Fue una comisión prácticamente para el estudio que obtuvo resultados parciales. Muchos esperaban decisiones contundentes sobre el asunto pero la verdad no fue así, tampoco la comisión tenía por objetivo negar o afirmar un decreto sacramental.  Los resultaros a muchos les decepcionaron, pero a decir verdad fue un paso a delante, aunque fuera pequeño, incluso el mismo Papa se mostro optimista valorando positivamente el trabajo.

En una entrevista expreso la valoración del trabajo realizado por la comisión: La comisión se creó y ha trabajado durante casi dos años. “Eran todos distintos, todos “sapos de distintos pozos”. Todos pensaban diferente, pero han trabajado juntos y se han puesto de acuerdo hasta un cierto punto. Pero, cada uno de ellos tiene su propia visión que no concuerda con la de los otros. Y ahí se han detenido como comisión y cada uno está estudiando cómo seguir adelante. Sobre el diaconado femenino: Hay un modo de concebirlo no con la misma visión del diaconado masculino. Por ejemplo, las fórmulas de ordenación diaconal encontradas hasta ahora —según la comisión— no son las mismas para la ordenación del diácono masculino y se parecen más a la que hoy sería la bendición de una abadesa. Este es el resultado de algunos de ellos, yo estoy hablando así, de memoria. Otros dicen “no, esto es una fórmula diaconal”, pero discuten, no está claro. Había diaconisas al inicio, ¿pero era ordenación sacramental o no? Sobre eso se discute y no está claro. Sí, ayudaban; por ejemplo, en la liturgia lo vemos, en los bautismos como eran por inmersión, la diaconisa ayudaba cuando se bautizaba a una mujer. También en la unción en el cuerpo de la mujer. Luego salió un documento en el que se veía que las diaconisas eran llamadas por el obispo cuando había una disputa matrimonial para la nulidad o el divorcio o la separación. Cuando la mujer acusaba al marido de golpearla llamaban a la diaconisa para que esta viera el cuerpo, por los moratones y así testimoniaba en el juicio. Es lo que recuerdo, pero lo fundamental es que no hay certeza de que fuese una ordenación con la misma forma y finalidad que la ordenación masculina. Algunos dicen: Está la duda, continuemos estudiando. No tengo miedo al estudio, pero hasta este momento no está claro.” (Francisco, CONFERENCIA DE PRENSA DEL SANTO PADRE, 2019)

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