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EL IMPACTO SOCIOAMBIENTAL DE LOS TRANSGÉNICOS EN MÉXICO


Enviado por   •  23 de Junio de 2014  •  2.986 Palabras (12 Páginas)  •  264 Visitas

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1) ANTECEDENTES

Durante siglos, se utilizó la similitud familiar para mejorar la productividad de plantas y animales. Cuando se cultivaban plantas se seleccionaban por su mayor tamaño, fortaleza, y por ser menos proclives a padecer enfermedades, de esta forma se creaban híbridos mejores. No se pensaba que en ese momento se estaba practicando una forma rudimentaria de ingeniería genética.

El objetivo perseguido era buscar nuevas maneras de incrementar la productividad al tiempo que se reducían los costos. Los primeros agricultores seleccionaban los cultivos más fuertes, más resistentes a enfermedades, o más rendidores, conservando la mejor semilla de la mejor planta para el año siguiente. Así, se estaban aplicando los principios de la fitotecnia, desarrollada más tarde, cuando las leyes de la herencia son descubiertas por Gregor Mendel.

Hacia los años 30 la fitotecnia dio lugar al desarrollo de los primeros cultivos híbridos, lo que produjo un gran aumento en la producción.

A pesar de que Mendel es considerado el fundador de la ciencia de hoy en día, la genética, sus esfuerzos no fueron reconocidos sino hasta el siglo 20.

Se tuvo que esperar al desarrollo de la genética y al conocimiento de los mecanismos de la evolución biológica por selección natural para que se practicara una mejora y una selección sistematizada. Fue la Revolución Verde, en la que los procedimientos eran sistemáticos y se recurría a la tipificación de la variabilidad natural, el uso de la mutación, la recombinación sexual por cruzamiento, la hibridación con especies próximas, y por último la selección de la progenie. Esta etapa que culmina en los años setenta del siglo pasado, condujo a la obtención de plantas, muchas veces híbridos, con características como frutos más grandes, mayor contenido en sustancias nutritivas, crecimiento más rápido, etc.

Como consecuencia de esto, se obtuvieron plantas de alta productividad, muy homogéneas, a veces estériles, con claras ventajas desde el punto de vista de la producción y de una agricultura basada en tecnologías modernas y economicistas. La contracara de esta metodología no tardó en aparecer: en primer lugar, por tratarse de cultivos que suelen requerir fertilizantes y plaguicidas, y en segundo lugar, por encontrarse la tecnología en manos de los países desarrollados. Así los países del tercer mundo veían aumentar sus cosechas, a veces de forma muy importante, pero al costo de hacerse económicamente y tecnológicamente dependientes de países ricos. Además surgió un nuevo efecto negativo: la erosión genética, es decir, la pérdida de variabilidad genética que se produce en las especies cultivadas de muchos países agrícolamente dependientes al verse desplazadas las variedades autóctonas por las foráneas de alta productividad.

La historia de los transgénicos se inicia allá por el año de gracia de 1973, cuando un grupo de científicos estadounidenses logran transferir genes de una bacteria a otra de distinta especie. Sin embargo es en 1983 cuando en un laboratorio europeo se crea la primera planta transgénica, un tabaco el cual era resistente al antibiótico canamicina.

Desde 1997, la superficie total de tierra utilizada para el cultivo de alimentos genéticamente modificados ha aumentado en un asombroso 80% y pone de manifiesto la popularidad de estos productos alimenticios, sin embargo, eso no significa que los productos transgénicos no están rodeados de controversias.

Mientras su uso y consumo se nota a través de la historia de los productos transgénicos, no se puede dejar de notar que han sido más las noticias de numerosas polémicas que los rodean y cuestionan sus beneficios. Antes de pasar a la historia, en un intento de ver el desarrollo de los alimentos genéticamente modificados, o productos transgénicos como también son conocidos, vamos a tratar de entender lo que los en realidad significa el poder hablar de los alimentos genéticamente modificados.

