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Cuando hablamos de colonia, o específicamente de orden colonial en América Latina, hacemos referencia al periodo histórico comprendido entre la conquista europea del continente


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2016  •  Trabajos  •  1.845 Palabras (8 Páginas)  •  279 Visitas

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Cuando hablamos de colonia, o específicamente de orden colonial en América Latina, hacemos referencia al periodo histórico comprendido entre la conquista europea del continente (fines del siglo XV y siglo XVI) y las guerras de la independencia que pusieron fin a la dominación de los países conquistadores sobre estos territorios.

Legitimados los procesos independentistas que proclamaban frente al sistema mundial la soberanía americana sobre las antiguas tierras coloniales, comenzaría el largo y complejo proceso de construcción de los Estados nacionales latinoamericanos, que desembocaría en el orden político oligárquico. Dicho régimen, excluyente y verticalista y antidemocrático, constituiría el modo de organización política por excelencia de las nuevas repúblicas (con algunas excepciones) hasta su disolución alrededor de 1930.

Entre ambos extremos de la linealidad temporal, asistimos a la producción de América como una realidad nueva, como una unidad histórica; producción cargada de problemas y circunstancias que merecen una descripción detallada.

La cuestión de la nominación

“La cuestión del nombre no es una pregunta trivial. Es una pregunta por el sujeto que nombra, por las inclusiones y exclusiones que define el concepto nombrado por ese sujeto, por el contexto histórico durante el cual fue nombrado, por las relaciones de dominación y de resistencia, por elementos comunes y una identidad. La nominación designa y construye”, plantean Nercesian y Rostica, y afirman que los habitantes del continente tuvieron que apropiarse del nombre impuesto, “América”, en un proceso que lejos estuvo de ser inmediato y que es ilustrativo de las peripecias acontecidas tras la conquista. Idéntico punto de partida adoptan Ansaldi y Giordano cuando se disponen a definir las coordenadas latinoamericanas.

El nombre de América apareció por primera vez en 1507 de la mano del cartógrafo Waldseemuller, premiando al navegante Amerigo Vespucci, quien habría sido el primero en pisar las tierras continentales, en detrimento de Cristóbal Colon, quien habría ingresado al Nuevo Mundo por la puerta insular. Al margen de lo dudoso de estas referencias, el nombre manifiesta un temprano culto a la personalidad. Previo a este acto, una enorme cantidad de nombres habían servido para señalar estos territorios antes ignorados por los europeos, cuya aparición revolucionaría toda su cosmovisión: Las Españas, Ultramar, Provincias Ultramarinas, Indias… Los pobladores autóctonos no tuvieron parte en esta elección, probablemente debido a que para ellos no había nada descubierto que nominar: las sociedades y pueblos que habitaban el territorio americano se hallaban diferenciados, sin ninguna conexión entre sí, lejos de reconocerse en la unidad que el descubrimiento europeo les asignaba.

Específicamente en el caso de América Latina, podemos distinguir esta dominación funcionando en una serie de pares de opuestos reveladores de los conflictos que se han jugado en su construcción (y que nos permiten ir mas allá de la visión reduccionista que sostiene que las zonas que se designan con ese apelativo corresponden con las conquistadas por países de origen latino: Francia, España, Portugal). Encontramos entonces las siguientes oposiciones:

América del Norte (panamericanismo) / América Latina  sustenta la diferencia con la adopción del término por parte de EE.UU. en su proceso emancipatorio, que definió una identidad americana blanca, anglosajona y protestante en clara disonancia con la América latina, mestiza y católica. Paradoja: América sería un país tanto como un continente, y, lo que, es más, un país con pretensión de tutelar al resto del continente.

Hispanoamérica o Iberoamérica/ América Latina  revela el cuño del colonialismo francés del siglo XIX, que produjo la expresión “América Latina” para resaltar las afinidades latinas, especialmente francesas, expresión que sería bien recibida al interior del territorio como forma de rechazo del pasado colonial ibérico y el contemporáneo expansionismo norteamericano. La república francesa sería tomada como guía espiritual para el progreso.

América Latina / Indoamérica (Nuestra América)  alude al uso que la oligarquía dominante hizo de la expresión “América Latina” en los tiempos de la Doctrina Monroe. Se le opone la concepción revolucionaria, emancipatoria y antiimperialista desarrollada especialmente por Haya de la Torre, a partir de la crisis de los sistemas oligárquicos.

Cabe destacar que la designación de “América Latina” en estas épocas no incluía a Brasil, cuya geografía, historia, idioma y sistema político eran diferentes (s proclamó tardíamente como república; durante décadas había sostenido un gobierno monárquico). Sólo comenzó a formar parte a partir de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.

Conquista violenta y negación de la otredad precolombina

En un gesto a todas luces disparatado, el papa Alejandro VI despachó en 1493 cuatro bulas por medio de las cuales entregaba a los Reyes Católicos todas las tierras descubiertas y por descubrir correspondientes a los territorios americanos, haciendo omiso caso de sus históricos pobladores. “La violencia de la invasión –sostienen Ansaldi y Giordano-, la conquista y la colonización europeas trajeron consigo un elemento de larga duración: la tensión entre revelamiento y negación de la alteridad humana.” Todas las culturas autóctonas fueron negadas. Y la independencia, lejos de resolver las incertidumbres planteadas por este proceso, crearon otras nuevas al establecer límites y fronteras que separaron pueblos que se sentían uno.

La América pre colonial estaba habitada por comunidades con diversos grados de complejidad en su sistema de organización social. Incluyendo grandes civilizaciones como la maya, la azteca y la inca, desarrolladas en los más variados aspectos (económicos, tecnológicos, científicos, militar), que fueron sistemáticamente negadas por el pensamiento eurocéntrico, en la construcción de un relato que retrataba al nativo como un salvaje, bárbaro, desalmado, merecedor de los peores tratos.

La violencia ejercida sobre estos grupos fue atroz: abusos, vejaciones, violaciones, trabajos forzados (bajo la forma de mita, encomienda y yanaconazgo), especialmente salvajes en los primeros tiempos posteriores a la conquista, con tal magnitud que llegó a producirse una disminución significativa de la mano de obra nativa. Eran tiempos de enfrentamientos con los pueblos originarios que ofrecían resistencia a la conquista europea, y también

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