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Enviado por   •  19 de Agosto de 2013  •  2.911 Palabras (12 Páginas)  •  279 Visitas

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Este ensayo trata sobre las normas de urbanidad y buenas costumbres escritas por Manuel Antonio Carreño, en su Manual de Comportamiento, Urbanidad y Buenas Costumbres, en donde escribió la forma de comportarse bien y en forma positiva como seres humanos, en la familia y en la sociedad. Las normas de urbanidad, se refieren a las de las personas como seres humanos, su comportamiento con la familia y en el hogar, y en la comunidad donde viven y comparten con otros seres humanos, además de las normas de comportamiento en la escuela o en el trabajo. El manual de Carreño se conoce como un libro completo ya que es un "Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos en el cual se encuentran las principales reglas de civilidad y etiqueta que deben observarse en las diversas situaciones sociales, precedido de un breve tratado sobre los deberes morales del hombre", es un texto clásico en Latinoamérica sobre etiqueta y buenas maneras escrito por el venezolano Manuel Antonio Carreño, por entregas en 1853. Ciertas situaciones ya han cambiado, puesto que algunas normas de urbanidad están siendo consideradas como obsoletas, y se están creando, en virtud a nuevos usos y actos, modernos manuales. Así, Carreño se considera como el impulsor de lo que nosotros consideraríamos como protocolo y etiqueta. Vale la pena señalar que el libro de Carreño fue escrito cuando nadie imaginaba que el internet, la globalización, la liberación femenina, el estrés y la pérdida de la galantería llegarían a modificar las pautas de la humanidad. Carreño se distinguió por ser un caballero estricto; jamás hubiera concebido a las damas, como él las llamaba, ir a misa en minifalda, o a los caballeros en bermudas o playeras. Las reglas que él minuciosa y delicadamente incluyó en su célebre Manual ya no tienen vigencia. La vida le ha ido entregando grandes libertades al ser humano. En nuestros días, es casi imposible encontrar hombres "que permanezcan dentro de sus viviendas siempre impecablemente vestidos, con la corbata puesta y los pies debidamente calzados", o mujeres que consideren pecaminoso visitar a sus amigos solteros.

De acuerdo a lo anterior Carreño llegaba al extremo de considerar indispensable, por ejemplo, "asear el cuerpo antes de entrar en la cama, no sólo por satisfacción sino por estar prevenido y bien presentable en todo caso de que ocurriera un accidente durante la noche". Por supuesto, a la dictadura de este hombre no se libraron las relaciones personales ni la coquetería. A partir del siglo XIX, uno de los aspectos sociales que más ha cambiado es la forma de relacionarse con el sexo opuesto. En tiempos de Carreño, "para que un hombre pueda bailar con una mujer en una fiesta, debe haber sido presentado previamente a la dama por un familiar de ella o por un amigo en común". Por otro lado, los tiempos modernos y la comunicación electrónica han ido forjando también sus patrones de interacción; y es así como en internet existe lo que se denomina etiqueta, una guía que expresa la manera de proceder en la red en donde, por ejemplo, escribir todo en mayúsculas se traduce como un "gritar" al interlocutor. Hay además comportamientos no reglamentados pero que la lógica del trato social actual señala, como el mantener apagado el celular durante una conferencia o un concierto. Manuel Antonio Carreño (1812-1874), político y escritor, padre de Teresa Carreño y hermano de Simón Rodríguez, recogió en su manual las formas más elementales y las reglas sobre los buenos modales para relacionarse en sociedad. Este libro explica en su comienzo tres capítulos introductorios como "Deberes morales del hombre", en donde desarrolla esas obligaciones para con Dios, para con la sociedad, para con nuestros padres, para con la Patria, para con nuestros semejantes y para con nosotros mismos, puesto que "el hecho de formar parte del género humano ya nos compromete a esos deberes". Luego de repasar algunos principios generales, se extiende en normas del aseo, sobre el modo de conducirnos dentro de la casa, en diferentes lugares fuera de ella y en sociedad, para finalmente pasearse por las diferentes aplicaciones de la urbanidad. Esta obra fue, durante mucho tiempo, declarada en diversos países hispanoamericanos libro de texto para las escuelas públicas. La urbanidad, dice la introducción a este manual, es virtud o manifestación de virtud: reflejo exterior de realidades interiores, la intención de integrarse positivamente en la vida ciudadana convertida en hechos.

para el escritor Manuel Carreño algunos de los hábitos que solían ser de mal gusto suelen ser: chuparse o morderse un mechón de pelo, morderse las uñas o cutículas, sentarse con las piernas separadas o con las piernas cruzadas o torcidas de una manera poco convencional, masticar chicle mientras habla o con la boca abierta, fumar en la calle o hacerlo sin haber pedido permiso a los presentes, especialmente a sabiendas de que el olor a cigarro puede ofender o incomodar a alguien, tener un cigarrillo en los labios mientras habla, hacer que los demás se sientan culpables o incómodos mientras come algún delicioso postre solamente porque usted debe abstenerse debido a alguna dieta, rascarse o pellizcarse la cara, cometer la indiscreción de hacerle alguna pregunta íntima a alguien en voz alta: ¿Es eso una peluca?, usar un cepillo o peine sucios, aplicarse maquillaje o peinarse en la mesa de comer, usar rulos en el cabello en público, llevar esmalte de uñas descascarado, uñas partidas o maltratadas o, peor aún, sucias, una línea demasiado dramática y notable que delimite claramente dónde termina el maquillaje y dónde comienza el color natural de la piel, hablar demasiado o en detalle de excentricidades personales: operaciones, enfermedades, neurosis, alergias, accidentes, etc., comer ruidosamente haciendo gestos exagerados, introducir pedazos de comida demasiado grandes a la boca.

"El ser caballero es una de las mejores cosas que puede llegar a hacer un ser humano. Las buenas maneras contribuyen al éxito", en artículos de principios de los años 40 se resaltaba la importancia de orientar a los jóvenes acerca de la manera de comportarse ante una dama, frente a otras personas o incluso en la mesa. Una de las notas decía: "El muchacho que puede entrar en un cuarto sin caerse, que tiene seguridad en su comportamiento sin llegar a la exageración, que se levanta cuando alguna señora entra a la pieza en que se está, que viste apropiadamente, es un joven valioso. No basta con ir limpio y pulcro, hay que buscar además que las ropas sean apropiadas. No es posible pensar que un muchacho que es demasiado flojo para limpiar sus zapatos, cepillar su traje o cortarse el pelo tenga energías para dedicar al trabajo. La gente juzga siempre por las apariencias, así pues,

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