Pasando por una definición adecuada, los productos transgénicos son productos alimenticios que se obtienen a partir de organismos genéticamente modificados (tanto plantas como animales.) En este proceso, dichos organismos están sujetos a modificaciones que se logran al hacer cambios específicos en el ADN por medio de la ingeniería genética.

Esto implica ya sea la inserción o supresión de genes. La ingeniería genética ha sido uno de los principales logros en el campo de la biología, y el uso de la misma para la producción de alimentos es motivo de grandes dudas.

La era de los denominados "alimentos transgénicos" para el consumo humano directo se abrió el 18 de mayo de 1994, cuando la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos autorizó la comercialización del primer alimento con un gen "extraño", el tomate "Flavr-Savr", obtenido por la empresa Calgene, con maduración retardada.

Las semillas para el cultivo de alimentos transgénicos son desarrolladas, producidas y comercializadas por empresas multinacionales, entre ellas se destacan: Dupont, Monsanto, Novartis, Aventis y Limagrain.

Los vegetales transgénicos más importantes para la industria alimentaria son por el momento la soya, resitente al herbicida Glifosato y el maíz Bt.

Estos alimentos han aumentado exorbitantemente.

En 1995 se utilizaban sólo 200, 000 hectáreas sin embargo seis años más tarde en 2001 la cifra alcanzo la suma de 52, 600, 000 hectáreas de transgénicos cultivados, y estas cifras sólo son de 4 países (USA, Argentina, Canadá y China), aunque siempre es la misma empresa en estos países Monsanto, que es el productor del 99% de los alimentos adulterados en el mercado.

2) Problemática

En México, en los últimos 18 años se han otorgado 151 permisos a las empresas y otras instituciones para el cultivo de transgénicos en 16 estados del país (50% de las entidades del país), en un área total aproximada de 200 mil hectáreas, de las cuales más del 90% de ellas corresponden a la empresa transnacional Monsanto y principalmente para el cultivo de algodón y soya transgénicos.

En 1982 se solicitó el permiso para el cultivo de jitomate que representa en este año el 0.6% de todos los permisos otorgados durante los últimos 18 años. Diez años después, en 1992, se otorgaron 4 permisos (2.6%); 6 autorizaciones en 1993 (3.9%); 8 en 1994 (5.2%); 9 en 1995 (5.9%); 29 en 1996 (19.2%); 36 en 1997 (23.8%); 31 en 1998 (20.5%); 22 en 1999 (14.5%); y 5 hasta el mes de mayo de 2000 (3.3%). De los 151 permisos otorgados para el cultivo de transgénicos, 33 fueron para la siembra de maíz; 28 para algodón; 15 para tomate; 14 para jitomate; 13 para soya; 10 para calabacita; 5 para papa; 4 para papaya, melón y tabaco cada uno; 3 para el trigo; dos para canola; y un permiso para cada uno de los siguientes productos: lino, chile, plátano, piña, clavel, alfalfa y arroz. Además, un permiso para microorganismos, otro para el BT modificado genéticamente y uno más para Rhizobium Etli. Entre las nuevas características genéticas de esos cultivos están la resistencia a ciertos virus y herbicidas con el Gen Roundup Ready; al glifosato, herbicida producida por la misma empresa transnacional Monsanto; retardamiento de la maduración del fruto; resistencia al Moho Azul y otros virus en el caso del tabaco. También para la resistencia a gusanos, mariposas u otros insectos en el caso del maíz, jitomate y algodón entre otros; la autopolinización; tolerancia al bromoximil y al aluminio; retro cruzas; modificación del color de los pétalos en el caso del clavel y para incrementar la fijación del nitrógeno, entre otras características.

Los cultivos transgénicos en México, en el lapso estudiado, se han realizado en 16 estados de la República:

1) Chiapas: en Tapachula y Frontera Hidalgo se han cultivado la papaya, soya, plátano y piña. Entre las empresas figuran: Trechas Agro, S.A. de C.V.; Monsanto y CIICA.

