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Autoridad Monetaria

roxo12331 de Mayo de 2013

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La soberanía monetaria, el monopolio público de la moneda y su significado para la democracia. Parte I: cuestiones conceptuales

18/03/12

"Si una nación pierde su monopolio público monetario, entonces sus ciudadanos corren el riesgo de una mayor subordinación a centros de concentración de riqueza que escapan totalmente a su control. (…) Ahora mismo vemos cómo está desarrollándose este triste proceso en Europa. Para que un monopolio monetario público sea plenamente eficaz, tanto la autoridad monetaria como la autoridad fiscal han de estar sujetas al control democrático y deberían andar, en uno u otro grado, maridadas, a fin poder actuar de manera racional y coordinada en la solución de los desafíos públicos. La tragedia de la Europa contemporánea es que, buscando colmar la ambición idealista de crear una moneda común y un continente unificado, lo que se ha conseguido es el divorcio, en la Eurozona, entre la autoridad fiscal y la autoridad monetaria última, cediendo así en gran medida el control democrático de su sistema monetario. Eso es un retroceso de la democracia en Europa, y ahora estamos asistiendo a sus secuelas y ramificaciones. Tecnócratas tan poco democráticamente careables como, en cambio, ligados a los amos financieros del continente se sirven de sus privilegiadas posiciones para subordinar a muchos gobiernos electos de Europa a un control externo que no responde ante nadie. Se sirven de un brutal programa de austeridad para imponer este nuevo sistema de disciplina centralizada y no democrática; y su celo en instituir ese nuevo orden es tan grande, que han hundido al continente en un desempleo masivo aún más hondo y en una segunda recesión."

La Teoría Monetaria Moderna (TMM) destaca el papel central de los Estados en los sistemas monetarios soberanos. Uno de los principales impulsores de la TMM, Warren Mosler, por ejemplo, ha descrito el sistema estadounidense del dólar como un "simple monopolio público". Y Randall Wray ha escrito que "en los EEUU, el dólar es la moneda estatal de cuenta, y el dinero primario (monedas, billetes y reservas bancarias), nuestra moneda monopolizada por el Estado". A veces, esta tesis crucial de la TMM se expresa con mayor generalidad diciendo que el gobierno de los EEUU es el suministrador, en régimen de monopolio, de "activos financieros netos" a los sectores no-públicos de la economía del dólar.

Estas tesis siguen generando mucha confusión y resistencia cuando se discute la TMM, y han sido objeto de mucho malentendido; a veces, de malentendidos egregios. Defenderé aquí la tesis de la TMM, según la cual el gobierno de los EEUU es el suministrador, en régimen de monopolio, del dólar, y por lo mismo, el responsable en última instancia de cualquier aumento o descenso netos en dólares de activos financieros denominados en dólares en el sector no-público de la economía. Comenzaré describiendo la base jurídica e institucional de ese monopolio, para entrar luego en la discusión de lo que implica y lo que no implica la tesis de que el gobierno de los EEUU dispone de un monopolio público sobre el dólar.

Huelga decir que hay mucha gente que, aun aceptando sin mayores problemas la tesis descriptiva, según la cual hay un monopolio público, gestionado por el gobierno, sobre el dólar, creen que ese monopolio es una monstruosidad, una horrible transformación de un Estado razonablemente sano en un Estado hipertrofiado. En mi opinión, sin embargo, la existencia de esos monopolios en países monetariamente soberanos es, todo contado, una cosa buenísima, al menos cuando el Estado en cuestión tiene instituciones democráticas. Los ciudadanos de los países democráticos deberían hacer todo lo que esté en sus manos para conseguir un monopolio público monetario democráticamente controlado, si es que no lo tienen, y deberían hacer todo lo que esté en sus manos para conservar y mejorar su monopolio público monetario, si son lo suficientemente afortunados como para disponer ya de ese monopolio.

Es verdad: un monopolio monetario público no es una panacea que garantice una sociedad democrática sana y una vida decente y próspera para todos sus ciudadanos. No hace falta recordar la ultrajante desigualdad y la opresión económica actualmente imperantes en los EEUU y en otros países. Pero un monopolio público de la moneda dominante ofrece a los ciudadanos democráticos capacidades y opciones políticas de las que, de otro modo, carecerían: capacidades para servirse de su sistema monetario a favor de políticas públicas y del bien común. Si una nación pierde su monopolio público monetario, entonces sus ciudadanos corren el riesgo de una mayor subordinación a centros de concentración de riqueza que escapan totalmente a su control.

