Una Re-visión De La Fe Católica En México
Mujerdelsol16 de Febrero de 2015
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ENSAYO PARA LA ELECTIVA DE “REDACCIÓN DE TEXTOS EN PSICOLOGÍA”.
POR: ERÉNDIRA MATZAYANY DE LEÓN TRUJILLO.
FACULTAD DE PSICOLOGÍA U.M.S.N.H
DICIEMBRE 2014.
La pregunta fundamental es: ¿Por qué el mexicano se siente tan cómodo en la religión católica? Podemos decir que, para contestar nuestra pregunta (sabemos no es fácil), nos ocuparemos de traslucir aquellos elementos que nos son esenciales para comprender la psicología del mexicano y su relación, afición, devoción y/o fe hacia la religión. Trataremos de penetrar aunque sea superficialmente, pero sí ilustrativamente, en cómo se vive este contexto tan típico a la sociedad mexicana, y lo haremos desde sus orígenes.
Sabemos que el mexica y el mexicano siempre se han refugiado en su cosmogonía y en su religión, respectivamente. Parecemos un pueblo apto para el desarrollo espiritual así como en oriente. Aunque también somos buenos para las fiestas, y parecemos muy alegres con los colores y los paisajes, pero la verdad es que los mexicanos escondemos mucho detrás de nosotros mismos. El pueblo mexicano, también es multicultural, por lo que está compuesto de diversas formas de vivir, de pensar, de actuar. Entre hombres y mujeres hay grandes barreras, más adelante hablaremos del porqué. Los mexicanos también tenemos miedos, de esos que ni siquiera nos confesamos a nosotros mismos. También debemos hablar de cómo nos acostumbramos a ciertas cosas y de que somos un pueblo que no cuestiona las condiciones que lo rodean. Que estamos inmersos en un cuento de hadas compuesto de novelas, fútbol, programas de televisión, la misa del domingo, los días festivos, etc. Los mexicanos nos sentimos solos.
Antes que nada, debemos saber que con la conquista de México y la colonia (1521-1821), la llegada-invasión de los españoles no sólo fue territorial, sino también espiritual. Así la tradición judeocristiana se instaló en estas tierras olvidadas por Dios con gran vehemencia y ansiedad por parte de la monarquía de España y de sus servidores (obispos, sacerdotes, etc.), ya que la mentalidad española de aquel entonces creía firmemente en que la forma de vida indígena era bárbara y primitiva, sobre todo en sus costumbres filosóficas y religiosas. Éstas eran del “diablo”, y ellos como buenos cristianos sólo querían salvarlos. Todo este proceso de evangelización pudo lograr su objetivo a través de distintos medios:
Uno de ellos fueron los sacerdotes, sobre todo los franciscanos, que al intentar convertir a la población aborigen, y chocar con el fracaso provocado por la barrera lingual, tuvieron la buena idea de ellos mismos aprender los distintos idiomas o lenguas (sobre todo el náhuatl, que era el más extendido), para así, poder transmitir la doctrina. A parte, los sacerdotes se distinguieron por defender a los indígenas de los abusos de sus compatriotas. Otro fue (toda una barbarie) el genocidio, porque desde que llegaron los españoles lo único que hicieron fue matar a todo aquel que se interpusiera en sus ambiciones; si no se bautizaban los llamados indios y seguían practicando sus creencias “paganas” con danzas, cantos, o cualquier tipo de enaltecimiento a sus antiguas deidades, se les quemaba en la hoguera. Pero, al final de todos los esfuerzos del reino español, se logró victoriosamente la colonización geográfica y espiritual de estas regiones; hubo muchas muertes (24 millones), destruyeron todos los templos indígenas y en su lugar construyeron sus iglesias.
Aunque no hay que dudar de que así como hubo personas que murieron siendo fieles a sus costumbres prehispánicas, hubo otras que sacramentaron sin mayor problema. Pero ¿qué los terminó de seducir a estos últimos? Podemos suponer que aquellos, los sacramentados, se sentían totalmente desprotegidos, confundidos, expuestos, miedosos. Se habían quedado solos, sus dioses los habían abandonado:
Para la evangelización hubo un proceso de destrucción de todo lo relacionado con las antiguas deidades. Frente a las creencias de los indígenas y su sensación de desamparo, aprovechando el culto a la diosa Tonantzin, se difundió el rumor de la aparición de la virgen María (morena y de rasgos indígenas), despertando gran fervor entre la población. (Latapi, S.f.)
Me parece que Latapi toca un punto fundamental, que es en gran parte la mayor conquista que se tuvo y sigue vigente con el pueblo de México. Se dice que muchos indígenas seguían creyendo en su propia cosmogonía, y que se encargaron de esconder todas las reliquias o figurillas sagradas para ellos evitar así su destrucción, pero con la aparición de la virgen María, se les fue olvidando, no sé si por devastación, por tristeza o por mera convicción (pues ellos poseían ya un vigoroso sentimiento religioso), sólo debieron reemplazar una por otra. Así a lo largo de los años transcurridos la virgen de Guadalupe ha sido un gran refugio para millones de personas.
