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TITULO: LA PROMESA DE LA TIERRA

Maryemily14Trabajo30 de Octubre de 2016

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TITULO:   LA PROMESA DE LA TIERRA

Por. Rosario Petit Sánchez

INTRODUCCION

Un plan preestablecido

La Biblia es la única fuente histórica y religiosa que nos da luces sobre el origen del hombre y su naturaleza de pecado.  Desde  la caída del hombre en  el huerto del Edén se hizo manifiesta la condición carnal y pecaminosa del ser humano, el cual ahora es incapaz de someter sus impulsos y como derivación de ello, la maldad se multiplicó y proliferó en gran manera al extremo tal que: “a Dios le pesó  haber hecho al hombre sobre la faz de la tierra y se arrepintió en su corazón” cita bíblica. ( Gn 6:3-6)

La proliferación de la maldad  acarreó un gran juicio divino sobre toda su creación  el cual se dio a través del diluvio universal.  De esta catástrofe universal  sólo se salvaron Noé y su familia. No obstante, la voluntad de Dios en la restauración de todas las cosas y en especial de su relación con el hombre, se da a conocer, a través de  su plan de redención. La siguiente cita bíblica nos indica que Dios tenía un plan  de redención para el hombre y la tierra, razón por la cual preservó con vida a esta familia:

“Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente de ella, ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar”. (Gen. 3:15)

La palabra simiente significa descendencia o linaje, en este caso la simiente está en singular y no plural, por lo que se determina que la simiente de la mujer es Jesús, el hijo de Dios.

Este plan empieza a tomar forma  a través de  la salvación de Noé y su familia en el Arca, (el cual es tipo de Cristo y la Iglesia), pero ya estaba señalado en los planes de Dios  después de la caída del hombre.

No cabe duda de que para poder interpretar la historia del pueblo de Dios hay que remontarse a  la época de Noé y de sus tres  hijos: Sem, Cam y Jafet  a los cuales después que las aguas del diluvio bajaron y ellos salieron del Arca, Dios les bendice y envía a fructificar, multiplicar y llenar la tierra.  De estos tres hijos surgen las naciones que poblaran el mundo en lo sucesivo. (Gn10:32).

Según Scofield (2) la entrada de Noé y su familia al arca, fue un llamado de Dios que comprende los significados básicos de la invitación de gracia que ocurre una y  otra vez  hasta la última página en las escrituras.  Y esta invitación lo hace Dios apremiando al hombre a valerse de la perfecta provisión que Él ha hecho para su salvación.

La descendencia de Sem  prosigue  lo que conocemos como la “línea Mesiánica” o línea de descendientes a través del cual vendría el Mesías o Salvador del mundo a la tierra. A esta línea también pertenecen en forma sucesiva: Abraham, Isaac y Jacob. Dios hace un llamado especial a Abraham para renunciar a su tierra y su parentela, es decir expresado simbólicamente: apartarse del mundo conocido para ir a un mundo nuevo que Dios le mostraría, solo alcanzable mediante la obediencia y fe, lo cual traería bendición para él y para toda la humanidad.

La Biblia de Estudio Pentecostal (ed. 1993) (3) declara de manera sencilla y clara el propósito de este llamamiento “Dios se proponía tener a un hombre que lo conociera y le sirviera con fe devota; de ese hombre saldría una familia que conocería, enseñaría y cuidaría los caminos del Señor;  de esta familia saldría una nación escogida, compuesta de personas que se separarían de los malos caminos de las demás naciones para hacer la voluntad de Dios y ser ejemplo para ellas”.  En esta nación nacería Jesucristo el salvador del mundo, la simiente prometida de la mujer” Gn 3:15

El llamamiento de un hombre especial:

Todo principia con el llamamiento de Dios a Abram (sig. Padre exaltado) para dar inicio al cumplimiento de su plan de redención para la humanidad. Más adelante explicaremos en forma detallada esta promesa y su significado, lo cierto es que en la actualidad existe una grave crisis político religiosa en el medio oriente que data de muchos siglos atrás, ambos pueblos: judíos y árabes están en continuas  guerras y conflictos disputando los derechos sobre un pequeño territorio, (decimos pequeño si ,lo comparamos con otras naciones del mundo que se caracterizan por sus vastos territorios, es extraño que un área geográfica tan pequeña pueda ser causa de tanto conflicto, aunque por su posición geográfica, se encuentra ubicado en un lugar estratégico entre  tres grandes continentes: Europa, África y Asia¸  ambos pueblos son descendientes semíticos de Abraham, con la diferencia de que uno de los dos pueblos no desciende del hijo a quien fue dada la promesa: Isaac.

