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TRABAJO PRÁCTICO 2 CÁTEDRA: Teología II

BETIANASPESSOTTIDocumentos de Investigación23 de Abril de 2017

2.918 Palabras (12 Páginas)324 Visitas

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Instituto “Santa María” D-224

Diamante, Entre Ríos

Profesorado de Formación Docente de Educación Primaria

TRABAJO PRÁCTICO 2 

CÁTEDRA: Teología II

PROFESORES:

Clapassón, Mariel Liliana

Wendler José Carlos

ESTUDIANTES:

Núñez María Laura

Spessotti Betiana Paola

FECHA DE ENTREGA:

29/01/2014   

LA CREACIÓN: DIOS CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA

Según la Biblia, Dios Padre expresa exteriormente su actitud paterna por medio de la creación. En los primeros versículos del Génesis se le atribuye la creación del mundo: «Al principio Dios creó el cielo y la tierra (...). Dijo Dios (...)».Hay seres visibles y seres invisibles. Así pues, todo lo que existe tiene por origen un acto creador de Dios. No hay nada en la creación que sea fruto de un dios antagonista, de un dios del mal, o de una emanación consecuencia de cualquier mal anterior.

Un discurso sobre la creación del mundo por  es considerado como la interpretación simplista de una realidad compleja que en gran medida sigue siendo opaca para nosotros. Con la creación del mundo empleamos el término, como se ha dicho, siguiendo un gran movimiento de paso al límite.

CIENCIA VS. FE

El científico tiene la tentación de no confiar más que en las razones de su ciencia, mientras que el creyente le pide a su fe que le ofrezca también datos científicos.

Como hemos visto, los relatos bíblicos presentan los orígenes del mundo en el marco de las concepciones cosmológicas de su tiempo.

El maestro habla del comienzo del mundo, mientras que el catequista habla de su origen y de su mantenimiento en el ser a lo largo del tiempo. Porque la creación es continua e incluye la evolución entera del mundo y de las especies vivas. El relato del origen es la revelación de un porqué. La ciencia se ocupa ante todo del cómo.

La cuestión de la relación de la realidad creada y finita con Dios escapa a la ciencia, porque no pertenece a su objeto ni puede ser abordada con sus métodos Es una cuestión ultima.

El uso del término «creación» en el discurso científico sobre el big-bang y en el lenguaje religioso no se refiere a lo mismo La aclaración de esta distinción capital entre comienzo y origen es hoy universalmente reconocida. La religión, como la ciencia, está obligada a recurrir al relato.

Esta clara distinción del terreno de la ciencia y del de la fe tiene también su historia Son conocidas las palabras del físico quien ante todo quiere expresar la distinción y el rechazo a mezclar consideraciones: el discurso científico en cuanto tal no tiene por qué hacer intervenir a Dios en el orden de las causas y los efectos. Su mundo cultural los impulsaba a mezclar ambos planos.

Para su explicación científica, Dios no es necesario. Pero era tentador sacar la conclusión de que se resolvía el problema de Dios haciéndolo «inútil».

El hombre resulta entonces eliminado de la naturaleza

Por una parte, los científicos eran cristianos que, por respeto a su fe, seguían introduciendo preocupaciones religiosas en sus investigaciones científicas. No hay lugar ya para Dios en el universo científico. Se entiende que la ebriedad de los primeros descubrimientos alimentara una especie de ateísmo científico.

La investigación contemporánea ha permitido llegar a resultados científicos que son objeto de un amplio consenso. No se puede hacer coincidir el acto creador de Dios con ningún «instante cero». Por otra parte, ejerciendo la crítica sobre sus propias teorías, los científicos se interrogan cada vez más sobre la pertinencia de su discurso con respecto a la realidad.

La investigación científica sobre el universo desemboca pues en el doble exilio de Dios y del hombre. Sus orientaciones principales modelan nuestra mentalidad y constituyen un desafío radical al discurso cristiano sobre los orígenes y el sentido del mundo, que coloca en el primer plano de su consideración a Dios y al hombre.

Ante los enormes progresos de la ciencia y las diversas revoluciones científicas que han seguido a la revolución copernicana, los teólogos han tenido tendencia a dejar en cierto modo la creación en manos de los científicos.