2) Sinaloa: en Guasave, Navolato, El Fuerte, Guamuchil, Culiacán, Los Mochis, La Cruz de Elota y Hermosillo, se han cultivado el jitomate, tomate, calabacita, maíz, melón, algodón, chile y soya. Entre las empresas: Campbell Sinalopasta, Calgene, Asrow Mexicana S.A. de C.V., Monsanto, Harris Moran de México, DNA Plant Tecnology, Peto Seed, Pioneer y Rhone Poulenc.

3) Guanajuato: en Irapuato, Villagrán, Abasolo y Celaya se han cultivado papa, jitomate, calabaza, maíz, arroz, tabaco, calabacita y trigo. También se ha producido BT y Rhizobium Etli. Entre las empresas e instituciones están: CINVESTAV, UpJhon Asgrow, ISK Biosec, Seminis Vegetable Seeds, Peto Seed, Asgrow y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

4) Veracruz: en San Andrés Tuxtla y Pánuco se ha sembrado tabaco, algodón y soya. Entre las empresas figuran: CIBA-GEIGY y Monsanto.

5) Baja California: en San Quintín, Guerrero y Mexicali se han cultivado jitomate, tomate, algodón, chile, calabacita, melón, canola y lino. Entre las empresas están: Peto Seed Mexicana, Agritope, Aventis Cropscience, Seminis Vegetable Seeds, Monsanto, DNA Plant Tecnology, SVS Mexicana y Calgery.

6) Estado de México: en El Batán, Texcoco y Tenancingo se ha sembrado trigo, maíz, alfalfa, tabaco y clavel. Entre las empresas e instituciones figuran: CIMMYT, CEFINI-UNAM y Florigene Europe B.V.

7) Tamaulipas: en Altamira, Aldama y Tampico se han sembrado algodón y soya. Entre las empresas están: Malvinas, Monsanto, Rhone Poulenc y Avenis Cropscience.

8) Baja California Sur: en Vizcaíno, La Paz y Santo Domingo se ha sembrado tomate, calabacita, jitomate, melón, maíz y algodón. Entre las empresas figuran: Agritope, Asrow Mexicana S.A. de C.V., Seminis Vegetable Seeds, Pioneer, SVS Mexicana, DNA Plant Tecnology y Monsanto.

9) Morelos: en Tlaltizapán se ha sembrado maíz por parte de CIMMYT.

10) Jalisco: en Autlán, Arandas, Atotonilco, Sayula, La Barca y Tlajomulco se ha sembrado soya, papa, tomate, chile, maíz y se han producido además microorganismos genéticamente modificados. Entre las empresas e instituciones encontramos: Semillas Híbridas S.A. de C.V., CINVESTAV, CIBA-GEIGY Mexicana, DNA Plant Tecnology y Asrow.

11) Coahuila: en la Comarca Lagunera, Matamoros, Torreón y Saltillo se ha cultivado algodón y soya, por parte de la empresa Monsanto y el CINVESTAV.

12) Sonora: en San Luis Río Colorado, Navojoa, Valle del Yaqui, Ciudad Obregón, Valle del Mayo, Sonoita y Caborca se han sembrado canola, papa, tomate, algodón, maíz, soya y melón. Entre las empresas figuran: Calgene, CINVESTAV, DNA Plant Tecnology, Harris Moran, Monsanto, Mycogen Mexicana S.A. de C.V. y Rhone Poulenc.

13) Nuevo León: en Apodaca se ha sembrado calabacita por parte de las empresas Seminis Vegetable Seeds y Peto Seeds.

14) San Luis Potosí: en Ciudad Valles y Ebano se ha sembrado algodón y soya por parte de Monsanto.

15) Chihuahua: sin especificar el lugar, se informa de la siembra de algodón por parte de Monsanto.

16) Nayarit: en San José del Valle y San Juan de Abajo se ha sembrado soya, maíz y tomate por parte de las empresas Pioneer de México, Monsanto, Zeneca y Asrow.

