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La Mujer En La Colonia America Latina


Enviado por   •  9 de Junio de 2013  •  8.257 Palabras (34 Páginas)  •  702 Visitas

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III

LA CONDICION DE LA MUJER EN LA COLONIA

Y LA CONSOLIDACION DEL PATRIARCADO

El proceso histórico de opresión de la mujer en América Latina fue distinto al de Europa, porque en nuestro continente no se repitieron las mismas Formaciones Sociales ni se dio la familia esclavista de tipo grecorromana ni la, familia de corte feudal. América Latina pasó directamente del modo de producción comunal de los pueblos agroalfareros y del modo de producción comunal-tributario de los incas y aztecas a la formación social colonial en transición a una economía primaria exportadora implantada por la invasión ibérica. Esta especificidad es olvidada frecuentemente por quienes recurren al esquema evolutivo europeo no sólo para explicar los fenómenos socioeconómicos sino también la vida cotidiana, tratando de encontrar en la Colonia un tipo de familia feudal.

La historia de la mujer en América Latina no es reductible al modelo de evolución de la mujer europea. Sólo a fines del siglo XIX y durante el XX comenzarán a presentarse más semejanzas, con la consolidación del modo de producción capitalista, dando lugar a un proceso de lucha de la mujer latinoamericana similar al europeo-norteamericano, aunque conservando sus características propias.

Etnia-Sexo-Clase

No es posible comprender la historia de la opresión de la mujer latinoamericana sin incorporar al análisis la variable étnica, porque la matriz societaria estuvo determinada por las etnias indígenas y negras, además de la blanca con sus respectivos mestizajes.

Las características de la mujer de etnia indígena, que se prolongan hasta nuestros días, son decisivas para entender el papel de la mujer en la historia latinoamericana, porque sus costumbres, su moral, su forma particular de subordinación al hombre y, sobre todo, su participación en el trabajo de la comunidad aborigen e inclusive de la descendencia —que fue matrilineal hasta el siglo XIX— dan un sello peculiar a su proceso de opresión. A pesar de la colonización hispano-lusitana, la mujer indígena siguió conservando su vida comunitaria, resistiéndose al tipo de familia patriarcal que quisieron implantar los conquistadores. Si bien es cierto que el régimen del patriarcado logró imponerse en el conjunto de la formación social colonial y que los propios caciques aborígenes contribuyeron a consolidarlo, los documentos de la época prueban que las indígenas trataron de conservar el espacio que habían ganado en sus clanes milenarios.

También la mujer de etnia negra imprimió características específicas a la evolución del patriarcado latinoamericano, determinando un tipo de familia distinto al de los colonizadores. Los esclavócratas europeos no pudieron generar en suelo americano una familia patriarcal como la de la época grecorromana. Por éstas y otras especificidades que desarrollaremos a continuación, opinamos que para un análisis riguroso de la historia de la opresión de la mujer en América Latina debe contemplarse, como criterio metodológico clave, la relación etnia-sexo-clase-colonialismo, como un todo único e indivisible.

Durante la época colonial se consolidó el patriarcado en la sociedad blanca y mestiza, al mismo tiempo que se aceleraba el tránsito a ese régimen en las comunidades aborígenes. La implantación del patriarcado, con su ideología consiguiente, fue un factor decisivo en el proceso histórico de opresión de la mujer, ya que cruzó todas las estructuras sociales; de allí la insuficiencia de los análisis reduccionistas de clase. El hecho patriarcal no puede entonces ser soslayado: atraviesa todas las clases y pernea las Formaciones Sociales desde la Colonia.

Sin embargo, sería caer en otra variante de reduccionismo —el de sexo— si en América Latina se cometiera el error de escindir patriarcado de régimen de dominación colonial, étnica

y de clase. Cuando los españoles y portugueses invadieron América, la mayoría de las culturas aborígenes atravesaba un proceso de transición a un patriarcado sui generis, sin existencia de propiedad privada, distinto al régimen patriarcal ya consolidado en Europa. Los conquistadores pudieron imponer su ideología patriarcal porque existía un terreno abonado por las formas de dominación impuestas en las sociedades protoclasistas inca y azteca.

La ideología patriarcal de los colonialistas se fue afianzando y retroalimentando a lo largo de tres siglos —de modo generalizado en el sector blanco y mestizo y en menor grado en las etnias indígenas y negras -a tal punto que logró imponer la falacia de que las funciones de la mujer —especialmente la de ama de casa— eran producto de una condición natural, cuando en rigor fue el resultado de un largo proceso de condicionamiento cultural. Esta ideología, extraña a las mujeres aborígenes, fue implantada de manera exógena por los conquistadores, que transmitieron el tipo de familia patriarcal de transición del feudalismo al capitalismo mercantilista, propio de la Europa de los siglos XVI al XVIII

Especificidad del trabajo doméstico

y de la reproducción de la fuerza de trabajo

La colonización logró separar, por primera vez en la historia de América, la producción del consumo, especial mente en los centros mineros y agropecuarios desarrollados en función de la economía de exportación. Si bien en las comunidades aborígenes se mantuvo una economía de subsistencia, donde la mujer seguía desempeñando un papel importante al mantener una estrecha relación entre producción y consumo, en las principales áreas de la economía colonial el fenómeno productivo se autonomizó, separándose del consumo. Lo que antes había estado unido se escindió, como sucede en todo régimen de producción de mercancías. El valor de cambio se independizó del valor de uso, antagonizándose los fenómenos de reproducción de subsistencia y los de reproducción y acumulación de capital.

Al mismo tiempo, la reproducción de la fuerza de trabajo comenzó a separarse de la producción social de la comunidad, aunque se mantuvo en alguna forma en las reducciones indígenas. El trabajo doméstico en el sector blanco y mestizo empezó a ser funcional al régimen colonial de dominación, tanto en lo referente a la reproducción de la fuerza de trabajo como a su reposición diaria. El trabajo de las mujeres fue asimilado al llamado trabajo doméstico, y el de los hombres al nuevo tipo de producción social para la exportación. El papel de la mujer como reproductora de la vida apareció entonces minimizado, cuando siempre las culturas aborígenes lo habían considerado como el presupuesto generador de todo.

No obstante,

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