LA CREACIÓN EN PERSPECTIVA CRISTIANA: noción bíblica

Los relatos bíblicos de la creación no son en absoluto una crónica. Nada exterior a Dios puede servir de punto de partida, puesto que fuera de él no hay nada. Por consiguiente, toda criatura proviene de Dios, sin, por eso, ser Dios. La imagen usada por Edith Stein, siguiendo ciertas tradiciones judías, es la de una especie de retracción de Dios Siéndolo todo, Dios acepta dejar de serlo todo.

Para este Dios bíblico, crear no es sólo dar el «golpecito» inicial a la existencia del mundo. Es una acción constante y coextensiva al tiempo de la creación. Dios, en fin, ha creado al hombre dentro de un designio que tiene un objetivo. Son prodigios que lo superan.

Conviene distinguir bien la originalidad de la creación respecto de la emanación.

El «segundo» relato bíblico de la creación (Génesis 2)

El libro del Génesis presenta curiosamente dos relatos de creación que no guardan perfecta armonía entre sí. Este relato centra su atención en la creación del hombre y de la mujer.

En la creación del hombre, Dios se comporta como un alfarero que modela una forma a partir del barro de la tierra Luego le insufla aliento de vida La creación es el acto libre de un Dios personal El hombre es colocado entonces en un jardín del que sera poseedor Podra comer frutos de todos los arboles, a excepción del árbol del conocimiento del bien y del mal El hombre es, por consiguiente, intendente, no señor absoluto

Este paraíso es una anticipación del futuro. La creación, en la medida en que procede de Dios, es absolutamente buena y no es fruto de una caída anterior, como mas tarde sostendrán los sistemas gnósticos El cristianismo es profundamente optimista sobre el mundo creado Pero ese mundo paradisiaco salido de las manos de Dios no es ya el mundo del que cotidianamente tenemos experiencia.

Dios manifiesta su amor al hombre por la atención particular, verdaderamente amorosa, que pone en su formación. Cuando creaba al hombre, estaba pensando en Cristo, el hombre que había de venir. Este relato nos describe pues la creación como un acto libre y amoroso de Dios. Estamos aquí en el corazón mismo del porqué de la creación. Una vez creado el hombre, el Señor Dios le confía el jardín para que lo cultive y lo guarde.

El hombre ha sido creado libre y responsable del mundo y de sí mismo. Pero, en rigor, un ser no puede ser creado verdaderamente libre. Por tanto, uno no puede ser creado «ya» como un ser libre. Dios es originariamente libre porque es Dios y no debe más que a sí mismo su existencia.

La creación de la mujer se sitúa en el mismo registro del símbolo y del amor:

«El Señor Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le daré una ayuda apropiada"» (Gen 2,18). Entonces Dios da un paso decisivo: «El Señor Dios hizo caer sobre el hombre un sueño profundo, y mientras dormía le quitó una de sus costillas, poniendo carne en su lugar. De la costilla tomada del hombre, el Señor Dios formó a la mujer y se la presentó al hombre, el cual exclamó: "Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada hembra porque ha sido tomada del hombre". Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y son los dos una sola carne» (Gen 2,21-24).

Las primeras palabras del hombre son de admiración y asombro ante aquella que Dios ha dado a Adán por compañera. «Llegó la mujer, y le vino al hombre la palabra» (E Beauchamp).

El «primer» relato bíblico de la creación (Génesis 1)

El primer capítulo del libro del Génesis, y por tanto de toda la Biblia, es un largo poema sobre la creación. La creación del hombre no tiene lugar hasta el sexto día, al término de todo el proceso, como creación de aquel para quien todo lo demás ha sido creado y a cuyo dominio está destinado.

Con relación al mundo creado, el hombre y la mujer son pues reyes, o mas exactamente intendentes, porque permanecen sometidos al orden de las cosas establecido por Dios El poema acaba repitiendo el estribillo, pero en grado aumentativo Lo que en otras etapas de la creación estaba bien, ahora esta «muy bien» Por consiguiente, el mundo en que vivimos no es fruto de una emanación del mal, es un don de Dios y es muy bueno

Se dice del hombre que es creado «a imagen y semejanza de Dios» El termino «imagen» se repite tres veces, dos de ellas en relación inmediata con la afirmación de la diferenciación sexual «varón y mujer los creo» (literalmente en un lenguaje mas crudo «macho y hembra»), como si esta diferenciación perteneciera a la imagen de Dios

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