A nadie asombra el umbral de dolor del pueblo mexicano, es tan claro cada 12 de diciembre, cómo por la misma virgen de Guadalupe andan a rodillas por ciudades y caminos enteros. El mexicano creyente siempre en espera de que su “madrecita” interceda por ellos ante Dios, “nuestro padre todo poderoso” (¿Y por qué llamarlos Madre y Padre?). Ellos realmente tienen esperanza en la intervención de la virgen, en la resolución de todos sus “pecados”; en que por un milagro suyo, ellos consigan trabajo, y dejen de alcoholizarse, y la violencia pare, y la corrupción termine, y también piden curarse de enfermedades mortales… y bueno ¿qué les podemos decir? Somos seres tolerantes ¿o no? Sí, nos damos cuenta de cómo nuestra idea de fe, de amor, de devoción a Dios y a la virgen es la del sacrificio, la del masoquismo. Si no sufrimos, entonces no pagamos nuestras culpas, nuestros pecados. Todo lo que sufre es divino.
Para nosotros, los mexicanos de la actualidad, la norma es la religión católica, pero, ¿Acaso nos hemos dado cuenta de cómo aceptamos sus reglas y sus líneas de moralidad sin siquiera cuestionárnoslas? Desde el hecho de que al nacer el nido familiar no espera a que tengamos uso de conciencia y podamos decidir si queremos tomar esa doctrina como filosofía de vida, podría decirse que siguen imponiéndonos la religión. Cuando crecemos, simplemente estamos acostumbramos a cierto modo de existir y tampoco lo cuestionamos. Nos vamos de generación en generación, transmitiendo nuestras creencias aunque estas no sean firmes: “Eso me tocó, para qué lo cambio, ¿no? Si así está bien y yo estoy cómodo (a)...” ojalá fuéramos así para todo. Se vuelve necesario mencionar ejemplos:
Cuando después las ampollas se le convirtieron en llagas por donde no salía nada de sangre y sí una cosa amarilla como goma de copal que destilaba agua espesa. Desde entonces me acuerdo muy bien que nos dijo cuánto miedo sentía de no tener ya remedio. Para eso quería ir a ver a la virgen de Talpa; para que Ella con su mirada le curara sus llagas. (Rulfo, 2012, p.50)
La imagen hemos de tenerla muy clara, un joven llamado Tanilo está muy enfermo, y su única esperanza es la virgen de Talpa. Él, junto con su familia se va en peregrinación a verla, hacen 20 días caminando a pie. En el transcurso del viaje se encuentran con más peregrinos, unos van colgando nopales, traen coronas de espinas de maguey (es que, se tiene la idea de que mientras más grande sea el dolor durante la peregrinación, mayor será el milagro y la recompensa) por lo que Tanilo lo hace también. Él llega a Talpa, pero muere en el altar de la virgen después de haber escuchado: la virgen se llevará nuestros pecados. Esto pasa muy seguido en distintos pueblos de México, no sólo con vírgenes sino con infinidad de santos también, hay unos a los que dicen “les crece el cabello” y esa es la muestra de su divinidad; hay otro santo al ponen de cabeza para que les consiga parejas a las solteras; hay santos para conseguir empleo, para que no te asalten, para un buen embarazo, para dejar de intoxicarse, para tener abundancia, ¡Etcétera! Estos santos y vírgenes son como los genios, pensamos que si pedimos nos será concedido. Sí, a nosotros los estudiantes nos pasa seguido en los exámenes…
La tradición mexicana se ha encargado de ir “descubriendo” a estos santos, otorgándoles su fe, toda su confianza, y todas sus energías también, porque el mexicano creyente queda “muy desgastado” y eso muchas veces le impide salir, y con su propio mérito ganarse las cosas que tanto espera le sean concedidas por medio de un milagro. Otras veces parece que es tan fácil que canonicen a un ser humano, que hasta he pensado, en ir yo. Y Juan Rulfo lo ejemplifica extraordinariamente en su cuento “Anacleto Morales” (Rulfo, 2012, p.153): El joven Anacleto, se hinca encima de un hormiguero mordiéndose la lengua y las hormigas no lo pican (vaya truco), en eso van pasando unos peregrinos y asombrados le preguntan que cómo es posible lo que está haciendo, Anacleto, muy listo contesta que acababa de llegar de Roma, que traía un mensaje y que portaba una astilla de la cruz donde Jesús había sido sacrificado, entonces eso le bastó para engatusar a la gente y hacerles creer que él hacía milagros. Claro que las mujeres más mojigatas sabían que él no era un santo, y así decidieron canonizarlo, porque “Él sí que sabía hacer el amor”. Así, hay muchos otros casos, todos supimos cómo el ahora santo Juan Pablo ll protegió al pedófilo Marcial Maciel. Claro que no podemos generalizar y decir que todos los servidores de la iglesia son tartufos, porque tendríamos que conocerlos a todos.
“Indudablemente una de las realidades que más valora el mexicano
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