Abraham, padre de la fe

El nombre de Abram fue cambiado a Abraham (sig. Padre de muchedumbres), como una marca de algo nuevo que había de venir, juntamente con su esposa Sara (sig. Princesa) llamada primeramente Saray (para el pueblo judío, la importancia de los nombres en cuanto a identidad y  propósitos se refiere tienen gran significado).

Abraham y su familia, eran de la descendencia de Sem (hijo de Noé),  provenían  de Ur de los Caldeos, antigua ciudad situada al sureste de Babilonia cerca del río Éufrates, en lo que ahora se conoce como Iraq. Pertenecía a una tribu semítica (nombre que hace referencia a Sem).

Dios escoge a la familia de Abraham a fin de traer la redención a la raza humana, aproximadamente 2100 años a.C. Este llamamiento implicaba separarse de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre (Gn 12:1) a fin de ser extranjero y peregrino sobre la tierra.  Esta petición visto desde otro ámbito que no sea el espiritual, puede verse sin fundamento, pero en su significado más profundo parece ser una imagen de  la nueva vida de un creyente, el cual debe desde el momento de su conversión, dejar su  vieja naturaleza (viejo mundo) y entrar en una nueva vida (nueva naturaleza), sabiendo que aunque esté en el mundo ya no pertenece al mundo, es decir: debe verse como un “extranjero” en tierra ajena.

Para nuestro Señor, la fe y la obediencia son inseparables y  Abraham fue obediente a su llamado y aun fue más allá al dar muestras de una fe sin precedentes, estando  dispuesto a entregar a su hijo amado  en sacrificio a Dios (Gn 22:2-14) (Este acto de fe y amor simbolizan a Dios mismo entregando a su unigénito hijo Jesucristo por amor a la humanidad). La obediencia de Abraham redundó en bendición para todas las naciones de la tierra:  

“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” Gn 22:18

Siendo Jesucristo esa simiente, los creyentes en él recibirán esta gran bendición por la fe  en Él como  el hijo de Dios el cual vino a la tierra a  morir por los pecados de la humanidad, y que además resucitó para dar vida nueva a todos los creyentes,  que le reciban en sus corazones como  único Señor y salvador, entonces se cumplirá la  promesa de Abraham en sus vidas.

Nuestro Dios hizo una promesa incondicional de bendiciones a Abraham y a su descendencia. Cuando decimos incondicional es en el sentido de que Dios cumpliría su plan o su promesa aun a pesar del hombre.  La promesa completa de Dios a Abraham su siervo y amigo, se repite múltiples veces en el libro de Génesis, corroborándose  a Isaac, hijo de Abraham y a Jacob su nieto.

Esta promesa contiene cuatro áreas de bendición:

  1. Y haré de ti una nación grande... (Gn. 12:2a)  
  2.  “Y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”.(Gn. 12:2b)
  3. “Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré,” (Gn:12:3a)
  4. “Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:3b)

La promesa de la tierra

A partir de Abraham saldría  “una nación grande”,  que según Scofield  “esta era una referencia primordial a Israel, los descendientes de Jacob, a quienes se promete posesión perpetua de la tierra (Gen 17:8).  El pueblo de Israel, formado por los descendientes de las doce tribus de Israel, (pueblo que es formado en Egipto, nación donde permanecieron por más de 400 años como esclavos) para heredar luego perpetuamente un territorio específico: la tierra de Canaán (Gn 15: 18-21).  Más adelante estaremos hablando específicamente de Israel como nación y en qué consiste su grandeza, pero podemos mencionar que su principal grandeza estriba en  que sería la patria de nacimiento de nuestro redentor Jesucristo, el salvador del mundo”

Este pacto establecería el gobierno teocrático de Dios sobre su pueblo, y fue un pacto incondicional, dependiendo únicamente del Señor y representa un aspecto esencial en todos sus planes para la humanidad, incluyendo la salvación.  Sentó las bases para la formación de la nación judía en Israel.

Además del pacto de Dios con Abraham, Isaac y Jacob y ya estando este pacto en su proceso de cumplimiento,  Dios ratifica el mismo, pero ahora con el  pueblo de Israel.

“Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo Jehová”: Ex. 6:8

Condiciones de la Promesa

Nuestro Dios es un Dios de pactos, y por su parte sus pactos son incondicionales, ya que lo que promete se cumplirá de manera cabal. Un pacto siempre se realiza entre dos entes diferentes pero más que pacto examinaremos a continuación una promesa de Dios de gran bendición para Abraham y sus descendientes.  A pesar de que el pacto de Dios con Abraham era perpetuo (Gn 17:7) estaba condicionado a la obediencia de su pueblo; aunque Abraham pasó todas las pruebas requeridas para participar de las bendiciones y de los eternos propósitos de Dios, fue necesario que esta promesa fuera ratificada en cada generación subsiguiente a él, a fin de dar a entender a su pueblo que todos deberían aceptar las promesas de Dios dadas a Abraham mediante la fe en su cumplimiento.

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