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Tesis De Teologia


Enviado por   •  19 de Octubre de 2014  •  23.056 Palabras (93 Páginas)  •  826 Visitas

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Argumentos teóricos que sustenta la postura y proceder de la iglesia antes los derechos humanos como dignificante del hombre.

Argumento teóricos que sustenta la postura de la iglesia antes los derechos humanos como dignificantes del hombre.

INTRODUCION

Breve presentación y ubicación contextual del tema antecedente del mismo

La formulación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948, tiene muchos antecedentes en el desarrollo de la historia de la humanidad, en donde poco a poco se van reconociendo las libertades sociales desde la abolición de la esclavitud, reflexiones que sirvieron de base para formulaciones sistemáticas, entre otras, la Declaración de Derechos de Virginia (Bill of Rights) en 1776 y la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, adoptada por la Asamblea Constituyente Francesa en 1793, que encarnaba los ideales de la sociedad liberal en el siglo XIX. En el Acta final de Helsinki (1975) se reconoce en el respeto de los derechos humanos, «un factor esencial de la paz, la justicia y el bienestar necesarios para asegurar el desarrollo de relaciones amistosas y de cooperación» entre todos los estados.

Aunque la Biblia no presenta un catálogo de los derechos humanos, desde el Antiguo Testamento es evidente que Dios manifestó una predilección especial por los más pobres, los desprotegidos, los huérfanos, las viudas, los extranjeros (desplazados), en una palabra por los necesitados. La legislación del Levítico es clara en este sentido; los profetas hablan de la justicia de Dios en favor de los necesitados.

De la misma manera, en el Nuevo Testamento, Jesús actúa en favor de los pobres que son bienaventurados porque tienen a Dios por rey (Mt 5,3), y sobre todo, demuestra en su vida que no hay razón para discriminar a nadie por su condición de mujer, ni por su raza, ni por su oficio, ni por ser pecador o prostituta. En el texto bíblico no se encuentran normas abstractas, sino que se presenta el proyecto de Dios en sus relaciones con su pueblo, y en las relaciones de ese pueblo con Dios y con los demás hombres.

El fundamento de los derechos del hombre para el creyente, está en sus orígenes: creado por Dios a su imagen y según su semejanza (Gn 1,26) y en el cumplimiento de la Alianza. Los profetas, y entre ellos principalmente Amós, presentan como violación de la Alianza la violación de los derechos de los demás, de manera que el compromiso de la humanidad en defensa del necesitado es consecuencia de la Alianza y ser miembros de un pueblo que desde ese momento fue el pueblo de Dios.

En la ética civil, se habla de la dignidad del hombre. De esta dignidad emanan y hacia ella convergen todas las variaciones del etnos humano. Pero, ¿cuál es el significado ético de los derechos humanos?

Los derechos humanos nacen de una fuente y requieren de garantías que pertenecen al plano de lo jurídico, pero su significación no se agota en el plano jurídico porque pertenecen a la realidad histórica, a la concreción sociológica y al universo axiológico. Por lo tanto, los derechos humanos son categorías jurídicas en cuanto pertenecen al ámbito del derecho positivo, pero son categorías éticas en cuanto expresan valores básicos. La instancia ética aporta, a una noción histórico- jurídico, el carácter de exigencia profética y globalizante. Por lo tanto, van más allá de lo meramente jurídico y de lo simplemente histórico.

El Consejo Mundial de Iglesias posee una larga historia de participación en la elaboración de normas y criterios internacionales, así como en la lucha por la promoción de los derechos humanos. Por medio de su Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales, el Consejo participó en la redacción de la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y aportó el texto del artículo 18 sobre la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. El CMI ha seguido promoviendo desde entonces la aplicación de la Declaración.

Con ocasión de la preparación de su Quinta Asamblea, el CMI emprendió un proceso mundial de consultas para reconsiderar sus orientaciones fundamentales sobre los derechos humanos. Este proceso condujo a una "Consulta sobre los Derechos Humanos y la Responsabilidad Cristiana" (St. Pölten, Austria, 1974), en la que se formularon las directrices de la declaración normativa adoptada en Nairobi, en 1975, se colocaron los derechos humanos en el centro de las luchas por la liberación de la pobreza, del dominio colonial, del racismo institucionalizado y de las dictaduras militares, y se formuló un nuevo programa ecuménico general de acción en materia de derechos humanos.

Las asambleas y consultas ecuménicas anteriores definieron una base teológica para la participación de las iglesias en el fomento y la defensa de los derechos humanos:

"Como cristianos, estamos llamados a participar en la misión divina de justicia, paz y respeto a toda la creación y a procurar vida en abundancia para toda la humanidad según el designio de Dios. En las Escrituras, por la tradición y gracias a las diversas maneras en que el Espíritu ilumina hoy nuestros corazones, discernimos el don de la dignidad que Dios concede a cada persona y su derecho inalienable de ser aceptada por la comunidad y de participar en ella. Por ello, como Cuerpo de Cristo, la iglesia tiene la responsabilidad de obrar por el respeto y la aplicación universal de los derechos humanos" (Consulta "Los Derechos Humanos y las iglesias: nuevos desafíos", Morges, Suiza, junio de 1998);

"Nuestro interés por los derechos humanos se basa en nuestra convicción de que Dios quiere una sociedad en la que todos puedan ejercer plenamente sus derechos fundamentales. Todos los seres humanos, creados a imagen de Dios, son iguales e infinitamente valiosos a sus ojos y a nuestros ojos. Jesucristo nos ha unido unos a otros por su vida, muerte y resurrección, de tal manera que lo que interesa a uno nos interesa a todos" (Quinta Asamblea, Nairobi, 1975);

"Todos los seres humanos, independientemente de su raza, sexo o creencias, han sido creados por Dios como individuos y como miembros de la comunidad humana. Sin embargo, el pecado ocasionó la corrupción del mundo, que conlleva la degradación de las relaciones humanas. Al reconciliar a la humanidad y la creación con Dios, Jesucristo también reconcilió a los seres humanos entre sí. El amor a nuestro prójimo es la esencia de la obediencia a Dios" (Sexta Asamblea, Vancouver, 1983);

"El espíritu de libertad y

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