Las 28 empresas transnacionales e instituciones que cultivan en México productos transgénicos en realidad no son tales. Muchas de ellas son de las mismas empresas representadas por medio de subsidiarias o filiales. Según el reporte de Rural Advancement Foundation International (RAFI) del año 2000, logramos deducir que de los 151 permisos otorgados por el gobierno mexicano, en el país:

1) Monsanto (Estados Unidos) obtuvo por lo menos el 38% de los permisos para cultivar transgénicos en el período analizado, por medio de la misma empresa y sus filiales como son Asgrow y Calgene. Así, Monsanto tiene cultivos de transgénicos por lo menos de jitomate, algodón, soya, maíz, tomate, papa, calabacita, canola y calabaza; y sus inversiones han estado ubicadas en al menos los estados de Sinaloa, Coahuila, Tamaulipas, Nayarit, Sonora, Baja California, San Luis Potosí, Veracruz, Nuevo León, Chiapas, Baja California Sur, Chihuahua, Guanajuato y Jalisco. Monsanto fue la segunda empresa transnacional que más ganancias obtuvo en 1999 por la venta de semillas en el mundo (mil 700 millones de dólares).

2) Pulsar (México) obtuvo el 17% de los permisos por medio de sus filiales Peto seed Mexicana, Seminis, CIICA y DNA Tecnology. Pulsar de Alfonso Romo ha sembrado transgénicos al menos de jitomate, tomate, chile, calabacita, melón; en los estados de Chiapas, Baja California, Guanajuato, Sinaloa, Nuevo León, Baja California Sur, Sonora y Jalisco, entre otros.

3) Dupont (Estados Unidos) obtuvo al menos el 8% de los permisos por medio de su subsidiaria Pioneer y cultivó transgénicos al menos de soya y maíz en los estados de Nayarit, Baja California y Sinaloa. Esta transnacional ocupó el primer lugar a nivel mundial en la comercialización de semillas en 1999, obteniendo una ganancia de mil 850 millones de dólares.

4) Aventis (Alemania) obtuvo el 4% de los permisos para la siembra de algodón en los estados de Tamaulipas, Baja California, Sinaloa y Sonora.

Estas cuatro empresas obtuvieron en total el 67% de los permisos otorgados para el cultivo de transgénicos.

Un 96.5% de los consumidores mexicanos ignora qué son los transgénicos o no sabe si los está comiendo y en qué alimentos, en tanto que un 98 % de los mexicanos opina que las empresas deben informar en sus etiquetas si sus productos contienen transgénicos.

México importa de Estados Unidos más de 6 millones de toneladas de maíz cada año, de las que 45 por ciento son de maíz transgénico.

El derecho a la información sobre lo que consumimos es un derecho básico de los consumidores. Sin embargo, este derecho no está garantizado en México. A diferencia de lo que ocurre en países como Japón, China y la Unión Europea, entre otros, en México no existe el etiquetado de alimentos transgénicos, por lo cual, los consumidores mexicanos no tenemos forma de saber si nuestros alimentos contienen o no transgénicos.

En nuestro país está prohibido sembrar maíz transgénico porque somos el centro de origen del maíz y es necesario proteger nuestras variedades de maíces mexicanos de la contaminación transgénica que puede producirse si el polen del maíz transgénico se cruza con el de nuestras variedades nativas e híbridas.

Sin embargo, se han otorgado permisos para siembra “no comercial” de soya y algodón transgénicos.

La autoridad sanitaria permite la comercialización para consumo humano de 31 transgénicos de soya, canola, maíz, algodón, papa, jitomate y alfalfa. Estos ingredientes entran en nuestras dietas sin control alguno y sin nuestro consentimiento expreso.

De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, el derecho a la información es el primer derecho básico de los consumidores. Contar con información de los bienes y servicios que las compañías ofrecen de manera oportuna, completa, clara y veraz permite a los consumidores elegir qué es lo que quieren comprar. Por ello los mexicanos tenemos derecho a saber si los alimentos que adquirimos para nuestras familias contienen ingredientes o derivados de transgénicos, para que así cada uno decidamos si los comemos o no.