La perspectiva consolidada

Los defensores de la TMM suelen poner énfasis en la distinción entre emisores de moneda y usuarios de moneda. Esa distinción vale para cualquier sistema monetario. Siempre que hay algún tipo de sistema monetario, hay gente o hay autoridades con poder para emitir nuevas unidades de moneda, y otros que simplemente usan la moneda que los emisores de moneda han puesto en circulación. Así pues, parte de lo que en la TMM significa la afirmación de que el Estado, en sistemas como el estadounidense, es un monopolista monetario es que el Estado, en esos sistemas, es el único autorizado a emitir moneda.

Pero para entender el modelo TMM del Estado como emisor de moneda o productor, en régimen de monopolio, de moneda con poder exclusivo para aumentar el suministro de activos financieros netos al sector no-público, es necesario contemplar el conjunto del sector público consolidado. Para el sistema estadounidense, eso significa observar la combinación del Tesoro y de la Fed. La idea de la TMM sólo cobra sentido, si se considera al sector público como un todo, en su conjunto. Si uno se limita a centrarse en una parte del Estado, más difícilmente entenderá cómo puede el Estado ser un creador neto de dólares.

La idea básica es que el gobierno aumenta y disminuye el volumen de dinero en circulación durante algún período de tiempo, siempre que los pagos monetarios que realiza a los sectores no-públicos de la economía excedan a los ingresos monetarios que obtiene de los sectores no-públicos de la economía. Pero, de nuevo, hay que considerar todos los pagos monetarios realizados por el Estado y todos los ingresos monetarios en manos del Estado. Los pagos incluyen los gastos del Tesoro estadounidense en bienes y servicios, también las remuneraciones a sus empleados. Incluyen, asimismo, los pagos efectuados por el Tesoro en concepto de servicio de sus deudas. Pero el Tesoro no la única entidad del Estado que efectúa pagos. La Fed también efectúa pagos cuando compra títulos del sector privado y cuando paga intereses por las reservas bancarias. Análogamente, el Tesoro y la Fed reciben pagos del sector no-público. El Tesoro recibe pagos en concepto de impuestos, pagos por algunos de los bienes y servicios públicos que suministra y pagos en dinero para comprar sus títulos de deuda. La Fed también recibe pagos de varios tipos: incluidos pagos por recompras de títulos, pagos de intereses por títulos de deuda de que es tenedora, pagos de intereses en concepto de tasas de remuneración de depósitos y pagos en concepto de recargos por descubiertos en cuentas de reservas.

La diferencia crucial entre los agentes privados y el Estado

Ahora bien; ¿en qué difiere todo eso de lo que ocurre en el caso de un individuo, de un hogar o de una empresa? ¿Acaso no puede alguien –persona o empresa— del sector privado gastar también más de lo que ingresa? ¿Es eso también creación de dinero?

La situación es harto distinta. Un agente económico el sector privado, como mero usuario de la moneda, siempre tiene un volumen finito de esa moneda. Si los pagos del agente son mayores que sus ingresos, ese volumen disminuye. Si el agente agota por completo su dinero, entonces, para seguir haciendo pagos monetarios tiene, o bien que hacerse con más dinero vendiendo algún activo no-monetario, o bien obtener crédito. El crédito podría venir de la solicitud de un nuevo préstamo, pero podría venir también de un descubierto automático en una cuenta bancaria o en una línea de crédito. Sea como fuere, es crédito. La empresa o la familia del sector privado que lleva sus negocios en dólares está sometida a una restricción financiera.

No ocurre así en el caso del Estado. En su calidad de emisor de la moneda, no posee "volumen" alguno limitado de dinero que imponga una restricción financiera a su gasto. Nunca puede hallarse en una situación en la que esté obligado a obtener crédito de alguna entidad externa para poder efectuar sus pagos, pues es el productor de esa moneda. El Estado no tiene restricción financiera alguna. Las únicas restricciones respecto de la hondura a que pueden llegar sus sacas de dinero son restricciones políticas: es decir, su gasto está restringido solamente por la eficacia del gasto a la hora de lograr los distintos objetivos públicos perseguidos. Normalmente, uno de esos objetivos políticos es la estabilidad de precios, de manera que un gobierno querrá siempre reducir el hiato entre gasto e ingresos, si lo que le preocupa es que un hiato demasiado grande desestabilice los precios.

Una vez más, se perderá de vista la diferencia entre el Estado y los agentes privados, si uno se reduce exclusivamente a una parte del Estado y no mira al conjunto del Estado. Las reglas operativas corrientes exigen que el Tesoro estadounidense se comporte en cierta forma como un hogar privado.

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