Este derecho no está garantizado por la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados vigente en México (mejor conocida como Ley Monsanto), que sólo obliga a informar sobre los transgénicos que sean “nutrimentalmente distintos de forma significativa”. Esta característica es vaga y discutible por lo que la industria puede usar esta imprecisión para evadir su obligación de informar al consumidor.

A principios de 2006 se presentaron dos iniciativas en el Senado para que dicha ley establezca que el etiquetado de transgénicos sea obligatorio y así se respete a cabalidad el derecho legítimo e incuestionable de las personas a saber y decidir qué es lo que se comen.

Con la entrada al TLC en 1994 y los convenios firmados en los anexos de agricultura, México se vio directamente involucrado en la política de la biotecnología de los Estados Unidos y sus grandes corporaciones. "5 de los más importantes gigantes genéticos: Monsanto y DuPont (USA), Novartis (Suiza), Aventis (Francia) y AstraZeneca (Inglaterra y Países Bajos), controlan aproximadamente el 23% del mercado mundial de semillas, el 60% de pesticidas y el 100% de las semillas transgénicas" (patmooney, 1999). Este monopolio afecta gravemente a la competencia mundial, además de que imprime al desarrollo científico de los transgénicos rasgos de monopolio y monopsonio, que no tienen nada que ver con el avance de la ciencia y la tecnología, y menos aún con la seguridad alimentaria.

Un giro inesperado recibió la venta de los productos biotecnológicos, cuando la Unión Europea (UE) prohibió temporalmente la importación de carne y ganado, tratados con hormonas y alimentos producidos con semillas transgénicas, mejor conocidas en estas latitudes como "Frankenstein Food". Otras restricciones fueron hechas por grandes empresas japonesas (Kirin, Jusco y Sapporo), que impidieron la importación de productos alimentarios genéticamente manipulados. Lo mismo ocurrió con las cadenas de alimentos (Heinz, Unilever, los restaurantes en Nueva York, las comidas en Cambridge), los alimentos para bebés (Nestlé, Gerber) y las tiendas naturistas.

Frente a estas prohibiciones, México se convirtió en un país particularmente vulnerable, no sólo por ser uno de los mega biodiversos del planeta, sino por constituir la cuna genética del maíz, jitomate, algodón y otras semillas, bajo investigación transgénica (greenpeace, 2000). El impacto ambiental puede provocar un estrés abiótico o biótico, afectar la calidad de la planta, la agrodiversidad y la bioseguridad. Como se demostró en los efectos negativos de la Revolución Verde, a mediano y largo plazo, los rendimientos productivos son decrecientes debido a la depauperación de los suelos. En términos económicos, el incremento en el costo de los fertilizantes, hace inviable el cultivo para un pequeño productor, además de deteriorar cada vez más el suelo y los acuíferos.

Nadie garantiza que el consumo de transgénicos sea seguro en el mediano y largo plazo para la salud de los consumidores.

La alteración o inestabilidad de los genes puede llevar a la producción de nuevas toxinas.

La nueva proteína producida por el gen externo puede provocar alergias.

El consumo constante de los marcadores antibióticos contenidos en los transgénicos puede producir resistencia a estos medicamentos.

Los transgénicos pueden provocar efectos inesperados no deseados. Recientes estudios han demostrado daños en ratas y ratones que consumieron maíz y chícharos transgénicos.

Consumidores en todo el mundo están rechazando comer transgénicos. Los mexicanos NO tienen por qué consumir a ciegas transgénicos riesgosos que son rechazados como alimento en toda Europa y China (entre muchos otros países).

Los riesgos para el medio ambiente son también muy graves: los transgénicos pueden producir impactos inesperados, no deseados e irreversibles en el medio ambiente como la contaminación transgénica de especies nativas o silvestres, o la transferencia de genes entre una gran variedad de especies, afectando así a muchos otros organismos en el ecosistema.

Además se corre el riesgo de que los alimentos y medio ambiente puedan contaminarse con transgénicos no comestibles, como los farmacéuticos o para usos industriales.

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